Educar, «comunicar una experiencia que abra los ojos»

Más de una hora de intenso diálogo entre monseñor Angelo Vincenzo Zani, Eraldo Affinati, Julián Carrón y Monica Maggioni sobre la relación con los jóvenes. Y sobre una esperanza que «tienen que ver impresa en el rostro del adulto»
Stefano Giorgi

«Para comprender la urgencia del desafío que tenemos ante nosotros, debemos centrarnos en la educación, que abre la mente y el corazón a una comprensión más amplia y profunda de la realidad. Necesitamos un pacto educativo global que nos eduque en la solidaridad universal, en un nuevo humanismo». Así presentaba el Pacto educativo global el papa Francisco hace un año.

Luego llegó la pandemia, una crisis que puso aún más en evidencia lo crucial que resulta la cuestión educativa para responder al desafío que este tiempo –«un cambio de época», como insiste en definirlo Francisco– trae consigo de manera dramática.

“Volver a empezar por la educación” fue, por tanto, el tema del encuentro celebrado la semana pasada en el canal de YouTube de Comunión y Liberación con motivo de la publicación del libro de Julián Carrón Educación. Comunicación de uno mismo, con monseñor Angelo Vincenzo Zani, secretario de la Congregación para la Educación Católica, Eraldo Affinati, escritor y fundador de la escuela Penny Wirton en Roma, y el autor del libro, Julián Carrón; moderador por la periodista Monica Maggioni.



«He aceptado participar en esta presentación por dos razones», empezó diciendo monseñor Zani. «En primer lugar, es la ocasión de dar las gracias a Julián y a mis amigos de CL por la contribución extraordinaria que ofrecen desde hace años al mundo entero destacando el valor de la experiencia educativa, desarrollando un enfoque original que bebe de las luminosas intuiciones de don Giussani». La segunda razón era inherente al libro de Carrón, donde afirmó que ha encontrado puntos de gran sinergia con el Pacto educativo propuesto por el papa Francisco. «Creo que es un gran instrumento de actualización de esta iniciativa. Los temas de este libro van perfectamente en línea con el Papa, sobre todo cuando dice que la educación es una experiencia de vida».

Monseñor Zani continuó explicando las razones de la iniciativa. «El Papa ha querido responder a una pregunta muy precisa, que le han planteado personas autorizadas de diversas procedencias religiosas y culturales, preocupadas por el clima de confusión social: “Denos una palabra de ánimo y esperanza”. El Papa ha apostado por la educación y ha señalado también categorías muy concretas: la centralidad de la persona, la elaboración de proyectos a largo y medio plazo, y el coraje para estar disponibles y ponerse al servicio de la comunidad y del bien común».

Le siguió Affinati con una intervención llena de nombres propios: Mohammed, Lucinda… chavales que están atravesando situaciones muy dramáticas. «Nos vemos obligados a aferrarnos a la dimensión digital, que nos da informaciones pero no verdadero conocimiento. Hay que entrar en acción», afirmó el escritor. La escuela Penny Wirton, que él fundó en Roma, es una escuela de italiano para inmigrantes que ofrece a estos chicos la posibilidad de dar clase con jóvenes voluntarios italianos de su misma edad, de manera personalizada. ¿Y con el Covid19? «Hemos puesto en marcha las clases a distancia, con decenas de voluntarios que llaman a cada uno de los chavales para mantener la relación y seguir dando sus clases. Lo que se propone es una relación, una nueva fraternidad, que es la conquista de un trabajo humano que realizar, un estado que conquistar. Requiere el coraje de entrar en acción con las personas que tenemos delante porque estamos sedientos de humanidad El valor de dar un paso en la zona de riesgo para ponerse en juego por completo, personalmente. El educador solo lo es si él mismo encarna la tarea educativa, como señala Carrón en su libro».

La pandemia ha agravado la situación educativa. En el mundo hay 250 millones de jóvenes que no tienen acceso a la educación, señaló Zani, y en Italia, según apuntó Monica Maggioni, hay dos millones de ninis (jóvenes de entre 15 y 29 años que ni están trabajando ni están haciendo ningún curso educativo o de formación profesional), hasta el punto de que el Instituto italiano de estadística ya ha creado la categoría de “jóvenes desanimados”.

Pero ante estos jóvenes desanimados, según la periodista, muchas veces hay adultos frágiles, «mientras que el educador está como a la vanguardia de cualquier relación humana, de cualquier construcción humana, porque educar es dar sentido a la vida de modo que los chavales, en su relación educativa, descubran una posibilidad buena para sí mismos».

«El Papa nos ha puesto delante el desafío que tenemos que afrontar», empezó diciendo Carrón. «¿Cómo podemos contribuir, como adultos, en una época en la que domina la incertidumbre, el desánimo, la confusión, donde han saltado por los aires todos los referentes? O hay personas que, sea cual sea la situación en que se encuentren los chavales, puedan interactuar con ellos con una humanidad que, por su forma de ser, su pasión, su interés por la persona, logre despertar su deseo o bien, en medio del torpor general, si esto no existe no habrá posibilidad de tocar el centro de la persona, “el punto candente” del que hablaba Pavese. La única posibilidad es que los chavales se encuentren delante de una vida. Tienen que ver impresa en el rostro del adulto la esperanza».

Una esperanza fiable, una experiencia de victoria, añade Carrón. «Una experiencia no determinada por las circunstancias, una certeza que desafíe cualquier escepticismo y cualquier miedo. Una certeza encarnada que toque ese punto candente que, una vez despierto, hace arrancar todo lo humano. “Ni siquiera el confinamiento ha podido hacer que se separe”, me decía el profesor de un chaval gitano con el que ha empezado una cierta relación».

Pacto, proceso. Son las palabras que presiden la invitación del Papa, porque la realidad, señalaba Monica Maggioni, «se construye mediante esfuerzo, procesos, voluntad de conectar personas y ánimos diferentes. ¿Qué tipo de respuesta está encontrando este trabajo, monseñor Zani?».

«Es sorprendente ver la disponibilidad para colaborar por parte de muchísima gente», respondió el arzobispo. «Muchas veces están más disponibles, con esta voluntad de volver a empezar, personas que están alejadas de la visión cristiana. No olvidemos que en el mundo hay 220.000 escuelas católicas y que el 40% de sus alumnos no son cristianos». Citando el libro de Carrón, Zani destacó algunas palabras clave, como “experiencia”. «Educa quien se ofrece a sí mismo». Pero eso solo es posible dentro de un “encuentro”, segunda palabra, «que es triádico, implica vaciarse de uno mismo, de la propia identidad, para encontrarse con el otro. De ahí puede nacer algo nuevo. Para nosotros los cristianos, se trata de una visión trinitaria». Por último, la “realidad”. Como dice también el Papa, «“educar es introducir en la realidad total”, por tanto también con la dimensión trascendente». Solo así es posible hacer saltar la chispa, ese punto candente que hay en el corazón de cada uno.

Pero, «para tocar ese punto candente hay que dejarse herir, entrar en el tumulto de los adolescentes y rendir cuentas con uno mismo», añadió Affinati, recordando la lección del padre Milani. «La escuela debe ser el lugar de una vida intensa, de una vida consciente, de la relación con la realidad. Debemos partir de un sentimiento de unidad, hacer que los jóvenes no olviden el sentimiento de lo que echan de menos».

«La cuestión de la herida la entiendo perfectamente», añadió Carrón. «En clase no puedes hacer trampas, estás poniendo tu vida entera delante de los alumnos, que a su vez están esperando algo de ti. Y te sientes totalmente incapaz, es desproporcionado. Pero podemos solo podremos lograr que resuene algo en ellos si es experiencia para nosotros. Como decía don Giussani, “las palabras son solo sonidos para quienes no se implican; son el nombre de experiencias para quienes las viven”. Los chavales lo huelen, saben interceptar quién les ofrece una experiencia para vivir porque tienen un detector: la nostalgia. “La nostalgia de ese absoluto es como un telón de fondo, invisible, incognoscible, pero con el cual medimos toda la vida”, dice el poeta Ernesto Sabato. Los chavales lo tienen y con ellos no podemos fingir».

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Pier Paolo Pasolini, Cesare Pavese, Ernesto Sabato… Son muchas las citas de poetas y escritores que Carrón menciona porque, le dice a un asombrado Affinati, «vosotros los escritores interceptáis las experiencias más humanas y no encuentro expresiones más adecuadas de lo humano que las que hallo en vosotros, que me llaman mucho la atención. Por eso os cito».

«“Hoy necesitamos poetas”, decía el papa Francisco, para poder ser generadores de vida nueva», concluyó Zani. «Por eso mi última palabra es un inmenso gracias». Es el reconocimiento de un camino posible para todos: la educación. Es la comunicación de uno mismo, una forma original de entender la realidad y las relaciones con nuestros hermanos los hombres. Basta mirar…