Davide Prosperi saluda a monseñor Delpini (Foto Pino Franchino/Fraternità CL)

El saludo de Davide Prosperi

Las palabras del presidente de la Fraternidad de CL al término de la celebración por el aniversario de la muerte de don Giussani. Duomo de Milán, 23 de febrero de 2023

Excelencia, le agradezco de corazón, en nombre de toda la comunidad de Comunión y Liberación en la diócesis de Milán, que nos acoja esta noche en nuestro precioso Duomo para celebrar con nosotros esta santa misa dedicada a don Giussani y a la Fraternidad.

La cercanía y la paternidad que usted siempre nos ha mostrado son un testimonio vívido y reconfortante del abrazo y del apoyo de la Iglesia en nuestro camino.

Un camino que acaba de concluir un año muy significativo, durante el que hemos celebrado el centenario del nacimiento de don Giussani en todo el mundo. Lo hemos celebrado especialmente aquí, en la tierra donde Giussani nació y creció, donde vivió la experiencia de aquel “bello día” de su encuentro con Cristo que con tanto fervor nos transmitió, y donde generó una historia de fe y de amistad que luego se extendió mucho más allá de su amada tierra ambrosiana, conservando sus rasgos de manera vigorosa y concreta.

Celebrando el centenario hemos sido testigos de testimonios excepcionales y hemos vivido momentos de inesperada fecundidad y riqueza que han involucrado a muchísima gente. Hemos compartido con la Iglesia y con la sociedad lo que ha significado y sigue significando para nosotros el encuentro con don Giussani, el bien que, en las formas y en los tiempos que el Espíritu Santo ha querido, su vida ha generado y genera para toda la humanidad.

Excelencia, usted nos dirigía estas palabras en su homilía durante la misa que celebramos aquí hace un año, en el centenario: “llega el momento en que la misión impone una urgencia que no permite demorarse en cuestiones internas ni permanecer atados a malentendidos o resentimientos. Hace falta un ímpetu de servicio, de libertad espiritual y de magnanimidad”. Puedo decir que durante estos meses hemos intentando seguir estas indicaciones suyas. Los pasos que hemos dado han sido importantes y decisivos, y nos han hecho vivir con más certeza y gratitud en el camino que el Señor nos invita a recorrer.

Hasta llegar al encuentro con el papa Francisco en la plaza de San Pedro el pasado 15 de octubre, un acontecimiento extraordinario que nos ha ayudado a ser aún más conscientes de que la herencia recibida de don Giussani se nos ha confiado sobre todo para servir a la misión de la Iglesia en el mundo, sabiendo que vivimos tiempos, como nos dijo el Santo Padre, en lo que hace falta «renovación y relanzamiento misionero a la luz del momento eclesial actual, así como también de las necesidades, sufrimientos y esperanzas de la humanidad contemporánea». Este es el camino que estamos siguiendo.

Por último, quiero mencionar el dolor que nos acompaña por la subida al cielo de un padre como Benedicto XVI. Al volver a sacar a la luz lo que su figura significó para nosotros, hemos redescubierto la verdad de aquella frase del entonces cardenal Ratzinger que tanto impactó a don Giussani que nos hizo aprenderla de memoria: «La fe es una obediencia de corazón a esa forma de enseñanza a la que hemos sido confiados». En esta frase vemos que expresada una indicación fundamental para nuestro camino: vivir una obediencia al carisma que el Espíritu donó a don Giussani y al mismo tiempo permanecer centrados en la objetividad de la fe de la Iglesia, que nos ha alcanzado mediante el carisma de don Giussani.

Ha sido por tanto un año de verdadera Gracia, que concluimos esta noche junto a usted para reafirmar aún con más fuerza, conscientes de todos nuestros límites y con la humildad y gratitud que nacen de la fe y que estamos llamados a renovar cada día, lo que más nos importa, por encima de todo: Cristo, “vida de la vida”.

Excelencia, gracias por su oración y por sus palabras.

Davide Prosperi