Don Luigi Giussani (Fraternità CL)

«Mi querido Niebuhr»

Por primera vez se publica la tesis doctoral de Luigi Giussani dedicada al teólogo americano. Una ocasión para identificarse con su vibrante pasión ecuménica. Y con ese «realismo cristiano» que marcó su pensamiento
Elisa Buzzi

«No hay nada más absurdo que la respuesta a una pregunta no planteada». Cuántas veces, los que iban a clase con don Giussani, a escuchar sus conferencias o quien participaba en sus conversaciones habrán oído citar esta frase de Reinhold Niebuhr –«mi querido Niebuhr», como él decía. No era la única expresión del teólogo americano que Giussani solía citar, pero sin duda es la que con más frecuencia se repite en sus discursos. El propio Giussani narró cómo fue su primer “encuentro” con este juicio de Niebuhr, explicando el motivo de su insistencia en citarlo. «La realidad es una respuesta a Dios, es la definición última de esa respuesta, pero la respuesta es a una pregunta, según lo que me enseñó esa noche, mejor dicho esa mañana, el principal autor de mi tesis de licenciatura sobre la teología protestante americana moderna... Por la noche acabé un capítulo y estaba cansado porque era tarde, así que dejé ahí la lectura y me fui a la cama… Por la mañana me levanté y ni siquiera sé si recé mis oraciones, porque deseaba seguir avanzando en la lectura de aquel libro: era interesantísimo, había acabado un capítulo y comencé uno nuevo, que empezaba con esta frase: “No hay nada más absurdo que la respuesta a una pregunta no planteada”» (L. Giussani, In Cammino (1992-1998), BUR, Milán 2014, pp. 187-188). Decía también: «Siempre citaba esta frase a los chavales porque la primera condición para entender la respuesta a la humanidad que Cristo pretende ser es sentir hasta que duela la propia pregunta humana insatisfecha. El encuentro con Cristo exalta ese dolor como se exalta el hambre al ver la comida» (L. Giussani, Da quale vita nasce Comunione e Liberazione, Il Sabato, mayo 19, 1979, p. 10).

El “libro” del que habla Giussani es The Nature and Destiny of Man, el texto principal, junto a Faith and History, que fue objeto de su tesis doctoral para su licenciatura en Sagrada escritura, El sentido cristiano del hombre según Reinhold Niebuhr, que defendió el 23 de junio de 1954 y acaba de publicarse en Italia, en una edición realizada por Monica Zappa Scholz. Sin duda sería reductivo limitar la importancia de este texto de Giussani y, en general, su relación con Niebuhr y con la teología protestante americana a la sugestión de una frase, pero esta, junto al título, no solo pone en evidencia un primer “factor de sintonía” entre Giussani y Niebuhr «en una reflexión que asuma el drama de vivir como punto de partida», como observa el arzobispo de Milán, monseñor Mario Delpini, en su prólogo, sino que también ofrece una clave para adentrarnos en la complejidad de un texto cuyo interés se sitúa a varios niveles: biográfico, histórico, filosófico y teológico.

El primer nivel lo resume bien la editora en la introducción. «Acercarse hoy a la tesis doctoral de Luigi Giussani no es solo una ocasión para redescubrir un precioso documento sobre su vida y los inicios de su producción científica, sino para identificarse con un “inicio” constante, con esa vibrante capacidad de encuentro que brotaba del cauce unitario de su fe, dentro de una relación originaria con Otro». Cuando decide dedicar su trabajo a uno de los máximos representantes del protestantismo de la época, emerge un elemento central de esta “vibrante capacidad de encuentro”, que permanecerá como una dimensión fundamental del compromiso intelectual y educativo de don Giussani: su ardiente pasión ecuménica, una pasión acogida y alimentada desde su nacimiento y en su desarrollo teórico por el clima de gran apertura y dinamismo teológico y cultural del seminario de Venegono. Indudablemente, otro elemento que suscitó el interés de Giussani puede ser el temperamento “empírico” y “pragmático” de Niebuhr, que definía la profunda lógica de su pensamiento como «relación circular entre los presupuestos de la fe y los hechos de la experiencia»; declarando su interés principal en la «defensa y explicación de la fe cristiana en una época secularizada, sobre todo a los que Schleiermacher llamaba los “despreciadores intelectuales” del cristianismo»; atacando ferozmente el «blando idealismo moralista y sentimental» del protestantismo liberal que, preocupado por hacer que el cristianismo resultara “creíble” para la cultura moderna, lo había vuelto completamente “irrelevante” para los hombres modernos, «tanto para las crisis de su vida personal como para las complejas cuestiones sociales» (cf. R. Niebuhr, Intelectual Autobiography, McMillan, New York 1956). En efecto, este “protestante radical”, como lo llamaba Emil Brunner, aunque su itinerario especulativo y espiritual lo hubiera llevado finalmente a secundar una perspectiva cercana a la teología dialéctica, nunca renunció a considerar la fe como un factor relevante también en la historia social y política. El límite de posturas como la de Karl Barth, según Niebuhr, está en considerar el Reino de Dios revelado en los evangelios solo como «un principio de juicio sobre el mundo», y no como «un criterio de juicio en el mundo» (R. Niebuhr, Beyond Tragedy. Essay on the Christian Interpretation of History, Scribner’s, New York 1935, p. 282). Esta actitud de fondo se expresa en un intenso compromiso social y político en todas las circunstancias que marcaron la historia mundial y americana en la primera mitad del siglo XX, desde la Primera Guerra Mundial hasta la guerra de Vietnam, desde la obrera Detroit y sus fábricas Ford a la Guerra Fría.

En las páginas introductorias de su tesis, Giussani valora esta dimensión del pensamiento de Niebuhr recorriendo las etapas de su historia humana e intelectual con amplias referencias al contexto filosófico y religioso del que surge. Sin embargo, el protagonista de la tesis doctoral no es el Niebuhr de las obras de carácter ético-político de los inicios, hasta Moral Man and Immoral Society o An Interpretation of Christian Ethics, sino el de la gran síntesis teológico-antropológica e histórica de la madurez, donde su “realismo cristiano” se despliega, como describe Giussani, en «una imponente construcción», donde la experiencia religiosa iluminada por la Revelación bíblica, según los acentos originales del protestantismo americano, se define con «una fisonomía completa de lo humano desde el punto de vista bíblico-cristiano». Fruto de esa construcción, expresión «sistemática y orgánicamente completa» del pensamiento de Niebuhr, en las dos primeras partes de su tesis Giussani ofrece un incisivo análisis que describe en tres momentos: el “Problema humano”, o el estudio «de la naturaleza del hombre y [de] su estructura»; la “Situación humana” y el “Destino humano”, donde el «objeto de análisis pasa a ser la existencia, la estructura humana tal como se realiza… y se estudia su situación fundamental. En un tercer momento se considera la existencia del hombre… como sociedad y como desarrollo – como historia, y se estudia la dialéctica y la solución final». Una solución final en la que la pregunta inagotable del corazón humano encuentra respuesta en la «iniciativa divina», en una “Gracia” que «perdona y cumple… el déficit humano».

Pero esa sugerente construcción de Niebuhr se apoya en unas bases que desvelan su precariedad ante la mirada crítica de Giussani, «en una clara impresión de que toda su obra constituye un testimonio no de la verdad tal como Cristo la trae, sino como cree verla el hombre». El límite fundamental de Niebuhr, observa Giussani, está en reconducir su ser «perfectamente protestante» a una postura sustancialmente subjetivista y, sobre todo, en aceptar el «prejuicio fundamental de la actitud religiosa del protestantismo intelectual más representativo», un auténtico “dogma” del liberalismo y del modernismo teológico protestante que se mantiene totalmente en la teología dialéctica, de cuyos esquemas Niebuhr queda prisionero en último término. «Nada trascendente puede estar objetiva y absolutamente definido por la razón ni ontológicamente contenido en la existencia».

En la última sección de su tesis, Giussani analiza con férrea consecuencia y lúcida penetración teórica las “aplicaciones” a nivel epistemológico y ontológico-metafísico de este prejuicio, así como las consecuencias problemáticas que comporta en la concepción antropológica, moral y teológica de Niebuhr. Giussani volverá a proponer estas observaciones críticas sobre la raíz de lo que llama el “derrumbe” de la concepción de Niebuhr en los siguientes escritos que le dedica, pero en esta última sección de su tesis doctoral, las razones filosóficas y teológicas que sostiene las argumenta con una precisión analítica y una riqueza de referencias que lo convierten en un documento muy interesante del temple intelectual de su autor, además del respiro verdaderamente ecuménico de su postura. De hecho, la última palabra, en su Conclusión, como un balance final de la obra de Niebuhr, vuelve a ser un reconocimiento de su valor y de su «extrema actualidad». Al mostrar la ambigüedad propia de la dinámica humana y la inexorable contradicción de su desarrollo, Niebuhr «es una gran voz que reclama al problematicismo moderno a esa ambigüedad y contradicción como un alma demasiado desconocida en cada problema – como el problema».