Gente trabajando en Haití (Foto Avsi)

Haití. El bien genera bien

La campaña de AVSI servirá para apoyar los proyectos de Haití. Lo cuenta Jessica Granito, que trabaja en la isla desde 2017
Maria Acqua Simi

Jessica Granito empezó a trabajar en Haití en 2017 como parte de las fuerzas civiles de paz para la Fundación AVSI. Hoy sigue trabajando en la isla caribeña como coordinadora humanitaria de proyectos de esta ONG allí. Durante estos años ha visto cuánto ha cambiado la isla, y no a mejor.

«He recorrido Haití a lo largo y a lo ancho, aunque ahora estoy “fija” en la capital, Puerto Príncipe, que es la zona más complicada porque está en manos de grupos armados. A pesar del clima de inestabilidad, todavía podemos movernos por las comunidades más pobres, como Cité Soleil y Martissant, porque somos una presencia consolidada en el país desde 1999. Pero las cosas no son fáciles. El mundo solo recuerda esta isla por el terrible terremoto de 2010, pero estos años ha habido otros terremotos, huracanes, epidemias, mientras la pobreza, la violencia y la inestabilidad política son el pan de cada día. En 2018 dieron comienzo unas manifestaciones imponentes que todavía perduran con barricadas y enfrentamientos que han sumido Haití en un descontrol total. La gente protesta por muchos motivos. Cíclicamente, falta el carburante y eso significa bloqueo: ni electricidad ni combustible. Muchas veces los barcos atracan en Puerto Príncipe pero, como el gobierno haitiano no tiene dinero, se queda inutilizado. Otras veces el ejecutivo ha elevado tanto el precio del combustible para poder comprar más que lo hace inaccesible para la población. En definitiva, un círculo vicioso. A todo esto hay que añadir que la pandemia y la guerra en Ucrania empeoraron los ya frágiles intercambios internacionales. En junio de 2021 las bandas armadas que controlan Martissant (un barro cuya carretera es la única que conecta todos los departamentos del sur de la isla) comenzaron una guerra que ha cambiado completamente la geografía de los sistemas de control de la zona. Las alianzas se han alterado, ha habido enfrentamientos, ejecuciones, secuestros y ataques armados contra civiles, lo que ha hecho que moverse entre la capital y la periferia resultara complicadísimo. Esto ha causado problemas económicos porque el sur agrícola, con la gente que llegaba para vender sus productos en la ciudad, ha quedado aislado. Las calles no son seguras, los hospitales no funcionan, la desnutrición se ha extendido. Por si fuera poco, en julio de 2021 asesinaron al presidente haitiano. Ahora ocupa el cargo un presidente no reconocido a nivel constitucional por todos, al que le cuesta implementar políticas sociales eficaces, tanto que en los próximos meses está prevista una intervención de Naciones Unidas para intentar restaurar al menos la seguridad, puesto que el 80% de la capital está en manos de bandas».

El escenario es desolador, pero Jessica no se desanima porque cada día ve la pasión y dedicación con que el equipo local de AVSI se moviliza para ayudar a las personas más frágiles y a las familias más vulnerables. A menudo son personas y familias conocidas, con las que han crecido y con las que comparten sufrimientos y fatigas. El lema de la campaña de Navidad de AVSI, “Deseamos la paz. Vamos a ponerle rostro, el nuestro”, le ha provocado mucho. ¿Qué significa construir la paz allí donde todo parece derrumbarse inevitablemente? La respuesta está en ciertos hechos. Uno en particular.

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«A diario veo personas que viven en situaciones injustas y eso me duele. Pero me encuentro con un pueblo que resiste, capaz de compartir lo poco que tiene. Me impresionó mucho la historia de una chica de 15 años que se quedó embarazada después de sufrir varias violaciones. Abandonada por su familia, estuvo viviendo en la calle pero tuvo a su hijo. Cuando la policía la encontró, en el sur de Haití, el pequeño estaba en grave estado de desnutrición porque la joven, aunque lo adoraba, no sabía cómo cuidarlo. En el fondo era una niña igual que él. Lo trasladamos de urgencia a la capital en helicóptero y nos hicimos cargo. Poco a poco se recuperó y al mismo tiempo incluimos a la mamá en el proyecto de adopción a distancia porque quería seguir estudiando, y le ofrecimos asistencia y apoyo psicológico. Todavía no está “fuera de peligro”, en el sentido de que aún es menor y nuestra esperanza es que el día de mañana pueda encontrar un trabajo que le permita mantenerse con su hijo. Todavía queda mucho por hacer pero ella ya vive con un agradecimiento y un deseo de vivir increíbles. Y lo revierte a los que tiene alrededor. Eso construye la paz. Si tuviera que hablar de “construir la paz” en general no sabría qué decir. No tenemos el poder de hacer desaparecer por arte de magia la pobreza y la injusticia. Pero viéndola a ella puedo decir que es posible. Ella sabe el bien que ha recibido y algún día se lo contará a su hijo, y él crecerá sabiendo que ha sido muy querido. Esto tal vez le permitirá también decidir ser un hombre bueno, honesto, creativo. El bien genera bien. Creo que la paz solo puede nacer de aquí».