Bonn. Volver a proponer la fe, superando divisiones
Escucha y diálogo sin renunciar al anuncio de la verdad. Así es como una comunidad sacerdotal de la Fraternidad San Carlo trata de animar la vida de su parroquia, en pleno Camino sinodal de la Iglesia alemanaCuando se lo contaron, no se lo podía creer. Por primera vez en casi tres años de trabajo, un alto representante del Camino sinodal de la Iglesia alemana iba a participar en un debate público. Lo cuenta Charlotte Kreuter-Kirchhof, profesora de Derecho en la Universidad de Düsseldorf y miembro del primer Foro sinodal. Tanto a ella como al profesor Christoph Ohly, rector de la Universidad de Teología católica de Colonia, la habían invitado los sacerdotes de la Fraternidad San Carlo que desde 2022 están a cargo de la parroquia de Bad Godesberg en Bonn. Una localidad histórica, donde en 1959 los socialdemócratas alemanes celebraron un congreso en el que abandonaron el marxismo para abrazar la economía de mercado, con una parroquia enorme. Ninguno de ellos había pensado antes en un debate con representantes de posturas opuestas sobre el Camino sinodal, es decir, el proceso de reformas impuesto por los líderes de la Conferencia episcopal alemana que está abriendo grandes heridas tanto en la jerarquía como en los fieles.
La voluntad de diálogo que se ha visto en Bonn ha sido un hecho sin precedentes. ¿A qué se debe? «Cuando llegamos –responde Nicola Robotti, uno de los sacerdotes de la San Carlo enviado a Bad Godesberg– la gente nos preguntaba quiénes éramos. Respondimos relanzando la actividad pastoral y proponiendo la Escuela de Comunidad como camino catequético para todos. Colgamos los carteles de invitación en todas las iglesias de la parroquia y ahora vienen 15 personas de manera estable y hay tres familias que se han apuntado a las vacaciones. Nos hemos hecho amigos compartiendo nuestro encuentro con Jesús, pero estamos aquí para encontrarnos con todos. Por eso decidimos confrontarnos también con una realidad tan compleja como la del Camino sinodal».
El Synodaler Weg es una propuesta de la Conferencia episcopal alemana después de varios estudios que se realizaron tras conocer casos de abusos sexuales cometidos por el clero en el pasado. Se identificaron cuatro cuestiones “estructurales”, cuya reforma libraría a la Iglesia del riesgo de nuevos abusos: división de poderes, vida sacerdotal, papel de la mujer, moral sexual. Los problemas de la Iglesia –al menos en Alemania– podrían resolverse repartiendo los cargos directivos de forma más democrática entre laicos y consagrados, eliminando el celibato sacerdotal, permitiendo que las mujeres puedan acceder al diaconado, cuando no al sacerdocio, y aceptando la ideología de género. Partiendo de la base de cuatro documentos preparatorios, en 2019 arrancó este Camino, al borde de un cisma frenado por las reiteradas intervenciones de la Santa Sede. Hace poco, cuatro obispos que siguen siendo fieles a Roma de los 27 que hay (los de Colonia, Ratisbona, Passau y Eichstätt) se negaron a aceptar un vacío legal que les permitiría eludir las disposiciones vaticanas.
El riesgo de ser encasillado en uno de los dos extremos es grande. «Para unos somos demasiado conservadores; para otros, no lo suficiente –admite Nicola. Tenemos fieles más vinculados a la tradición de la Iglesia pero también hay “católicos oficiales” que afirman lo contrario. Algunos nos han pedido colgar la bandera del arcoíris como signo de acogida. Pero nosotros creemos que la cruz de Jesús basta como signo de redención para todos. Sin embargo, no hemos querido dar por zanjado el tema, deseamos mostrar la verdad que nos ha cautivado y hacerlo de forma inteligente, como nos han enseñado, teniendo en cuenta todos los factores. Queremos encontrarnos, escuchar y tratar de entender sin renunciar a proponer nuestra fe».
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Así que en el otoño de 2022 dio comienzo en la parroquia un ciclo de cuatro encuentros sobre los grandes temas del Camino, titulado “Quo vadis Ecclesia?”, es decir, “¿Dónde vas, Iglesia?”, en el que participaron interlocutores que, partiendo de posturas opuestas, aceptaban dialogar con el público. «Han sido encuentros con mucha participación, hasta han salido en la prensa local. Nos ha sorprendido oír, desde el primer encuentro, que hasta ese momento el Camino sinodal nunca se había confrontado con otros sobre este tema, después de más de dos años de trabajo. Hemos hablado, dialogado, y hemos podido ver en acto la división de nuestra Iglesia hoy. Nos hemos dado cuenta de que el nivel de confrontación es alto y corre el riesgo de separarse de la experiencia. Había mucha hostilidad y hemos tenido que intervenir varias veces, sobre todo el párroco, Gianluca Carlin».
«Las personas que nos encontramos son las que Dios nos da y nos pide estar con ellas de forma razonable, porque el conflicto nunca ayuda –concluye Nicola–. Lo hacemos administrando los sacramentos, promoviendo encuentros culturales, conociendo a la gente personalmente –porque luego cada uno tiene su historia– e invitándoles a una nueva catequesis que parte de la lectura de la Sagrada Escritura, para empezar a mostrar la fe. A primeros de mayo, en un encuentro sobre la solemnidad de la Ascensión, participaron “conservadores” y “progresistas”. Señal de que desean profundizar en la fe».