Monseñor Mario Delpini firma los documentos para la apertura de la Fase testimonial. A su derecha, monseñor Ennio Apeciti (Foto Pino Franchino/Fraternità CL)

Don Giussani. La fascinación del carisma

La apertura de la Fase testimonial de la causa de beatificación del fundador de CL. Las palabras del arzobispo de Milán, monseñor Mario Delpini, y el saludo de Davide Prosperi. Basílica de San Ambrosio, 9 de mayo de 2024
Mario Delpini*

Qué fascinante es un carisma en la Iglesia. La fascinación de un carisma es ese fervor especial, esa intensidad nunca antes experimentada al ver resplandecer en las vicisitudes ordinarias una chispa de la Gloria de Dios.

Qué fascinante es un carisma. Las cosas oídas desde siempre de pronto parece que se convierten en una revelación. Las prácticas habituales se llenan de entusiasmo dentro de un carisma y las personas sienten que esas palabras, ese comportamiento, esa forma de estar interpreta la verdad más profunda, despierta dentro de uno como una vida nueva, una sencillez nueva, una identificación nueva.

Qué fascinante es el carisma. Vosotros que estáis aquí y todos los que han conocido el carisma de don Luigi deben –por lo que yo veo– dar gracias por esto. Porque la Iglesia en su verdad antigua ha adquirido este nuevo esplendor, porque el camino personal, en su experiencia habitual, es como si hubiera despertado a una alegría, a una gratitud, a una capacidad de afrontar la vida que tiene algo de maravilloso.



Por ello, qué fascinación tiene el carisma. Y por ello, eso es lo que quiero desear a todos los que han conocido el carisma de don Giussani, que conservando esta gratitud y esta alegría formen un solo corazón y una sola alma. En la historia de un movimiento –un movimiento tan numeroso, que ha puesto su morada en tantas experiencias de vida y en tantos lugares de la tierra– siempre puede pasar que se den interpretaciones divergentes, que las relaciones personales puedan atravesar tensiones, eso puede pasar, pero ahora que la Iglesia se compromete a promover esta Fase en el camino de verificación para la beatificación, creo que puede ser el momento en que todos los que han reconocido en don Luigi a un intérprete original y fascinante de la vida cristiana se digan: «Está bien, dejemos a un lado lo que nos diferencia, lo que nos distancia, lo que pueda haber complicado nuestras relaciones… dejemos eso a un lado y caminemos juntos, dejemos que se reavive la esencia de todo esto». Así pues, que esta celebración, que este paso en el proceso sea una invitación para reconocer la alegría de lo que el Señor nos ha dado a través de don Luigi.
Un carisma es fascinante y nos puede permitir superar cualquier visión parcial, cualquier actitud incluso de incomprensión.

Qué novedad supone un carisma. El don del Espíritu introduce en la Iglesia algo que el tiempo necesita. Y la novedad del carisma se inserta quizá en la historia de la Iglesia con una fuerza y un ardor que puede incluso causar desconcierto o malestar en torno. Mientras aquellos que siguen ese carisma se sienten entusiasmados y a veces corren el riesgo de considerarse los mejores, alrededor se puede sentir un cierto malestar, como si provocara un revuelo en torno y pudiera crear incluso contraposiciones. Esto también ha estado presente en la historia de Comunión y Liberación, en todo lo que ha marcado nuestro tiempo, sobre todo nuestra diócesis, nuestra tierra. Un carisma nuevo, un ardor apasionado, que naturalmente también se ha topado con situaciones espinosas y actitudes provocadoras. Pero ahora, al dar inicio a este proceso testimonial, no queremos enumerar los elementos que han creado malestar o tensión entre nosotros. El hecho de que la Iglesia haya decidido, que yo en nombre de la Iglesia hayamos decidido abrir este proceso dice que “se entra en una fase nueva”, una fase donde se puede apreciar una belleza, aunque no siempre corresponda a nuestras expectativas, donde también las relaciones con las demás asociaciones, movimientos e instituciones puedan verse como una gracia recibida, aunque haya implicado una fase de asentamiento no exenta de dificultades.



Y eso es lo que me gustaría desearos a todos: que al iniciarse este proceso, todos los miembros de Comunión y Liberación y de todas las demás formaciones con que este carisma se ha relacionado a lo largo de su historia nos sintamos unidos, que toda nuestra Iglesia se sienta convocada para dar gracias al Señor por el bien que se ha hecho, y también para superar esas dificultades que en algún momento se han podido sufrir con aspereza. Unidos, pues, unidos para dar gracias al Señor por lo que hemos recibido. Y por tanto disponibles para superar lo que haya creado tensión, malestar o ciertas formas de contraposición que hay que superar.

Queremos acoger esta gracia, sentir que la alegría prevalece sobre todas nuestras dudas, que la comunión, la fraternidad, la caridad, reúne todo lo que ha tenido dificultades para converger. Queremos dar gracias al Señor por el bien que el carisma de don Giussani ha hecho a tanta gente. Queremos dar gracias al Señor porque la decisión de abrir este proceso significa un compromiso de todos los actores eclesiales para encontrar un punto superior de unidad. De modo que demos gracias al Señor.

Yo quiero agradecer de todo corazón a don Ennio, a sus colaboradores, a todos los que nos han traído hasta aquí. Doce años no son pocos, ha sido un trabajo complicado, intenso y sobre todo cuantitativamente exigente. Y ahora debo expresar mi gratitud por todo lo que se ha hecho y alentar esta Fase que abrimos hoy y que se presenta tan prometedora.

Que el Señor nos reúna, nos una en un solo corazón, una sola alma, bendiga a los que han sido llamados a componer este Tribunal y nos bendiga a todos nosotros.

*Arzobispo de Milán


El saludo de Davide Prosperi, presidente de la Fraternidad de Comunión y Liberación
Excelencia Reverendísima, en nombre de todo el movimiento de Comunión y Liberación, y también me atrevo a decir que en nombre de todos los que están aquí por agradecimiento y afecto a la persona de don Giussani, me gustaría decirle en este momento una sola palabra, y esa palabra es «gracias». Gracias por haber tomado la decisión de abrir esta nueva Fase del proceso y gracias por habernos reunido aquí para vivir juntos este momento.
Gracias por tanto en primer lugar a usted, Excelencia, y también a monseñor Apeciti, a la postuladora Chiara Minelli y a todos los que han colaborado y colaborarán de aquí en adelante con la Causa, que proseguirá durante el tiempo que Dios quiera. Hoy nosotros somos, si cabe, todavía un poco más conscientes del gran don que el encuentro con don Giussani y con su carisma ha sido y es para cada uno de nosotros, y de la enorme tarea que se nos ha confiado para la Gloria de Cristo en el mundo y de Su único cuerpo que es la Iglesia.
Gracias.