John Henry Newman

Newman. La certeza en la vida concreta

¿Es posible conocer en tiempo de incertidumbre? Es la provocación de un congreso para alumnos y profesores, dedicado al gran pensador inglés, al que tanto miraron Bergoglio, Ratzinger y Giussani
Matteo Martellosio

Un congreso en el colegio. Esa es la primera novedad del congreso dedicado a la figura de John Henry Newman, titulado “Santidad, razón y libertad”, que se celebró el pasado sábado 27 de febrero. Siguieron el evento casi trescientos inscritos, en su mayoría estudiantes de los últimos cursos de instituto, con sus profesores y directores. La idea se le ocurrió a Luca Montecchi, director del Centro Cultural Don Gnocchi, pocos meses antes de que Newman fuera canonizado por el papa Francisco, el 13 de octubre de 2019. Con la implicación de otros centros educativos de Lombardía, aunque hubo que posponerlo un año debido a la pandemia, el congreso por fin pudo celebrarse aunque fuera online.

¿Qué autor mejor que Newman para plantear a los adolescentes que se acercan a la selectividad el tema de la certeza en tiempos de incertidumbre, como los que estamos viviendo? La empresa no era nada fácil, dadas las dificultades del pensamiento y de la escritura del filósofo, teólogo y novelista inglés. Pero los tres ponentes elegidos entre el mundo académico aceptaron con gran disponibilidad el desafío de proponer a los alumnos mayores la figura y el estilo de razonamiento del gran santo de Oxford.

La primera intervención, a cargo del teólogo Uwe Michael Lang, del oratorio de san Felipe Neri en Londres, se centró en el itinerario espiritual de Newman. Consistió en el relato de una vida que se dejó convertir continua y dramáticamente de la misma manera que narraba san Agustín en sus Confesiones. Michael Konrad, filósofo y sacerdote de la fraternidad de San Carlos Borromeo, partió de la pregunta que atravesó todo el itinerario de Newman: ¿cómo se puede alcanzar personalmente una certeza existencial? O, dicho en términos más filosóficos, ¿cómo puede la razón humana alcanzar la verdad? Para Konrad, si los filósofos en general prefieren el conocimiento universal al empírico –porque consideran que solo el primero puede ser cierto–, Newman en cambio tiene gran y confianza en el conocimiento de lo concreto, de lo que es no es puro y por tanto nos implica un riesgo. Por esta vía, afirmando que muchos problemas vitales no se pueden resolver con los métodos habituales del intelecto abstracto, Newman llega a elaborar una concepción nueva de la razón, que se diferencia de la razón científica porque actúa en la vida concreta.



Por último, Giuseppe Pezzini, profesor universitario en St. Andrews, Escocia, ofreció un camino inédito para acercarse a la figura de Newman: la novela. Con Calixta, Newman nos devuelve al siglo III después de Cristo. La protagonista de la obra es una mujer griega, gran amante del arte, que en el norte de África conoce y se enamora de Agelio, un cristiano al que Newman califica en la novela como «frío». Este encuentro encierra el significado fundamental del texto: la belleza del arte griego, al encontrarse con un cristianismo inerte, le devuelve la vida. Es un mensaje para nosotros: la fe puede dejarse provocar por el mundo contemporáneo y, de este modo, redescubrir la belleza de la vida nueva en Cristo y en la Iglesia.

De cara al congreso, los alumnos se prepararon leyendo en clase tanto partes de la Gramática del asentimiento de Newman dedicadas al tema de la certeza moral, como páginas de Luigi Giussani sobre la razonabilidad tomadas del segundo capítulo de El sentido religioso.
No son pocas las ideas que han dejado huella, pero hay una provocación que sacudió especialmente los días previos al congreso, que animó los debates de los estudiantes con sus docentes, e incluso en casa con sus padres. Para jóvenes que empiezan a tomar conciencia del problema del destino y de la cuestión afectiva, que empiezan a reflexionar sobre su futuro y que tienen que afrontar sus primeras decisiones adultas, oír decir a Newman y Giussani que incluso en este tipo de decisiones es posible alcanzar una certeza, y sobre todo ver la propuesta de un método seguro para alcanzarla, ha sido un gran descubrimiento. La certeza no es solo, en definitiva, una meta científica sino que también tiene que ver con la vida concreta, de modo que esta no queda relegada al relativismo de las opiniones.

Varios estudiantes esperaban este congreso con curiosidad por la cuestión de la razonabilidad de creer, impactados por la lectura en clase de un ejemplo contenido en El sentido religioso que se refiere a los primeros años de docencia de Giussani. El sacerdote italiano recuerda cuando, fuera de un aula del Liceo Berchet, después de su primera clase de religión, desafió a otro profesor y a sus alumnos afirmando que admitir la existencia de América sin haberla visto nunca era algo “muy razonable”.

Ha pasado mucho tiempo, más de medio siglo, desde aquellos lejanos años sesenta, pero todavía hoy, para jóvenes y adultos, para alumnos y profesores, saber que es posible obtener una certeza para vivir y sobre todo conocer el método para alcanzarla representa una alternativa radical a la perspectiva que ofrece hoy el nihilismo dominante.

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Para los docentes también ha sido un punto de no retorno. Pensar en proponer a Newman en un programa académico de filosofía ha resultado más sencillo de lo previsto. En el fondo, la cuestión de la certeza en el conocimiento atraviesa toda la historia de la filosofía moderna, desde Descartes hasta Kant o Nietzsche, y Newman lo aborda sin renunciar a dialogar con los autores de la modernidad, dejando en sus textos una postura cuando menos original. No en vano se trata de un autor que representa un punto de referencia imprescindible no solo para don Giussani, sino también para Ratzinger y Bergoglio.

El congreso llegó a su fin, pero en clase siguen hablando de Newman, y los profesores ya empiezan a pensar en una nueva aventura, tal vez dedicada a Romano Guardini, otro filósofo que marcó la trayectoria de Giussani, Benedicto XVI y Francisco, y que, al igual que Newman, desarrolló una filosofía de lo concreto existente en diálogo total con la modernidad. Una tradición en definitiva, la del rico y articulado pensamiento filosófico-teológico cristiano de los siglos XIX y XX que, aunque corra el riesgo de caer en el olvido para la mayoría, nosotros los adultos tenemos la responsabilidad de proponer una y otra vez a los jóvenes, que por su parte tienen toda la pinta de quererla acoger.
De hecho, al congreso del sábado seguirá, de marzo a mayo, un ciclo de tres “Lecturas teológicas” reservadas a Newman, Guardini y De Lubac.