Padre Andreij Iurevic con Jean-François Thiry

«El Meeting vuelve a suceder aquí. Lo noto en sus ojos»

Los voluntarios "ambassador" de Moscú lanzan un maratón en streaming. Casi seis horas para contar qué es lo que sucede en Rímini. Viejos amigos y recién llegados, habituales siberianos o un sacerdote ortodoxo con su mujer, que dice...
Luca Fiore

Maratón en directo por video dedicada al Meeting de Rímini. Se emitió el domingo 23 desde la sede de la Biblioteca del Espíritu de Moscú durante 5 horas y 55 minutos. Desde las 14, hora local, hasta las 20h, justo a tiempo para conectarse con el encuentro de clausura transmitido desde Rímini. Esta ha sido una de las iniciativas con que los voluntarios “Ambassador” rusos han querido dar a conocer el Meeting en su país.

El conductor del “programa” fue Jean-François Thiry, director de la Biblioteca, que presentó fragmentos de encuentros de ediciones anteriores con otros de esta edición especial, alternándolos con intervenciones de invitados "en el estudio". La escaleta estaba a tope: del metropolita de Minsk, Filaret, en 2010, al portavoz del Patriarcado de Moscú, Vladimir Legoyda, sobre el encuentro histórico en Cuba entre el papa Francisco y el patriarca Kiril en 2015; del testimonio de monseñor Paolo Pezzi, arzobispo de la Madre de Dios de Moscú en 2010 al diálogo con Julián Carrón sobre la esperanza, el video de la exposición “Vivir lo real” y el espectáculo sobre Dostoyevski presentado por Tatiana Kasatkina en esta edición 2020. Cada hora, desde el espacio “Tg Meeting”, una nueva amiga, Daria, resumía los contenidos de cada jornada de esta special edition, aunque hasta hace unos meses nunca había oído hablar del Meeting. Pocos minutos, pero eficaces: Mario Draghi, Mikel Azurmendi, Joseph Weiler, González Sainz. Imposible citar a todos, pero la idea era la de despertar la curiosidad.



Junto a Thiry, Aleksandr y Margharita Bayanov, de Novosibirsk, contaron su experiencia de diez años como visitantes del Meeting. «Cuando entras allí notas un abrazo que no te abandona hasta que te subes al avión de vuelta», decía Margharita. «Vuelvo a Novosibirsk con la experiencia de encuentros y exposiciones que me acompañan todo el año». Esta vez, nada de ir a Italia, pero han podido seguir varios encuentros traducidos al ruso.

Por su parte, Roman y Marfa contaron lo importante que ha sido para ellos participar en la preparación de algunas exposiciones, como la dedicada al metropolita Antoni de Suroz y a la Madre Maria Skobcova. «Lo primero que quería hacer al volver de Rímini era contarles la exposición a mi familia y amigos. Aquella experiencia todavía está viva en mí hoy». Para Roman, «participar en el Meeting significa preguntarse: “¿De dónde nace todo esto?”. No es una cuestión organizativa. Por qué la gente hace todo lo que hace es el verdadero tesoro por descubrir. Si lo descubrimos, podrán nacer grandes cosas también aquí, en Moscú».



En el directo desde la Biblioteca del Espíritu, también estaban el sacerdote ortodoxo Andrei Iurevic y su mujer Olga, invitados del Meeting en 2015. «No sabíamos muy bien dónde íbamos», confesó ella. «Pero nada más llegar enseguida nos dio la sensación de estar flotando. Llevábamos años buscando algo así. Luego intenté contárselo a mis amigos rusos, pero era difícil hacerlo con palabras». Al sacerdote, por su parte, «me gustó mucho esa apertura. Estuvimos toda la semana y nunca nos entraron ganas de ir a la playa. En Rusia tenemos mar pero no un evento como este». Su mujer añade: «Estuvimos allí hace cinco años pero en este streaming estamos volviendo a revivir el Meeting. Lo veo en el modo en que vuelven a iluminarse los ojos de mi marido».

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También participó Vika, que durante años ha sido voluntaria en el Pre-Meeting, la semana de "montaje". «Ayuda a aprender la concepción “medieval” del trabajo. Te conviertes un poco en coautor de la creación. El cuidado de cada detalle es lo que más me impactó de todo».

El directo terminó con la invitación a seguir por los canales del Meeting el acto de clausura, donde participaba la rusa Niuta Federmesser. Pero antes hubo tiempo para escuchar las palabras de monseñor Pezzi en Rímini en 2010. «Hace 25 años yo estaba entre los voluntarios que montaban este escenario. Entonces era fácil seguir y sentirse partícipe de una obra más grande que yo. Hoy me piden que hable desde este escenario. Para mí es esencialmente lo mismo. Yo siempre he buscado una cosa en la vida: responder al Misterio de Dios».