Un momento del congreso FOE “Hechos de libertad, lugares de educación”

Congreso de educación. Para que la escuela sea un “lugar”

La cita anual de la asociación que engloba a docentes, gestores y personal administrativo de más de seiscientos centros en toda Italia, con participación de profesores de Estados Unidos y España
Paola Guerin

“Hechos de libertad, lugares de educación”. Este era el lema del convenio anual organizado en Italia por la CdO-Obras educativas FOE, que dio cita a personal administrativo, directivo, educativo y de gestión de más de 600 centros repartidos por toda la bota. Tres jornadas de trabajo con el deseo de compartir hechos de libertad e intentos de educar que tienen lugar en las escuelas, lugares de educación que, dentro de la complejidad de nuestra época, se ofrecen como una esperanza para todos.

José Medina, educador y responsable de CL en Estados Unidos, en un diálogo con Michele Faldi, director de la Oferta formativa, promoción y orientación en la Universidad Católica de Milán, partió de esta provocación: ¿las escuelas son refugios o lugares de libertad? Como América siempre se adelanta a lo que luego pasa en el resto del mundo, contó cómo allí ese amor incondicional por la libertad estaba cediendo el paso ante la sensación de estar a salvo. El deseo de imperturbabilidad, la necesidad de seguridad, están venciendo ante el riesgo de la libertad. Es lo que él llama la libertad de la primera vez, esa que tanto valoras cuando aún eres niño. «La primera vez que fuiste solo a comprar al supermercado o cuando, yendo a casa de un amigo, te perdiste por el camino y luego lo volviste a encontrar… Episodios que empiezan a hacer crecer en la personalidad aún informe del niño la conciencia de una capacidad personal. Hoy, en cambio, padres pobres en certezas ceden ante el miedo».



Medina, que define al hombre como un sistema anti-frágil, que necesita ser sometido a estrés para hacerse fuerte, algo así como un músculo que para mantenerse sano debe ser “estresado” con entrenamiento, invitó a no temer este estrés positivo que sostiene al joven en su crecimiento. En virtud de esto, todo puede ser un refugio y todo puede convertirse en un lugar. Depende de la postura de quien educa. Luego añadió que «un lugar capaz de educar es aquel que ama la complejidad del vivir, que no teme las contradicciones, que –como sugiere el papa Francisco– reconoce tanto la diversidad como la complejidad, no trata de resolverla sino que enseña al joven a estar delante de ella, un lugar capaz de generar hombres felices».

Sobre la complejidad de la vida habló también Leonardo Alessi, gestor de dos fundaciones y diez cooperativas repartidas entre la Toscana y la región de Emilia-Romagna. Siendo suplente en una escuela religiosa, le llamó tanto la atención cómo se cuidaba la belleza en aquel lugar que aprovechó la ocasión para empezar a ayudar a otras congregaciones religiosas y pequeñas realidades parroquiales. Así comenzó su aventura educativa, que le ha llevado a ocuparse de 35 guarderías, 50 escuelas infantiles, 17 escuelas primarias, ocho escuelas medias, cinco escuelas superiores y varios cursos de formación profesional. ¿Pero cuál es la responsabilidad que más le apremia? No la de hacer cuadrar las cuentas, que también es una cuestión vital, sino la de «querer ofrecer una contribución original a estas obras que me son encomendadas», respetando profundamente la tradición que las ha generado, y la de hacer crecer a sus colaboradores. ¿Y qué camino ha tomado? El de pedir ayuda a una escuela que veía más madura en su propuesta educativa y participar con más intensidad en la junta directiva de la FOE, con el principal objetivo de ampliar su horizonte indicando estas cuestiones a sus colaboradores, sin pretender decidir el resultado a priori.

A continuación fue el turno de Nicola Terenzi, joven coordinador didáctico de dos liceos en la provincia de Lombardía. Contó cómo, por el deseo de responder de manera más eficaz a las necesidades de sus alumnos, empezó a replantearse la oferta formativa de la escuela y su organización. Por su parte, Simone Invernizzi, profesor de un liceo milanés, puso como ejemplo un trabajo sobre series televisivas para mostrar cómo un cierto tipo de comunicación puede ser ocasión para un trabajo de reflexión y no solo un entretenimiento.

Durante la jornada, los talleres abordaron varios temas: el valor de la implicación del personal en la comunicación de la escuela, las campañas de fundraising, la educación en la afectividad, la valoración de los docentes, la elección de un sistema de gestión, la acogida de la discapacidad y los honorarios económicos que conlleva, el relato de experiencias didácticas y una reflexión sobre la identidad de la escuela.

Por la tarde, Ferrán Riera, director pedagógico de las escuelas Mare de Déu de La Gleva y Llissach, en la periferia barcelonesa, relató cómo en los últimos años ha asistido a un nuevo fenómeno de “fractura” humana. «Se educa mediante materias, pero el chaval y su familia portan exigencias que superan por todos lados la atención afectivo-intelectual a la que está llamada la escuela. Hay padres a los que tenemos que acompañar en procesos de desintoxicación, niños que hay que llevar al ambulatorio, madres y padres a los que hay que sostener en su relación matrimonial. Son solo algunos ejemplos de lo que quiere decir que las escuelas eran, ya antes de que lo dijera el papa Francisco, hospitales de campaña. En este sentido, la primera condición para que la escuela sea un lugar de educación y no una zona de seguridad es no sustraerse a estas nuevas exigencias que están apareciendo. Lo que educa es una relación, y eso significa que el equipo docente debe estar necesariamente abierto a la relación, a la situación de los alumnos y de sus familias».

Marco Masi, presidente de la FOE, en el congreso de Pacengo di Lazise (22-24 febrero 2019)

Una experiencia parecida es la de Michele Scacciante, presidente de la Fundación Santa Úrsula en Catania, gestor del Instituto Francesco Ventorino. «Ya no existe, ahora menos que nunca, un proyecto educativo perfecto que tú aplicas obstinadamente. Hay que aprovechar las circunstancias que la realidad te pone delante para interceptar las necesidades que existen, con la hipótesis de que estas provocaciones reales vayan conformando el proyecto educativo».

El domingo por la mañana, Giorgio Vittadini, presidente de la Fundación por la Subsidiariedad, relanzó la auténtica provocación educativa de los planes formativos. «Juntar las competencias cognitivas, el aprendizaje y la construcción del carácter. Pero esto no puede ser un mecanismo, no se pueden enunciar unos principios que describan la identidad de una escuela y su proyecto formativo. Hace falta empezar a declinar en la experiencia lo que se propone sobre el papel». Por último, señaló el valor que tiene una realidad asociativa como la FOE, una comunidad profesional que relanza y somete a confrontación intentos educativos que ya están en marcha, valorando la libertad y la diversidad de esos intentos, e invitó a todas las escuelas a mantener una apertura llena de curiosidad, a alimentar el deseo de encontrarse, conocer y experimentar. «Hacer una escuela así es reconstruir el tejido social, y es posible dar comienzo a una novedad sin tener que esperar a que una ley la legitime».

En la clausura, Marco Masi, presidente de la asociación, agradeció esos días de trabajo común, expresión de gente que vive la escuela, la ama realmente, y por eso busca compañeros de camino con los que dar pasos en esta aventura. Como dijo Vittadini, que existan escuelas así «ya es una novedad».