La basílica de Loreto

Macerata-Loreto. «Delante de la Virgen, mendigos de todo»

La 43ª peregrinación se celebrará de manera reducida, pero será la ocasión de dar «un paso aún más grande y profundo». Sábado 12 de junio a las 21h, en la Basílica lauretana

«Gustad y ved qué bueno es el Señor». El Salmo que la Iglesia lee estos días nos recuerda que Dios se hace interesante en la vida cuando su presencia genera un gusto nuevo y una mirada nueva.

La peregrinación Macerata-Loreto –que este año se celebra el sábado 12 de junio de manera reducida y en directo desde Loreto a las 21 horas en el canal italiano TV2000– ha supuesto para muchos últimamente el descubrimiento de algo que se ha mostrado más fuerte que el cansancio del camino, capaz de ensanchar la mirada en la vida.

Recientemente, en audiencia con el papa Francisco, le decíamos que estos años nos hemos dedicado a rezar las oraciones y cantos de la tradición cristiana sin añadir nada nueva. La novedad radica en el hecho de que esas palabras y esos cantos vuelven a proponerse dentro de un acontecimiento que, al suceder, devuelve a esas palabras algo de la fuerza original que las hizo nacer.

Rezando en la Santa Casa

Desde nuestro primer encuentro con Julián Carrón, cuando le contamos nuestro asombro por todo lo que estaba sucediendo, él nos descolocó diciendo que la evidencia en la que debíamos fijar nuestra mirada era la imponencia de la necesidad que el movimiento de tantas personas ponía delante de nuestros ojos, para que nosotros también pudiéramos darnos cuenta de la imponencia de nuestro ser mendigos. Pero ahora que todo ha cambiado, que el rostro habitual de la peregrinación ha dado un vuelto, ¿qué paso se nos invita a dar? ¿Qué podemos descubrir que renueve esa alegría que ya hemos experimentado?

Nos ayuda mirar a María en los dos momentos más decisivos y fecundos de su vida. Su al anuncio imprevisto del ángel la convierte en madre de Dios y su a permanecer desarmada a los pies de la cruz de su Hijo la convierte en madre de todos los hombres justo en el momento en que su vida parece tener menos valor. El mensaje de Carrón para la edición de este año nos recuerdo que también nuestro sí, ante el impacto del momento presente, puede generar el fruto de un conocimiento y un ímpetu afectivo nuevos.

Durante muchos años partimos de Macerata llevando en el corazón las necesidades y preguntas de mucha gente para llegar a Loreto con una conciencia más clara de la vorágine de nuestra necesidad personal y del nombre de Aquel que es el único que la puede colmar. Ahora que el tramo del camino es más breve, el paso al que se nos llama es aún más grande y profundo.

Me llama la atención la sintonía entre el juicio del Papa y de Carrón. En nuestra conversación, Francisco nos indicó en la plaza de San Pedro desierta del 27 de marzo del año pasado el lugar donde se hace evidente todo el grito del hombre que, privado del bullicio de la apariencia, descubre cuánto necesita a un Tú que domine la tempestad que atraviesa.

Carrón nos decía que «el impacto de la realidad ha sido tan fuerte que (…) ha desatado un malestar que nos impide refugiarnos en lo ya sabido, y sobre todo se ha abierto un abismo que ningún propósito ni estrategia ha sido capaz de colmar. ¡Menos mal! Porque (…) para muchos, que al principio veían como un obstáculo esas preguntas, ese malestar y ese abismo del corazón, se han convertido con el tiempo en oportunidades para hacer un camino humano».

La plaza de San Pedro desierta nos muestra que esa vida que hasta ahora nos parecía “normal” puede verse sacudida por una tempestad inesperada que nos haga pobres delante del presente. Carrón nos invita: «Poniéndonos delante de la Virgen como mendigos de todo, podemos pedirle ese imprevisto que tanto necesitamos para salir de la cama cada mañana y afrontar la batalla diaria entre la vida y la muerte, entre el ser y la nada, que se libra dentro de cada uno de nosotros. ¿Cuál era el imprevisto más inimaginable para María? El hecho más imprevisto y al mismo tiempo el más esperado era Cristo. Solo Él puede hacer que nosotros también lleguemos a ser, igual que la Virgen, firmes en la esperanza».

El sábado por la noche, en cada “Dios te salve María, llena eres de gracia” del Rosario estaremos delante de la grandeza que se oculta tras el impacto imprevisto de la realidad. Y al repetir “ruega por nosotros pecadores ahora”, invocaremos su ayuda para vivir en este presente tan vertiginoso que se nos da y en el que se pone en juego toda nuestra misión y nuestro destino.

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Verdaderamente, podemos vivir esta peregrinación sin que nos falte nada, descubriendo que se nos invita a caminar estando más presentes ante nosotros mismos y ante el corazón de nuestros hermanos los hombres. Los surcos del mármol que rodea la santa casa, trazados por los peregrinos que van de rodillas, hacen evidente nuestra necesidad infinita. Igual que ellos, con el paso de los siglos, buscamos respuesta en el lugar donde el Verbo se ha hecho carne: «Cuando te veo, veo esperanza».

* Comité organizador de la peregrinación