(Foto © Scarlett Gho Espinoza)

Chile. En todo hay un bien que está por nacer

En un contexto social lleno de contrastes, con posturas que parecen irreconciliables, Encuentro Santiago desafía la idea de “tolerancia” y apuesta por encontrarse con el otro
Paula Giacosa

“Descubrir al otro: de la tolerancia a la estima”. Ese ha sido el título de la séptima edición de Encuentro Santiago, que se celebró del 22 al 24 de octubre. También es la mejor forma describir lo que hemos vivido estos días de encuentros en formato híbrido, presencial y por transmisión online.
El año pasado, en medio de la pandemia, quisimos afirmar “una esperanza en el presente”, sin escapar de las circunstancias, sino mirándolas y yendo al fondo de ellas. Este año, aun dentro de la adversidad del Covid, en medio de un escenario social y político de efervescencia, y con posturas que pueden parecer irreconciliables, proponemos pasar “de la tolerancia a la estima”.

Vivimos nuestra vida intentando “tolerar”, como si la realidad fuera un peaje a pagar para lograr sobrevivir: tolerar el trabajo diario, tolerar la propia fragilidad, tolerar la adversidad, tolerar al otro. Cuando descubrimos que es insuficiente rebelarnos ante la realidad, ante la diferencia que supone la presencia del otro y ante los propios límites, entonces la tolerancia parece lo máximo a lo que podemos aspirar.

¿Pero por qué la tolerancia no es suficiente para nosotros? Porque no nos conformamos con “soportar” lo que vivimos, no nos parece suficiente “no interrumpirnos” mutuamente o “permitir la mutua existencia” sin rozarnos por miedo al conflicto o, peor, por miedo a encontrar puntos en común con quien no comparte el mismo pensamiento. No nos resignamos a dejar al otro como alguien ajeno, pues estamos convencidos de ser parte de una misma humanidad. Ir de la tolerancia a la estima es afirmar que en toda búsqueda y expresión se manifiesta un punto irrenunciable del corazón humano. La estima es el sentimiento que nace frente a alguien o algo sin lo cual mi vida dejaría de ser ella misma.



En cada encuentro se hacía evidente la necesidad de hacer crecer una estima por el otro. Es la estima por el otro la que nos hace capaces de cambiar, la que nos vuelve capaces de desear y de participar en la búsqueda del bien común, ese “bien común” que no se reduce a un conjunto de conceptos generales sino que tiene en el centro al otro, con su particularidad. Se trata de ese bien común que no tiene que ver con un acuerdo general y abstracto, y que solo lleva a poner en pausa ciertos aspectos de la propia ideología. Se trata de ese “bien común” que no parte de lo general sino de lo esencial. Y lo esencial es lo que realmente nos une, lo que descubrimos en la particularidad del otro con que nos encontramos. Solo esto nos permite celebrar la diversidad no como última y sutil renuncia a algo, sino como la posibilidad de descubrir en el otro lo esencial que nos constituye como persona.
Así el otro y el instante se llenan de una posibilidad de bien que nos hace salir del estado en que comúnmente nos encontramos, como se decía en un encuentro sobre salud mental: «Vivimos pensando en el futuro y nunca estamos en el presente». Con un presente lleno de posibilidades nuestra persona vuelve a vivir en el ahora.

El viernes comenzó con un encuentro sobre filosofía, titulado “La empatía como puente entre la tolerancia y la estima”. La profesora María Alejandra Carrasco enfatizó el concepto de tolerancia en una sociedad polarizada, fragmentada, con rabia, en donde la tolerancia es una respuesta basada en no violar los derechos del otro. En cambio, planteó la estima como una actitud “pro social”, que representa una apertura al que es diferente, citando al papa Francisco. Empatizar no significaría justificar lo que otro hace, sino una postura de apertura para entenderlo, que permite juzgarlo de una forma diferente.

El sábado contamos con un espacio de arte para niños y por la tarde se celebró un encuentro sobre infancias vulneradas, evaluando el sistema estatal de protección de derechos infantiles, con la participación de la directora de la Escuela de Trabajo Social, Liliana Guerra Arbuto, y con testimonios de familias de la asociación Cometa. En Chile, el sistema de protección ha sido recientemente modificado, después de años de crisis y malos tratos a menores, con algunos casos trágicos. En este encuentro se evaluó la relevancia de la familia para ver a los niños más allá de las circunstancias adversas que han vivido, con la posibilidad de generar vínculos partiendo de una estima.



Desde un punto de vista empresarial, con la presencia del embajador de Italia en Chile, Mauro Battocchi, y con Clara Bowman, gerente de HIF Global, se abordó el tema de la transición ecológica, “el reto de volver a empezar”. El sábado terminó con una obra de teatro realizada por la compañía de teatro Quimera, titulada Hechos consumados, del dramaturgo chileno Juan Radrigan, de una gran crudeza, donde se evidencia en extremo la falta de tolerancia a nivel social.

El domingo se propuso un testimonio de participantes de la Fundación NATUF, compañía teatral compuesta por un grupo de chilenos judíos y palestinos que se juntaron para investigar y crear a partir de sus herencias, identidades y miradas antagónicas. Contaron su experiencia de trabajar juntos, partiendo de sus dolores y de su historia, cómo hicieron todo un recorrido para tolerarse, para llegar a ser amigos, construyendo sus identidades para poder conocer y aceptar al otro. Luego, otro acto reunió a personas que trabajan en centros penitenciarios de mujeres para cerrar después Encuentro Santiago con un concierto que hizo el recorrido de “Contemplar, descubrir, estimar: la mirada a través de la música”.

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El mundo camina hacia su plenitud así, por una estima particular, por una suma de estimas particulares. Es lo que hemos visto estos días. En uno de los encuentros nuestro amigo el chef venezolano Sumito Estévez contaba que se había apasionado por la cocina viendo cocinar a su madre. Cuando quiso averiguar qué es lo que había despertado esa pasión en ella, obtuvo esta respuesta: «Quienes me enseñaron a cocinar fueron ustedes, mis hijos». Es una estima concreta lo que da inicio a todo y es una estima concreta la que es capaz de llevar todo a su cumplimiento: desde ser chef hasta escribir una nueva Constitución, desde un nuevo ímpetu en la ciencia con las vacunas hasta una amistad entre pueblos en guerra.

Encuentro Santiago es para nosotros esa posibilidad: descubrir en el presente una realidad estimable llenos de la certeza, por el encuentro particular que hemos tenido y que nos anima, de que en todo hay un bien que está por nacer.

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