La biblioteca de la Universidad de Oxford (Foto Unsplash/Ben Seymour)

Oxford. Una fuente de fe y unidad para todos

La presentación de El sentido religioso entre los muros de la antigua universidad de la ciudad inglesa. Una ocasión de testimoniar lo que ha cautivado la vida de cada uno
Francesco Banfi

«¿Por qué no hacemos una presentación pública de El sentido religioso en la universidad?». La idea surge en una conversación telefónica con mi amigo Beppe, profesor en la Universidad de Oxford. Desde octubre, yo también estoy en esta ciudad inglesa haciendo un doctorado en Filosofía, así que me he incorporado a la pequeña (pero vivaz) comunidad del movimiento.

Nuestro deseo compartido era una ocasión pública para testimoniar nuestra presencia. Pensamos en un lugar posible y decidimos que la opción más sencilla y natural sería la Capellanía Católica de Oxford. En los primeros meses desde mi llegada pude conocer bastante bien la realidad de la comunidad católica universitaria y constatar que, desde cierto punto de vista, Oxford podría considerarse una realidad “bendecida” en comparación con la situación media de un país como Reino Unido. De hecho, hay un contexto muy vivo y positivo (sospecho de la influencia de gigantes de la fe como el cardenal Newman y escritores como Tolkien y Lewis) con un número significativo de estudiantes creyentes, tanto ingleses como de otros países, que quieren vivir en serio su fe y se implican en iniciativas y momentos comunitarios.

Justo después de mi regreso tras las vacaciones de Pascua, me reuní con los capellanes de la universidad para proponer la idea del libro. Intenté prepararme para esta conversación, temiendo que me tocaría abordar una serie de cuestiones políticamente “delicadas”: queremos hacer una iniciativa que sea “nuestra” pero al mismo tiempo no queremos “invadir” el espacio de la capellanía. Pues la Iglesia católica inglesa presta mucha atención a las lógicas institucionales.

Al final, el encuentro concretó la forma de la presentación del libro y, por varios motivos, la capellanía prefirió que lo presentara un alumno. Moraleja: me tocó a mí. ¿Qué podía decir yo que fuera significativo, y además en un idioma que no es el mío, sobre El sentido religioso?

Con el paso de los días, esta pregunta se convirtió en una auténtica ocasión para volver a ponerme seriamente delante del libro. Empecé a preguntarme por el papel que ha tenido este texto en el descubrimiento de mi propia fe, pero también cuál es la contribución original y específica de Giussani que vale la pena testimoniar en un contexto como el de Oxford. Mientras preparaba mi intervención, me di cuenta de que en el fondo la respuesta a ambas preguntas era la misma: lo que me ha persuadido a mí de la propuesta de Giussani y su contribución original en un contexto como este dependen de lo mismo. La pertinencia de la fe con las exigencias de la vida, con todos los aspectos de nuestra humanidad.

Si miro a muchos de mis amigos aquí, veo que, desde muchos puntos de vista, han recibido una formación y una catequesis que no tiene nada que envidiar a la que yo he recibido en el movimiento. Al mismo tiempo, el vínculo entre nuestra humanidad y la fe es algo que no se puede dar por descontado ni siquiera ante la persona mejor preparada doctrinalmente. Ahí es donde la propuesta de Giussani se convierte –sobre todo para mí– en una propuesta exaltante, siempre por redescubrir.

La noche de la presentación, el 17 de mayo, éramos unas veinte personas (algún que otro amigo de la comunidad y varios estudiantes curiosos). Al principio, aquello me decepcionó un poco, aunque sabía que muchos faltaban debido a un evento que coincidía (típico en Oxford). Pero todo cambió cuando vi entrar a Michael, un sacerdote católico que se convirtió hace poco del anglicanismo y que da clase en la facultad de Teología. Muy probablemente es el mayor experto en C.S. Lewis y también es la persona ontológicamente más “british” que conozco. «He venido porque me estoy empezando a hacer muy amigo de Francisco», me dijo.

Empecé a leer lo que había preparado, señalando algunos de los temas que me parecían más importantes del libro (las tres premisas y los capítulos 5 y 10), contando también la historia y el contexto en que nació el texto (la famosa carta pastoral de Montini y los comienzos de Giussani en el liceo Berchet). Quería transmitir algo de las razones que me habían llevado a querer presentar públicamente ese libro y decidí arriesgarme antes de terminar (la traducción no era fácil), leyendo un breve fragmento de Reconocer a Cristo sobre el encuentro de Juan y Andrés como ejemplo de la relación entre el sentido religioso y la Revelación.

Al terminar, hubo cuatro o cinco preguntas del auditorio. Michael dijo que le había impactado la lectura final y pedía algún dato más sobre la relación entre el sentido religioso y Cristo en el pensamiento de Giussani. Un estudiante quiso saber más sobre el carisma y la “espiritualidad” de CL, y otros mostraron su sorpresa por la presencia en el libro de tantas citas de poesía y literatura “laicas”. «Me impresiona la valoración que Giussani hace de un autor ateo como Leopardi», señaló uno.

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Al final de la velada, fuimos a un pub a tomar una cerveza. Fue un momento precioso. Personas tan distantes como un profesor inglés hasta la médula, unos amigos italianos, un estudiante de teología de Nuevo México, pero todos unidos por la fe. Creo que nuestro carisma sirve precisamente para esto. No es la posesión particular de un círculo restringido, sino una fuente de fe y unidad para todos. Esa noche, antes de dormir, pensaba en una oración que aprendí hace unos años: «Oh Padre misericordioso, te damos gracias por haber dado a tu Iglesia y al mundo al siervo de Dios don Luigi Giussani». Así es.