Don Giussani

Don Giussani y la fuente del deseo del hombre

Dos encuentros, en Milán y Roma, con René Roux, rector de la Facultad de Teología de Lugano, para presentar el libro que recoge las intervenciones en el congreso suizo del año pasado sobre el pensamiento del fundador de CL
Giorgio Paximadi*

El 23 de enero y el 6 de febrero, en dos prestigiosas sedes, como la Biblioteca Ambrosiana de Milán y la Pontificia Universidad Lateranense en Roma, el rector de la Facultad de Teología de Lugano, el profesor René Roux, junto con otros exponentes del mundo académico e intelectual (monseñor Francesco Braschi, doctor de la Biblioteca Ambrosiana; Patrick Valdini, profesor emérito de la Pontificia Universidad Lateranense; Franco Manzi, profesor de la Facultad Teológica de la Italia septentrional y jefe de estudios del seminario de Venegono, junto al director editorial de Eupress-FTL Antonio Tombolini y el periodista Pigi Colognesi) presentará el libro Luigi Giussani. Il percorso teologico e l’apertura ecuménica, un volumen que reúne no solo las intervenciones del congreso internacional celebrado en Lugano en 2017 sino también otras intervenciones científicas que ilustran aspectos del pensamiento giussaniano que no pudieron encontrar espacio allí.

Los organizadores de Milán han querido titular esta iniciativa con la frase: “Un pensamiento original”, tomando palabras pronunciadas por el cardenal Angelo Scola, que nunca ha ocultado ser alumno y discípulo del sacerdote ambrosiano. En efecto, esta definición capta sintéticamente la principal característica del pensamiento de don Giussani. De hecho, su obra no es teológica en el sentido sistemático del término. Su texto conceptualmente más elaborado, el “PerCorso” (curso básico de cristianismo), no se presenta como una obra científica propiamente dicha, sino que nace de esa preocupación educativa que siempre caracterizo a don Giussani. Como es sabido, él dejó una carrera académica que parecía prometedora para dedicarse a la enseñanza de la religión católica en los liceos de Milán. Le preocupaba el formalismo y la falta de relación con la experiencia humana propias de gran parte de la práctica cristiana en una época en que la Iglesia, sobre todo la ambrosiana, se concebía en términos un tanto triunfalistas como una societas perfecta, destinada a informar al mundo.

El deseo de don Giussani, delante de sus alumnos, nunca se vio movido por impulsos proselitistas o apologéticos, a pesar de que el influjo de la literatura apologética estaba muy de moda en su época –aunque indudablemente menos en el seminario de Venegono–, y eso resulta evidente en sus textos. Su deseo fue siempre encontrarse con sus alumnos al nivel de su humanidad y de ese “sentido religioso” que caracteriza su obra con tanta fuerza, aunque esta formulación, conviene recordarlo, no se debe a Giussani, sino al cardenal Montini.

Este deseo fue lo que le llevó a presentar el cristianismo en los términos de «acontecimiento» y «encuentro», como señala Ezio Prato en su colaboración, y también –y tal vez sobre todo– de «experiencia», un término que entonces sonaba peligrosamente a modernismo y que aún ahora, en ciertos ámbitos, sigue teniendo ese matiz. “Pensamiento original”, por tanto, en el sentido de un pensamiento que quiere ir a las fuentes de la pregunta y del deseo humanos para descubrir una apertura natural a la revelación del misterio de Dios que encuentra su respuesta en Cristo y en la Iglesia.

El libro, que se presenta en estos encuentros ante la opinión pública, se dirige ante todo a la comunidad científica y tiene la ambición de ser un texto, como se dice hoy con un anglicismo que puede resultar útil, ground breaking, es decir, no solo innovador porque quiere formular con términos nuevos una perspectiva conocida, sino porque, de un modo un tanto osado, quiere señalar un nuevo tema de investigación, adentrándose en territorios hasta ahora ignotos, al menos en la reflexión teológica propiamente dicha. Es evidente que una operación pionera de este tipo puede encontrarse con numerosas críticas –y bienvenidas sean– pero hay que subrayar que del congreso de Lugano y sobre todo de este libro pueden derivar, como ya están derivando, cuestiones que den paso a posteriores investigaciones y publicaciones.

En efecto, cada una de las secciones en que se articula el libro ofrece numerosísimos puntos que merecerían una investigación más profunda: desde la reconstrucción histórica, que suscita mucha curiosidad y dese de saber más de un periodo muy estimulante de la historia eclesial, caracterizado por la presencia de grandes pensadores, a la apasionante relación entre Giussani y los teólogos de su tiempo y de los últimos siglos del pensamiento cristiano. Onorato Grassi, en su intervención, muestra cómo la relación entre Giussani y Newman merece una mayor indagación, y lo mismo podemos decir de muchos otros autores. Es cierto que actualmente la investigación está en un momento complicado por el estado de los archivos que, dadas las exigencias del proceso canónico que está en curso, solo son accesibles en parte, pero incluso limitándonos a lo que está editado o es de dominio público nos encontramos ante una mina de textos que siguen estando aún críticamente inexplorados.

No queda más que esperar que este libro, que no puede concebirse simplemente como unas “actas de congreso”, como tantos otros que pueblan los estantes de nuestras bibliotecas, dado a conocer y ofrecido a la atención de la comunidad científica, gracias también a las prestigiosas instituciones que lo presentan, suscite un renovado interés por el “pensamiento original” de un personaje que debe situarse sin lugar a dudas entre los protagonistas del catolicismo del siglo XX y, sobre todo, que despierte en muchos expertos el deseo de profundizar científica y críticamente en él, descubriendo así toda su riqueza y actualidad.

* profesor ordinario de Exégesis del Antiguo Testamente en la Facultad de Teología de Lugano y uno de los coordinadores del libro