El padre Mauro Lepori durante la presentación de su libro en Madrid

«San José nos reconcilia con la tarea de ser padre hoy»

El padre Mauro Lepori, abad general del Císter, presenta en Madrid el libro que ha dedicado a la figura de san José, en un diálogo con Fernando Vidal, profesor de la Universidad Pontificia de Comillas
Juan Carlos Hernández

¿Por qué mirar a San José en el siglo XXI? La presentación en Madrid del libro El eco del padre, de Mauro Lepori, comenzó con esta pregunta de la periodista Elena Santa María, moderadora del acto, sobre una figura a la que el papa Francisco se ha referido como el «hombre de la presencia diaria, oculta y discreta».

El profesor Fernando Vidal destacaba la crisis de la figura del padre, «el vaciamiento de la paternidad tradicional que vive nuestra sociedad realmente es un tema que está de moda», asegura el sociólogo. En este contexto la figura de san José «nos ilumina en el camino de reconstituir una paternidad masculina. Nunca se ha publicado tanto como hoy sobre la paternidad, hay una demanda, un corazón que está herido».

El padre Mauro Lepori subrayaba que «en muchas ocasiones tomamos a los santos como personajes poderosos que con nuestras oraciones pueden resolver nuestros problemas cotidianos y podemos perder de vista lo más valioso, que es el camino de santidad que nos indican. Debemos tomar conciencia de que el hijo de Dios, para crecer, ha escogido la relación con un padre humano». El abad evocaba el famoso cuadro titulado Los primeros pasos, de Van Gogh. «Pensé en el día en el que tuvo lugar esta escena en la Sagrada Familia. Los primeros pasos son un momento decisivo en la vida de todo niño y Jesús ha hecho ese camino acompañado de un padre».

De izquierda a derecha, Fernando Vidal, Elena Santa María y Mauro Lepori

Fernando Vidal remarcaba que «nunca nadie del que sabemos tan poco hizo tanto. Esto nos pone en la clave del misterio de san José, que vive una relación con el Misterio en su vida cotidiana, relación que es descartada por el hombre moderno que se ha cegado por el deslumbramiento de lo científico-técnico. Frente al modelo masculino del poder, san José aparece como un hombre cuidadoso, atendiendo a todos en todo, y hay que buscarle en esos pequeños servicios. ¿Quién de nosotros no tiene límites que pueden incluso provenir de los límites de nuestros padres?».

«El asombro es una virtud que el autor pone en el centro de su texto», destacaba Fernando Vidal y, esta es «una experiencia continua de san José porque Jesús desbordaba continuamente sus expectativas, ¡qué fácil es proyectar nuestras expectativas sobre nuestros hijos! Los dos esposos compartían un asombro sagrado ante el acontecimiento del Hijo, como muestra el libro».

Existe una paradoja en San José, que es obedecer a la obediencia de Jesús. Para Lepori, «san José no está a la altura de su hijo, ¡es imposible! Esta idea puede reconciliar al hombre de hoy con la tarea de ser padre, en la que nos encontramos con tantos límites».

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En el libro hay páginas bellísimas sobre el silencio y la moderadora pidió a los ponentes que explicaran a qué silencio se refiere. Porque no es cualquier silencio sino un silencio abierto a la escucha. El autor del libro afirmaba que «el silencio cristiano espera una Presencia, no se busca el silencio, se busca una Presencia que viene».
«Existe, cada vez más, una mayor demanda de silencio budista y meditación –destacaba Fernando Vidal–, pero siendo crucial esto, es importante también callar juntos, y esto supone un diálogo en el que nos dejamos exponer a ese Misterio». La confrontación entre ambos ponentes era un buen ejemplo de este diálogo. «Todo está lleno de ruido y necesitamos hacer grandes espacios de silencio mientras que el silencio de san José nos abre al asombro», decía el profesor de Comillas, a lo que el abad sumaba que «casi todo en la vida de nuestro protagonista fueron cosas transparentes: cambiar pañales, llevar el burro, su trabajo de carpintero… y esa es una gran lección para nosotros».

Retomando la actualidad y la guerra en Ucrania, Lepori afirmaba que «el pueblo ruso tiene muchos dones y no tiene necesidad de afirmarse por el poder; por eso, Putin no es un padre. No se puede buscar en el poder la realización de mi vida o en la vida de un pueblo. Hemos buscado en el poder la realización de nuestra vida y por eso necesitamos una conversión».