Cinco nuevos sacerdotes y cinco diáconos. La Fraternidad de san Carlos este año sigue creciendo. Pero debido a la situación extraordinaria, las ordenaciones no se celebrarán de la manera tradicional en una basílica romana ni en presencia de amigos y familiares. Una decisión que no ha sido fácil, como explica el rector del seminario, Francesco Ferrari, y que ha supuesto dar un paso para profundizar en las razones de la vocación de estos jóvenes.

«Cuando estalló la pandemia nos preguntamos si era oportuno confirmar la celebración», declara Ferrari. «A primeros de marzo no estaba claro si sería posible reunirnos todos en Roma, puesto que cinco de estos seminaristas estaban de misión en el extranjero». Esto obligó a los responsable de la Fraternidad a centrarse en qué era lo esencial para la vida de los seminaristas y de la Iglesia. «Para tomar una decisión, también les preguntamos a ellos qué preferían: ¿ordenarse en junio, allí donde estuviera cada uno, aunque fueran sin familiares ni amigos? ¿O posponerlo todo indefinidamente? Ellos mismos fueron los primeros en expresar su deseo de dar este paso lo antes posible, mostrándose dispuestos al posible sacrificio de ordenarse lejos de casa».



Por esta razón, Riccardo Aletti y Nicola Robotti se ordenan el 19 de junio en la catedral de Colonia con el arzobispo de la ciudad alemana, el cardenal Rainer Maria Woelki. En Turín, el arzobispo Cesare Nosiglia ordenará el 27 de junio a Pietro Paiusco. En Washington, en el Saint John Paul II National Shrine, el arzobispo de Birmingham (Alabama), monseñor Steven J. Raica, ordenará diácono a Stefano Zamagni. En Roma, en la catedral de los Sagrados Corazones de Jesús y María se ordenará sacerdote Andrea Sidoti, por la imposición de manos de monseñor Gino Reali. En la misma celebración se ordenarán diáconos Francesco Babbi, Tommaso Badiani (que se irá a Washington), Stefano Peruzzo (que irá a Santiago de Chile) y Simone Valentini (destinado a la casa de Taipei). Por último, está pendiente de confirmar la fecha para Javier Rosales, que se encuentra en Bogotá.

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«La ordenación es el momento en que una persona ofrece a Dios su propia vida sin medida, sin cálculo, con una gratuidad total», señala don Francesco. «También es el momento en que la Iglesia acoge este don y convierte a esa persona en instrumento de la gracia de Dios para su pueblo. Hemos decidido privilegiar este evento de gracia entre Dios y la persona, sin posponerlo a más adelante y sin correr el riesgo de subordinarlo a aspectos secundarios, aunque importantes». Para el rector, esto significa «poner en primer plano solo el “sí” de cada uno a Dios y a la Iglesia. En esta situación, tan inesperada y dramática, miro con estupor la alegría con que estos hermanos nuestros se acercan a la ordenación, signo de su disponibilidad a Dios y de la gratitud con que se entregan a Él definitivamente».