Los proyectos de AVSI en Siria se dedican sobre todo a la educación (Foto AVSI)

Siria. Educar para reconstruir

En un país probado por trece años de guerra, epidemias de cólera y terremotos, el testimonio de alguien que trabaja para no dejar solos a niños, viudas y ancianos
Maria Acqua Simi

Hadi Kobeissi es un joven libanés que trabaja como jefe de proyectos de AVSI en Siria. Su nacionalidad no es un dato obvio. La relación entre ambos países es complicada, desde antes de la guerra que desde hace trece años se combate en tierra siria. Musulmán, casado y padre de un niño de seis años, Hadi vive haciendo la lanzadera entre Beirut y Damasco. Actualmente dirige una nueva sede de AVSI en Latakia, la ciudad portuaria más importante de Siria en el Mediterráneo.

Nos encontramos con él en Italia, adonde ha ido para participar en un acto de la campaña de Navidad. «Será duro volver después de estos días, pues aquí puedo darme una ducha caliente todos los días, no tengo que preocuparme por cargar el teléfono ni las baterías de un generador en los pocos momentos disponibles, ni pensar si tendré algo de comeré. Siria es otro mundo, un mundo que paradójicamente es aún peor que en los peores momentos de combate. No me gusta desgranar datos, aunque mi trabajo me obliga todos los días a dar cifras. Y los números son claros. La Oficina de Naciones Unidas para asuntos humanitarios estima que la emergencia humanitaria afecta allí a 15,3 millones de personas, de las que 6,5 son niños. Casi el 90% de la población siria vive bajo el umbral de la pobreza. La guerra, la inflación, la crisis económica, el terremoto del pasado 6 de febrero y la epidemia de cólera hacen el país totalmente inestable». En este contexto, AVSI trabaja con proyectos en los ámbitos educativo, sanitario y laboral.

Dedican especial atención a los niños huérfanos y a las mujeres que, al quedarse viudas por la guerra, tienen que sacar adelante a su familia solas. «Un día me encontré en Alepo con una niña guapísima que tendría ocho años. Estaba sola y me dijo que estaba esperando a su madre para irse a trabajar con ella. Nunca olvidaré sus ojos. Porque pienso en mi hijo, poco más pequeño que ella, y sé que a esa edad solo se debería pensar en jugar, ir al colegio y curiosear. Pero ella se iba a trabajar para mantener a su familia. Cuando pienso en el lema de la campaña de AVSI de este año, “Deseamos la paz. Vamos a ponerle rostro, el nuestro”, pienso en ella. Todo lo que podemos hacer como ONG en Siria tiene esa finalidad: reconstruir a la persona».

Cuando le pregunto qué significa eso en su experiencia personal, dice que «significa no quejarme si para trabajar en Siria tengo que pasarme cinco meses sin ver a mi mujer y a mi hijo. Significa que en Navidad, cuando vuelva a casa, mi hijo ya sabe que lo celebraremos de manera sobria porque los mejores regalos –desde hace dos años– hemos decidido destinarlos a los menos afortunados. Un pequeño gesto que cuesta pero que sé que le enseñará a mirar a los demás con generosidad y con todo el amor posible».

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Esta mirada la lleva a Hadi y también el método de trabajo de AVSI. Esta ONG se dedica en Siria a apoyar a los hospitales que aún funcionan, a la rehabilitación de los centros educativos (durante los últimos años se han rehabilitado cinco colegios en los alrededores de Damasco y cuatro en la zona rural a las afueras de Alepo). Para apoyar a niños y niñas como la que se encontró Hadi, AVSI organiza varias actividades para favorecer la recuperación de los años de estudio perdidos con campañas de “Back to learning” (volver a aprender, ndt.). El equipo apoya activamente a estos pequeños para que puedan reincorporarse al sistema educativo, por vacilante que sea. «He visto que el único punto de reconstrucción real, para que la paz sea posible, es la educación. No quiero minusvalorar otros proyectos porque hay muchas necesidades, pero la educación es sin duda la clave de la paz. La única posible».