Emilio Bellani con un grupo de parroquianos

Brasil / 3. El poder de algo hermoso

Tercer (y último) capítulo del relato del padre Emilio, párroco en Salvador de Bahía. El descubrimiento de una “historia de amor” en una chica que renace bailando. Es solo uno de los «signos de la iniciativa con que Dios me rodea»
Emilio Bellani

Mientras escribo, oigo el ruido que llega del salón de abajo. Las chicas están haciendo los últimos ensayos para la fiesta de mañana, para acabar el curso de ballet. Me gustaría que uno a uno pudierais bajar conmigo a ver lo que sucede en la vida cuando se introduce algo hermoso. A mí también me hace bien ver, al acabar una jornada en la que ha prevalecido la queja, el rostro de… Esta vez, por delicadeza y prudencia, no diré el nombre.

Llegó de pequeña a nuestra actividad de baile. Luego, debido a las deudas contraídas por sus hermanos a cusa de ese maldito polvo, tuvieron que cambiarse de casa tres o cuatro veces en dos años, pasando por locales de alquiler, una choza sin baño, un garaje, y por último una casita de pocos metros con una sola ventana.

Motivos para quejarse en la vida no le faltan, nunca le han faltado. En esta situación, la escuela y el baile también sufren sus altibajos. La chavala, de 16 años, entra y sale sin parar en cada cosa que hace. Hasta desapareció de la circulación durante unos meses. Este asunto me preocupaba mucho porque le falta muy poco para que la vida de sus hermanos la absorba por completo. Solo veía, de vez en cuando, a su madre, que aparece por la puerta de mi casa cuando no tiene nada que echarse a la boca. Por fin volví a ver a la chica y la invité a volver al baile. Me di cuenta de que la vergüenza de no poder permitirse nada, ni zapatillas ni medias, la hace sufrir mucho. Finalmente vino a charla conmigo y con la profesora de baile, a la que adora. Al acabar el relato de su vida, llena de humillaciones, insistió en que la vida de sus hermanos ¡no la quiere de ninguna manera! Me pareció muy sincera, también cuando nos contó la multitud de historias terribles que ha tenido que vivir. Por otra parte, los del baile siempre me habían hablado muy bien de ella.



Ahora me gustaría acompañaros abajo para ver cómo se está preparando el evento de mañana. El baile prevé que una chica, a imagen de una lengua de fuego que sube hacia lo alto, suba bailando por las rodillas de las demás hasta imponerse sobre todas ellas. Las chicas, desde el principio, la eligieron justo a ella por su coraje. Y ella está muy orgullosa y muy feliz. Las quejas, a las que tanto derecho tiene, no existen en ella.

Sé que esto podría durar poco tiempo, y por eso la invitamos a una vida y a una amistad que duren. Pero es realmente impresionante ver el poder que tiene una cosa hermosa (aunque frágil) cuando la encuentras. Cambia la cara de la gente y prevalece sobre todo lo demás. En el fondo, me digo que en mí también puede prevalecer siempre la alegría. No por un esfuerzo, sino porque Él me ha puesto dentro de una historia de amor que se renueva con signos nuevos cada día que pasa.

Solo os he hablado de algunos gestos de la iniciativa que Dios toma a mi alrededor. ¿Pero qué otra cosa son los amigos que siempre me esperan, todos los veranos (para un testimonio o para compartir un salami, como hacen los alpinos en mi pueblo)? ¿O los cinco jóvenes de Cremona con los que compartí parte de mi trabajo aquí el verano pasado, recibiendo a cambio un inmenso bien? Admiré mucho su capacidad para adaptarse a situaciones imprevistas, su afecto a la misa diaria y a la gente, la inteligencia de alguien que –a los tres días– no se siente como quien ya lo ha entendido todo. O los cuatro sacerdotes de mi diócesis italiana que vendrán a verme en enero… Realmente, todo forma parte de la historia con la que Él me sigue diciendo que soy “precioso” a sus ojos.

Si una vez más he podido anunciar a tantos pobres padres que el lunes se vuelven a abrir las inscripciones para la “escuelita” de fútbol, el ballet, el curso musical, las colonias de enero y las vacaciones de adolescentes en febrero… es porque esta preferencia de Dios, a través de vosotros, y de los amigos que deciden ayudarnos de vez en cuando, no se acaba nunca. ¡Feliz Navidad!