(Foto Pellegrinaggio Macerata Loreto)

Macerata-Loreto. «Algo que el mundo considera simplemente locura»

El mensaje de Davide Prosperi, Presidente de la Fraternidad de CL, en ocasión de la 46ª peregrinación nocturna entre los dos pueblos de las Marcas que tendrá lugar sábado 8 de junio de 2024
Davide Prosperi

Queridos amigos:

Ante todo deseo agradeceros a cada uno que hayáis querido volver a peregrinar este año a la casa de la Virgen de Loreto. Gracias a los que participan por primera vez, a los que ya han participado alguna vez y a quien lo hace de manera constante. Secundar esta propuesta implica siempre una decisión que no podemos dar por descontado y que sobre todo está cargada de un significado y una fuerza capaces de cambiar nuestra forma de ver el mundo.

Vivimos un tiempo en el que lo que predomina, aparentemente sin resistencia alguna, es la oposición y el conflicto. Conflicto por imponer las propias ideas y pretensiones de realización, el propio proyecto sobre la realidad, la propia voluntad de dominio y posesión. Un conflicto que se da entre personas, entre familias, entre realidades sociales, entre pueblos y naciones. La guerra, tanto la de verdad como la guerra en las relaciones, parece ser la clave inevitable en el mundo que nos rodea. Esto hace que parezca demasiado débil, como si no tuviera ninguna consistencia, cualquier anhelo de paz y de esperanza. Parece imposible frenar el predominio del mal, cometido o sufrido, que ninguno de nosotros puede evitar experimentar.

Vuestro «sí» al gesto de esta peregrinación es una decisión totalmente libre con la que cada uno de vosotros afirma ante todo otra cosa, antes que cualquier otro deseo o aspiración, antes que cualquier otra urgencia, compromiso o responsabilidad personal que las circunstancias de la vida imponen inevitablemente, la humildad de la oración: «que no se haga mi voluntad, sino la tuya». Vuestro «sí» es la afirmación de un juicio nuevo y de una esperanza posible. Junto a muchos otros testigos, empezando por el papa Francisco, que no dejan de ofrecer incansablemente a la humanidad los rasgos de esta esperanza posible, en el camino que os espera vosotros también dais, paso a paso, el mismo testimonio. Sois, por tanto, “peregrinos de esperanza”, como reza el título del Jubileo que celebraremos el próximo año. En la bula papal de convocación del año santo, Spes non confundit («¡la esperanza no defrauda»!), Francisco nos ofrece estas palabras sobre la Virgen: «Mientras veía a Jesús inocente sufrir y morir, aun atravesada por un dolor desgarrador, repetía su “sí”, sin perder la esperanza y la confianza en el Señor. De ese modo ella cooperaba por nosotros en el cumplimiento de lo que había dicho su Hijo, anunciando que “debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días” (Mc 8,31), y en el tormento de ese dolor ofrecido por amor se convertía en nuestra Madre, Madre de la esperanza».
Los rasgos de esta esperanza nueva que el mundo espera son por tanto los rasgos del rostro de María. «No olvidemos nunca que la salvación, la esperanza y la alegría han entrado en la vida de cada uno de nosotros a través de la Virgen, “la más humilde y alta de las criaturas”, elegida para llevar al mundo la flor de la salvación, un hombre de carne y hueso, Jesús de Nazaret. María lo vio nacer, crecer, recorrer las polvorientas calles de Galilea, morir para resucitar y ella estuvo allí, bajo la cruz, con su llanto. Y ese llanto, desde aquel día, se ha repetido infinidad de veces durante todas las apariciones que han acompañado la historia del pueblo cristiano hasta hoy. El llanto de la Virgen es el mismo llanto de Dios, que se conmueve por su pueblo y derrama sus lágrimas por los hombres que se olvidan de Cristo, aquel por el que merece la pena levantarse por la mañana, ir a trabajar o ser atendido, por el que resulta humano hasta el sufrimiento, algo que el mundo considera simplemente locura» (L. Giussani, 2004).

Que las palabras del Papa y de don Giussani os guíen en vuestro camino juntos. Juntos porque vuestro “sí” no es solitario, sino el signo concreto de vuestra pertenencia a “su pueblo”, forma de la presencia de Cristo en la historia. Vosotros peregrinando y nosotros acompañando vuestros pasos y oraciones, ofrecemos a la Virgen con una sola voz nuestro llanto implorante, que es el llanto del mundo, para que lo ponga en manos de «aquel por el que merece la pena levantarse por la mañana», «por el que resulta humano hasta el sufrimiento». De ahí puede brotar el verdadero perdón que salva al mundo, la verdadera paz y la verdadera esperanza.

Os deseo que a lo largo del camino permanezca viva la memoria de que cada uno de vuestros pasos lleva consigo el camino de todo el pueblo cristiano, tal es nuestra unidad en aquel que María tuvo la gracia de llevar en su seno.



Con mi amistad,
Davide Prosperi