Huellas

Huellas n.7 julio-agosto 2024

El antipoder
Ya está disponible la revista en revistahuellas.org
A continuación publicamos el editorial

«Yo estimo mi libertad». Así resonaba la voz de don Giussani hace cuarenta años en el Meeting de Rímini. «La libertad es algo irrenunciable: no existe persona, no existe un “yo” más que en la libertad». Nuestra época sabe hasta qué punto esto es verdad. No existe un ideal más persuasivo. Al mismo tiempo, tampoco existe una experiencia más extraña. Todo se hace en nombre de la libertad, pero la libertad corre el riesgo de quedarse en un mero nombre: en las ilusiones ideológicas que la afirman como ruptura con el pasado, ausencia de vínculos y de verdad; en el miedo que se tiene a la libertad o en la amarga inquietud que nos asalta cuando uno es libre para hacer lo que quiera pero nada le satisface.
Don Giussani aborda este tema con la radicalidad existencial de quien sabe que, aunque mal entendida, es irrenunciable porque el hombre está hecho de libertad, «misterio de los misterios». ¿Pero cuándo nos sentimos libres?, pregunta en El sentido religioso para llevarnos hasta el fondo de la cuestión. ¿Cuándo somos verdaderamente nosotros mismos? Desafiando todas las reducciones, dice que la libertad es satisfacción total del deseo infinito que nos constituye, «la libertad es la experiencia de la verdad de nosotros mismos».
«Soy lo que quiero ser». En esta revista se puede leer esta afirmación que se remonta al año 180 d.C., al documento más antiguo de la literatura cristiana latina, y la pronunció una mujer que fue mártir por su fe. Las próximas páginas muestran testimonios del camino de la libertad en situaciones extremas, pero el drama de qué es lo que nos hace libres se pone en juego todos los días.

Para Giussani, aunque el universo entero le cayera encima, el hombre es más grande. Esa dignidad absoluta es lo que desvela la mirada de Jesús, totalmente apasionada por la persona: «¿De qué te sirve ganar el mundo entero si te pierdes a ti mismo? ¿Qué dará el hombre a cambio de sí mismo?». Y añade Giussani: «El antipoder es el amor».
De modo que «he aquí la paradoja». Lo que nos hace libres es un amor, un vínculo. «La libertad es depender de Dios. Es una paradoja, pero clarísima. El hombre –el hombre concreto, yo, tú– antes no existía, ahora existe, y mañana no existirá: por lo tanto, depende». Para don Giussani, hay una sola dependencia que salve la libertad, un «único límite a la dictadura del hombre sobre el hombre»: la religiosidad vivida. O el hombre es relación directa con Dios y es libre frente a todo, o es esclavo de todo.
Este es el tema que el movimiento sugiere para el camino de las vacaciones de este año. Eso que para Giussani nunca fue una pausa de la vida, sino una inmersión en la vida. De hecho lo llamaba «el tiempo más noble del año», porque es el momento en que «uno se compromete como quiere con el valor que reconoce más relevante en su vida».
El tiempo de la libertad.