Libros para el verano. «No te bastas tú solo, y lo sabes»

Un profesor de Lengua y Literatura lee "El oficio de vivir", el diario de Cesare Pavese (de "Huellas" de Julio/Agosto)
Davide Ori

Escurridizo, incoherente, insaciable. Son los tres primeros adjetivos que se me ocurren tras releer El oficio de vivir, el diario de Cesare Pavese. Limitadas, como todas las palabras, esbozan a un hombre que quiso compartir con nosotros los últimos quince años de su vida. De hecho, lo que Pavese nos regala aquí no es un diario cerrado con llave, sino una obra aparte, un legado personalísimo. La poética, los amores, la fama, el sufrimiento, el sentido religioso.

Un diario rico, casi inmediato y coherente en su evolución. Pero este no es motivo de asombro, en el fondo cualquier hombre descubre y deshace, intuye y aclara, a medida que pasa el tiempo.
Sin embargo, me gustaría detenerme en el tercer adjetivo –insaciable– con un breve aperitivo. «Estás solo y lo sabes. Has nacido para vivir bajo las alas de otro, sostenido y justificado por otro, pero que sea tan gentil que te deje hacer el loco y hacerte la ilusión de que tú solo te bastas para arreglar el mundo. No encuentras nunca a nadie que aguante tanto; de aquí proceden tu sufrimiento y tus desintereses, y no de la ternura. De aquí, tu rencor contra el que se ha ido; de aquí tu facilidad para encontrarte un nuevo protector; y no de la cordialidad [...] no te bastas tú solo, y lo sabes».

Esta nota de 1947 es sobrecogedora, me conmueve siempre que la leo. Por un lado, la conciencia de su soledad, por otra la necesidad imperiosa de otro que nos salve. Impresiona la sinceridad de Pavese, su deseo de tener a alguien que sea un sostén duradero, no esporádico, como las muchas mujeres que se encuentran en sus páginas o sus amigos intelectuales. No se detiene ante la amargura de las relaciones que definen su vida, quiere sondear el motivo de su sufrimiento, y así descubre la necesidad de otro para vivir. Una necesidad que ya aparecía en 1939. «Se está estupendamente solo la mayor parte del tiempo. Gusta de vez en cuando tener un odre en el que verterse y después beberse a sí mismo: dado que pedimos de los demás lo que ya teníamos en nosotros. El misterio es por qué no nos basta escrutar y beber en nosotros y necesitemos recuperarnos de los otros».

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Estas palabras se amplifican en ese grito que cierra el diario cuando, en la cima de su carrera literaria con el Premio Strega, escribe: «En Roma, apoteosis. ¿Y qué?».

Cesare Pavese
El oficio de vivir
Seix Barral
pp. 432 - € 19,50