Presentación en la Gregoriana de Roma del libro de la tesis doctoral de don Giussani (foto Paolo Galosi)

«Don Giussani, un amor absoluto por la unidad de la Iglesia»

El libro de la tesis doctoral del fundador de CL presentado en Roma con el cardenal Pietro Parolin, la coordinadora de la edición Monica Scholz-Zappa, el teólogo Pino Di Luccio y la profesora Michelina Tenace
Alessandro Banfi

Velada romana luminosa y reflexiva la del pasado 6 de junio en la Pontificia Universidad Gregoriana sobre un texto, una tesis de doctorado, defendida hace 70 años ante un tribunal que le otorgó la nota máxima, magna cum laude. Convocaba a la máxima autoridad vaticana después del papa Francisco, el cardenal secretario de Estado Pietro Parolin, junto a otros invitados ilustres, el nombre del autor de aquella tesis, Luigi Giussani. En junio de 1954 el sacerdote lombardo concluía sus estudios teológicos de doctorado en el seminario de Venegono presentando un trabajo sobre Reinhold Niebuhr, teólogo americano protestante. Ese trabajo ha tomado ahora la forma de un libro editado en Italia por Monica Scholz-Zappa con prólogo del arzobispo de Milán, Mario Delpini. Roma acogía ahora su presentación, en un acto que, como señalaba en tono de broma Michelina Tenace, profesora de Teología dogmática en la Gregoriana, tenía una curiosa forma de defensa de tesis porque en este caso «el doctorando no está y los ponentes no pueden hacer alegaciones».

Aunque la verdad es que alegaciones hubo, muchas e interesantes, pues como decía en su saludo inicial el anfitrión, el jesuita Pino di Luccio, teólogo y presidente del Colegio Máximo, «esta tesis es un documento importante por dos motivos: uno académico, pues Giussani recorre, valora y explica a fondo el pensamiento de Reinhold Niebuhr». Y en segundo lugar «porque nos permite captar ciertos aspectos teológicos de su propio pensamiento». Una ocasión que se agradece aún más «después de la apertura de la nueva fase testimonial en el proceso de este Siervo de Dios».

El cardenal Parolin abrió su discurso mencionando precisamente lo sucedido el 9 de mayo en Milán. «Releyendo ahora su tesis doctoral, se nos ofrece la posibilidad de descubrir mejor una parte de la vida y personalidad de don Giussani que, a pesar de su fama, ha permanecido más en la sombra: la de un genial, apasionado y riguroso investigador. No en vano sus superiores en el seminario de Venegono veían en él a una promesa de la teología y estaban dispuestos a impulsar su carrera académica. Sin embargo, el fuego misionero que ardía en él y su deseo impetuoso de dar a conocer a Cristo entre los jóvenes –que en múltiples encuentros de los primeros años 50 le parecían sorprendentemente alejados de la fe en una Italia que aparentaba ser totalmente “católica”– le llevaron a abandonar sus estudios teológicos. Pidió y obtuvo de sus superiores un permiso para ir a dar clase de religión en un instituto público. En octubre de 1954, unos meses después de aprobar el doctorado con la nota más alta, Giussani comenzó su actividad docente en el liceo Berchet de Milán. Debemos agradecerle esta decisión, dolorosa y providencial, gracias a la cual decenas y decenas de miles de personas pudieron encontrarse con Cristo de un modo que les fascinó y vivir la fe en Él».

Por la izquierda, Monica Scholz-Zappa, el cardenal Pietro Parolin, Andrea D'Auria y Michelina Tenace (foto Paolo Galosi)

El cardenal se detuvo en algunos puntos del pensamiento de don Giussani que desde aquella tesis de 1954 reaparecerán a lo largo de toda su reflexión. Empezando por un amor absoluto por la unidad de la Iglesia, un tema de candente actualidad en el movimiento. Parolin citó una homilía de Pentecostés del 28 de mayo de 1944, pronunciada por un Giussani todavía veinteañero, en su tercer año de Teología: «Me pa¬rece que ninguna otra nota caracteriza mejor la acción vivificante del Espíritu Santo como su fuerza unificadora. […] Por eso la unidad incluso exterior de la Iglesia es la pasión de Jesús: Ut fiet unum hasta la paradoja sicut Tu Pater in me et ego in Te». El otro acento que resonará hasta el último día, señaló Parolin, es el de la naturaleza del “cristianismo como acontecimiento”. No un pensamiento, sino un hecho que sucede en la historia.

Michelina Tenace tuvo una intervención profunda y apasionada, afirmando desde el principio que «queremos escuchar a don Giussani con el pretexto de su tesis doctoral. ¿Qué desvela este texto de ese tesoro que el fundador de CL llevará a la Iglesia?». Y respondió así: «Podemos leer este gran trabajo con los ojos de lo que vino después. Como testimonio de la gracia que fue el movimiento en sí. Y su misma persona, un santo si la Iglesia lo confirma como tal».

En su análisis, Tenace eligió «cinco temas-semilla», como los llamó, en el sentido de cuestiones que Giussani desarrolla confrontándose con Niebuhr y que luego sembrará en la Iglesia de forma muy fructífera. La profesora de la Gregoriana hizo un itinerario de lectura complejo y fascinante, donde destacó cómo Giussani ya identifica en la polémica sobre el tema de la verdad las dramáticas consecuencias de una protestantización de la fe cristiana, que por un lado llevará al pietismo y por otro al racionalismo. Mientras Giussani afirma en la conclusión de la tercera parte de la tesis: «La redención es una persona viva».

La coordinadora de la edición, Monica Scholz-Zappa, afirmó que se trata de una «tesis muy intensa». Y añadió que «es una lectura fascinante, son páginas llenas de pasión. Igual que su autor. Esta tesis supone una etapa fundante del pensamiento de don Giussani. Su empatía con Niebuhr nace de la atención con que el teólogo protestante aborda el problema humano y la angustia que sufre el hombre. Una experiencia del límite que Giussani valora como una aportación del pensamiento protestante. Una tensión por lo que Giussani llama el sentido. El problema humano es un problema de sentido». Scholz-Zappa añadió una nota bene muy significativa: «Tres años antes de la primera edición de El sentido religioso, aparece por primera vez en este estudio la expresión “sentido religioso”».

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Andrea D’Auria, director del Centro Internacional de Comunión y Liberación y moderador del encuentro, acabó diciendo que «el gesto de esta noche es un gesto de reconocimiento a don Giussani para muchos que han tenido la fortuna de encontrarse con su carisma y hacerse cristianos». El aplauso final, la conmoción y el agradecimiento de los presentes eran para el doctorando, que tal vez estuviera presente.