La presentación en Cambridge

Cambridge. El sentido religioso y una «experiencia viva»

En la universidad inglesa, la presentación del libro de don Giussani, una mesa redonda con la reverenda anglicana Arabella Milbank, el sacerdote católico Paschal Uche y la física Maria Ubiali
Sofia Carozza

En mayo, la comunidad de Cambridge organizó en la capellanía católica la presentación de la nueva edición de El sentido religioso. El gesto nació por iniciativa de Maria Ubiali, profesora de Física Teórica en la universidad, que no veía el momento de volver a empezar a trabajar ese texto en Escuela de comunidad porque «las intuiciones de Giussani corresponden directamente no solo a mis exigencias, sino también a las de mis compañeros y alumnos». La reanudación del PerCorso ofreció a todos una ocasión para compartir con otros el camino que estamos haciendo. De ahí la decisión de organizar un encuentro público sobre el texto.

Impactados por el hambre que sorprendimos dentro de nosotros y de los que nos rodean en este tiempo de crisis, elegimos como título “El ser humano es un investigador incansable”, partiendo de una cita de El sentido religioso: «La vida es hambre y sed y pasión de un objeto último que se asoma a su horizonte, pero que está siempre más allá de él. Y es esto lo que, al ser reconocido, hace del hombre un investigador incansable».

Intuyendo que un diálogo basado en la experiencia sería la mejor manera de comunicar la radicalidad del enfoque de Giussani, pensamos hacer una mesa redonda informal. Elegimos como ponentes a la reverenda Arabella Milbank, capellana anglicana de los college de Selwyn y Newnham, que ya conocía el movimiento por varios amigos que hacían la Escuela de comunidad en Cambridge con un grupo de anglicanos, y al padre Paschal Uche, joven sacerdote de Colchester, que ya conocía a las comunidades del movimiento que hay en su parroquia, para acompañar a la propia Maria. Todos ellos mostraron la impresión que les había causado no solo la lectura de El sentido religioso, sino también el encuentro con personas del movimiento. Con avisos públicos, pero sobre todo mediante relaciones personales, invitamos a toda la ciudad.

Al final había más de cincuenta personas, la sala estaba llena de caras nuevas, gente a la que habíamos invitado o que simplemente habían visto el cartel por ahí, muchos se encontraban con el movimiento por primera vez. Lo sorprendente fue que, aunque el diálogo no estaba preparado y los ponentes no se conocían, hubo una sintonía inmediata, como si fueran amigos de siempre. El diálogo empezó enseguida compartiendo una experiencia viva, más que como un intercambio intelectual. Partieron de un encuentro con un lugar, unos rostros, con la gratitud de encontrarlo de nuevo y más a fondo en este libro. Cada uno de ellos a su manera quiso compartir su experiencia de libertad: libres del miedo a las preguntas últimas, libres de abrazar la inquietud o tristeza del corazón, libres para empezar a tomar la vida en serio. Hablaron de lo que significa vivir la dimensión comunitaria, de la comunión, según la propuesta de Giussani, y más en general de un camino de conversión. El padre Paschal expresó su deseo de vivir dentro de una compañía que lo desafíe cotidianamente a verificar su fe y la reverenda Arabella explicó que este libro se había convertido para ella en una compañía viva dentro de los desafíos cotidianos.

Luego se adentraron en la provocadora pretensión de Giussani sobre la razón, centrándose sobre todo en la unidad en la búsqueda de la verdad mediante la ciencia y la fe. Maria, experta en Física de partículas, describió su experiencia de unidad tanto en el trabajo como en la fe, siguiendo un recorrido que de signo en signo le permite alcanzar una certeza existencial. Pero no se trata de una certeza estática, sino de un camino continuo de descubrimiento. El padre Paschal relacionó este hecho con la “sacramentalidad” de la realidad y su deseo de verlo todo con la profundidad del Misterio, con ese asombro radical al que nos invita Giussani. La reverenda Arabella comentó que la dinámica del signo es un reclamo a la naturaleza poética de la realidad, que en todos sus pliegues, hasta en los más dolorosos, muestra el rostro de un misterio encarnado.

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Irene Galandra, moderadora del diálogo, se refirió después a la afirmación de Giussani de que toda la realidad es positiva. Ante la imagen del renacer que plantea el capítulo décimo, se preguntaba cómo es posible vivir la vida –y sus dificultades– con asombro. Paschal dijo que él implora a Dios que mantenga siempre vivo su asombro durante la consagración eucarística, y poder mirar la realidad entera con esa mirada. Milbank contó lo que supuso para ella el nacimiento de sus hijos y el asombro que experimentó ante su presencia. Esto le ayuda a afrontar la vida esperando descubrir la “cualidad poética” que contiene. Maria señaló que comprender la positividad de la realidad y partir de ella es algo que le cambió la vida. Aceptar algo como dado le permite entrar en relación con el Misterio que lo da y descubrir así la paz y la alegría.

Para terminar, los ponentes hablaron de la percepción de liberación radical y simpatía hacia nuestros hermanos los hombres que deriva del hecho de poner en el centro las preguntas del corazón. Solo una fe arraigada en la victoria final y en el atractivo de Cristo infunde confianza en este camino. Así era la fe de Giussani, que cualquiera puede alcanzar siguiendo su propuesta.