La misa en un pueblo centroafricano

«¿Qué estoy haciendo en África?»

Profesor y director escolar jubilado, Nicola cuenta cómo decidió partir hacia África y todo lo que está aprendiendo en las misiones carmelitas de Bangui y alrededores…

Queridos amigos, os mando noticias de las misiones carmelitas de República Centroafricana. ¿Cómo he llegado aquí? Después de toda una vida dando clase, ya jubilado, durante los últimos cinco años me he enfrentado al problema de encontrar una tarea cotidiana que no fuera dedicarme tan solo a ser el chófer de mi mujer. Con los hijos casados, cada uno con su familia y sin grandes necesidades de ayuda, con la imposibilidad de encontrar ocupaciones significativas en Italia, me pregunté si todo aquello no sería un signo para poder buscar algo en África.

Cuando el Papa vino a la República Centroafricana para abrir el Año Santo de la Misericordia, un artículo en Huellas ilustró la actividad misionera de los carmelitas en este país. Entonces me puse en contacto con ellos, siguiéndoles mediante el boletín de su ONG, Amistad misionera. En mayo les propuse verificar posibilidades de colaboración en sus escuelas y obras sociales. Y ahora estoy aquí, y me quedaré un tiempo.



Primero estuve en el Carmelo de Bimbo, cerca de la capital, Bangui; luego en el seminario menor de Bouar-Yolè y, por último, en la parroquia de Bozoum, al norte. Me sorprende y me reclama, en las misas dominicales, su adhesión decidida a la fiesta, que testimonian con el canto y el cuidado de su vestimenta, hasta en las situaciones más pobres, como en los pueblos de la foresta.

Me llama la atención ver el hecho de que el anuncio del Evangelio viaja pie con los misioneros. Y todavía quedan lugares a los que debería llegar, y a nosotros nos toca ayudar en esto.

Me impresiona el hecho de que ciertas modas, con videos y canciones, cruzan continentes enteros, tanto que en el reglamento del seminario menor se indica que “no se admiten” pantalones de tiro bajo. Creo que en los entornos urbanos, como aquí en Bozoum, hay una juventud que necesita urgentemente un anuncio del “sentido de vivir”, algo que a la sociedad tradicional le cuesta transmitir. ¿Qué iban a festejar esa veintena de chicos y chicas, vestidos elegantemente a la europea, que vi anoche?

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Me conmueven los rostros de estos padres carmelitas y de tantos seminaristas locales que se lanzan a comunicar su amor por Cristo. Me conmueve encontrar aquí gente que, como yo hace muchos años, vivió la partida de Pigi Bernareggi a Brasil. La misión ha sido, desde siempre, una de las principales dimensiones de la vida del movimiento. Espero que el contacto con las situaciones “geográficas” de la misión agudice en mí y en los que me encuentro la necesidad de vivir esta dimensión a fondo, según el camino asignado a cada uno.
Nicola