Tiziano, Anunciación (detalle)

Tiziano y la densidad del instante

Una de las cinco obras que el pintor veneciano dedicó al “sí” de María, y que el Museo Diocesano de Milán ha elegido para este Adviento
Giuseppe Frangi

Hay pocos artistas del pasado tan “modernos” como Tiziano. Moderno por su gran libertad pictórica. Y moderno por su manera tan personal de abordar los temas que le encargaban. Es el caso, por ejemplo, de la Anunciación, que Tiziano acometió cinco veces a lo largo de su vida. A medida que iba avanzando su edad, sus obras se iban haciendo más empáticas a la vez que radicales.

La Anunciación que el Museo Diocesano de Milán ha elegido como una de las imágenes de este Adviento, es la penúltima que pintó Tiziano. La realizó en torno a 1560, cuando el artista ya había superado los setenta años, para la capilla que el banquero y comerciante de seda Cosimo Pinelli se hizo construir en la iglesia de Santo Domingo Mayor en Nápoles. Fue su hijo Giovan Vincenzo quien realizó el deseo que su padre expresó en su testamento. Al mudarse a Padua para estudiar derecho, logró contactar con el gran Tiziano para encargarle el cuadro del altar de la capilla dedicada a la Virgen anunciada. Actualmente esta obra se conserva en el Museo de Capodimonte en Nápoles.

Tiziano, Anunciación

El que llegó a Nápoles, enviado desde su estudio veneciano, era un cuadro “novísimo”. Nos encontramos en un ambiente cerrado y doméstico en el que los artistas han ambientado tradicionalmente la Anunciación. Tiziano dilata enormemente los espacios, que se convierten en espacios cósmicos, como subrayando que ese “sí” que la Virgen va a pronunciar es un “sí” que afecta a todo lo creado. El arcángel Gabriel irrumpe por la izquierda con gracia, pero también con mucha energía. Al otro lado, María se gira, separándose del atril. Tiene los brazos cruzados sobre el pecho, en señal de saludo pero también de disposición a escuchar el mensaje que Gabriel le trae. Es el momento en que los antiguos predicadores identificaban como la conturbatione y humiliatione de la Virgen. Arriba, la paloma del Espíritu Santo se abre paso entre las nubes, que se abren por una especie de ángeles en un clima de gran emoción, de «inquietud en los cielos», como escribió Roberto Longhi, el gran historiador del arte que reconoció la mano de Tiziano en esta obra, que durante mucho tiempo se consideró una copia del original.

Pero la innovación más radical de Tiziano está en la gran columna clásica que se eleva a espaldas de María. En la iconografía de la Anunciación, la columna situada entre la Virgen y el ángel simbolizaba la llegada de la encarnación de Cristo. En las numerosas versiones pintadas por Fra Angelico, este elemento es una constante. Tiziano reinterpreta con gran libertad esa tradición, y transforma la columna en un elemento grandioso que se eleva hacia las nubes, dando la impresión de ligar la tierra al cielo. La columna se convierte en signo de la irrupción de Dios que en ese instante se ha hecho carne.

Al llegar a Nápoles, el cuadro fue recibido con desconcierto por su novedad. Tanto que el 25 de marzo de 1562, día de la Anunciación, tras la celebración de la misa, hubo una disputa entre Scipione Ammirato, un joven literato que se oponía a la obra, y Bartolomeo Maranta, encargado de defenderla en nombre de un comité. El discurso de Maranta ha llegado hasta nosotros y representa un documento de gran interés en la vida cultural de Nápoles de entonces.

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Por último, hay otro elemento decisivo en la Anunciación de Tiziano, que es la luz. Hay una luz natural de tormenta que llega por la izquierda y otra en cambio inesperada que desciende desde lo alto rompiendo la capa de nubes. Con esta decisión, Tiziano logra devolver toda la densidad e intensidad a ese instante, que no era la realización de un guion ya escrito, sino la ocasión de ponerse en la piel de María, con su misma libertad.