El cardenal Silvano Tomasi

Tomasi: «La experiencia de Giussani sigue dando fruto»

«No quiso crear un movimiento de convicciones teóricas, quiso que cada uno de nosotros descubriéramos la realidad de la presencia continua de Cristo en los acontecimientos de nuestra vida» (Padua, 22 de febrero)
Silvano Tomasi

Esta noche celebramos un doble acontecimiento. Recordamos la liturgia del día, la cátedra de san Pedro, apóstol de Roma, la cátedra, es decir, la sede desde la que el obispo de Roma habla y continúa la misión de Pedro confirmando a sus hermanos en la fe. También celebramos el decimosexto aniversario de la muerte de don Giussani, que ha inspirado a mucha gente para descubrir la realidad de Cristo personalmente. Su enseñanza, su experiencia, comunicada a tantos grupos de gente, sigue siendo una realidad que da fruto y que hace que el corazón de quien escucha esté más en paz consigo mismo, más capaz de dar respuesta a las preguntas que las inquietudes de este momento no dejan de multiplicar.

Don Giussani descubrió que Cristo no es un recuerdo histórico, sino una presencia que crea un evento continuo, que hace presente en la historia una realidad que parece escaparse, pero que de hecho está en la raíz y en la base de la vida cristiana que queremos llevar adelante en las circunstancias actuales. Por un lado vemos a Pedro convertirse en roca porque cree, su fe le transforma, el cambio de su nombre es signo de esta transformación. Simón se convierte en Pedro y sobre esta piedra, sobre esta roca, en la fe, se asienta toda la misión universal que Pedro tendrá que llevar a cabo. No se asusta ante sus debilidades, no pierde el coraje de amar a Cristo a pesar de sus equivocaciones. Luego Pedro, cuando Jesús ha resucitado, se convierte en el punto de referencia que asegura a los demás apóstoles porque vive y testimonia la fe que Cristo le ha inspirado. Don Giussani, en cierto modo, ha seguido esta experiencia histórica, no quiso crear un movimiento ni unos grupos de base de convicciones teóricas, quiso que cada uno de nosotros descubriéramos la realidad de la presencia real, de la presencia continua de Cristo en los acontecimientos cotidianos de nuestra vida. Una presencia que además se convierte en la fuente de un acontecimiento que engloba todos los demás acontecimientos. Porque nos pide la totalidad de lo que somos, porque Cristo se convierte en principio y fin de nuestras aspiraciones. Es el camino de un realismo concreto, de un realismo que no se separa de la abundancia de palabras con que a veces se intenta tapar todo. Este Cristo, que ha dado la respuesta a la vida generosa y fructífera de don Giussani, es quien puede dar respuesta, y de hecho la da, a nuestra vida, a nuestra experiencia cotidiana. Tenemos un encuentro ideal, pero con una forma real, con personas que viven la fe como roca sobre la que se apoyan y construyen la casa de su experiencia terrena. Recordad la parábola del Evangelio del hombre sabio y del hombre necio. El hombre sabio que construye su casa sobre roca. Vienen vientos, se abaten lluvias contra su casa, pero ella resiste porque sus fundamentos son seguros. El hombre necio construye sobre arena, vienen vientos y lluvias, y al no tener fundamentos firmes la casa se derrumba y no queda nada.

En la cultura de hoy, que nos rodea, suele prevalecer la cultura de la poca sabiduría y, como resultado, no hay frutos que puedan construir una comunidad, que puedan dar paz y satisfacción a largo plazo.
Pero si, como Pedro, nosotros también construimos sobre la roca de la fe, si como don Giussani nuestra prioridad es el conocimiento de esta presencia continua de Cristo en medio de nosotros, con nosotros, a pesar de nuestros altibajos de cada día, entonces la palabra de Dios se convertirá en una fuente de inspiración y de acción que cambia la realidad, que se convierte en un acontecimiento que nos transforma, a nosotros y a los que nos rodean, y escribirá una página nueva en la historia.

Que esta celebración nos recuerde este mensaje que, más que con sus textos, más que con sus muchos y preciosos textos y las muchas palabras que nos dijo, don Giussani testimonió con su vida. Él miraba a lo lejos, miraba a los inicios de la historia, de esta aventura del cristianismo en el mundo, porque tenía una fe inquebrantable en esta presencia continua de Cristo que nos empuja, que nos sostiene, que nos anima, que nos quiere. Al comienzo del camino del cristianismo en la historia, no había estructuras, programas ni especialidades que hicieran avanzar a la fe en el mundo de entonces. Pero hubo hombres y mujeres que, con su testimonio, decían a sus amigos: «Mirad, he encontrado una nueva manera de vivir, vivamos juntos esta experiencia». De esta manera transformaron y cambiaron sociedades enteras. Los sociólogos de hoy, analizando esta historia, confirman que a través de ese encuentro personal, hombres y mujeres que conocieron a Cristo y creyeron en su presencia lograron cambiar el mundo que les rodeaba.

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¿Hoy es posible repetir esa misma experiencia? Es una pregunta que debemos plantearnos para ver si podemos encontrar el mismo camino, de encuentros personales que tocan el corazón y la vida de la gente y les ayuda no a llevar a cabo una evangelización abstracta, sino en el descubrimiento de una presencia real que nos toca en lo más profundo y nos guía hacia una sociedad más aceptable, más justa y bella. Pidamos para que, mediante el sucesor de Pedro y el ejemplo del siervo de Dios don Giussani, podamos construir realmente sobre la roca de la fe, que podamos descubrir esta presencia en todas las circunstancias, incluso en las que la pandemia nos hace vivir. La presencia de Cristo que transforma los acontecimientos de nuestra vida cotidiana en un hecho que nos sacude, nos atrae y nos convence. De este modo también damos gracias al Señor por el ejemplo que nos ha dado con estas personas, como don Giussani, y seguimos caminando por el camino que él nos indicó, de tal modo que nuestra vida, nuestro corazón encuentre la respuesta que, conscientemente o sin saberlo, busca en todas las pequeñas experiencias de cada día.