El encuentro sobre la paz en Lisboa

Portugal. Rusia y el corazón de Fátima

El manifiesto de Comunión y Liberación dedicado a la “profecía por la paz” también genera diálogo en Lisboa
Margarida Pacheco de Amorim

El pasado 23 de febrero nos reunimos en el auditorio del Colegio di São Tomás de Lisboa para celebrar un encuentro dedicado a la paz, una de las muchas iniciativas que están teniendo lugar en varios países del mundo a raíz del manifiesto La guerra en Ucrania y la «profecía por la paz». Invitamos a monseñor Nuno Brás, obispo de Funchal, al padre Pedro Quintela, fundador de Vale de Ácor (una comunidad terapéutica para personas con dependencias de drogas o alcohol) y Rita Valadas, presidenta de Cáritas Portugal.

Con ella dio comienzo el acto, hablando sobre “justicia y paz”, de los desafíos que han tenido que afrontar para enviar ayuda y de lo complicado que es hablar de justicia en tiempos de guerra, pues se trata de un problema que solo podremos resolver uniendo nuestras fuerzas. Terminó señalando la importancia del diálogo. «Sí, es una palabra muy fuerte pero sin ella dudo que podamos tener éxito. Solo con el diálogo, con la capacidad de hablar y escuchar, con una presencia capaz de mirar y escuchar, pues casi todo está ya en lo que tenemos delante. Pero podemos escuchar sin oír y mirar sin ver. Esas son las armas, la capacidad de dialogar y saber cuáles son los problemas, reconocer que los problemas de los que tenemos más cerca son muy importantes... no podemos hacerlo todo, pero debemos ser capaces de escuchar todo para juzgar adecuadamente en estos momentos tan difíciles».

Pedro Quintela habló de Fátima y de la paz. Empezó por la aparición de la Virgen a sor Lucía el 13 de junio de 1929, cuando vio escrito en una pared, en una visión nocturna mientras rezaba, las palabras: «Gracia y Misericordia». Sor Lucía escribió: «Comprendí que se me estaba mostrando el misterio de la santísima Trinidad, y recibí luces en relación a este misterio que no puedo revelar. Entonces la Virgen me dijo: “Ha llegado el momento en que Dios le pide al Santo Padre, en unión con todos los obispos del mundo, llevar a cabo la consagración de Rusia a Mi Corazón Inmaculado”». Para hablar de Fátima y de la paz hay que llegar hasta ahí, al corazón del mensaje de Fátima. ¿Y cuál es el contenido del mensaje de Fátima? «Sabemos que la penitencia y la oración son características comunes en las apariciones marianas», explicó Quintela. «En las seis apariciones la Virgen pidió siete veces que se rezara el Rosario. Pero lo que es propio del mensaje de Fátima es que “Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Corazón Inmaculado”. En Pontevedra se apareció el niño Jesús a Lucía: “¿Pero todavía no lo has hecho?”, y ella se angustió mucho porque aún no había difundido la devoción a su Corazón Inmaculado». ¿Pero por qué Rusia? «Lucía no sabía qué era Rusia. De hecho, al principio pensó que era la borrica de sus vecinos», prosiguió Quintela. «¿Qué es la conversión de Rusia? ¿Es un hecho político? ¿Debe hacerse católica? Cuando fui a Rusia vi que allí piensan que somos nosotros los que hemos perdido la fe. No creo que la conversión de Rusia sea su paso en bloque al catolicismo, creo que hay algo más profundo. En Rusia se crea por primera vez un sistema que tiene una pretensión universal, un intento de organizar toda la historia humana en torno al rechazo de Dios. La conversión de Rusia tiene que ver con ese gran sistema que declara a Dios enemigo del hombre. Otra cosa extraordinaria es que pedía que el Santo Padre consagrara a Rusia en unión con todos los obispos. Esta necesidad de tener juntos a todos los obispos es anacrónica en esa época, pues el tema de la colegialidad, que llega hasta nuestros días, solo empezó a asumir más importancia a partir del Concilio Vaticano II». ¿Qué es entonces lo fundamental del mensaje de Fátima? «La afirmación de la mediación, que es inaceptable para la cultura moderna: que entre yo y el Paraíso, entre yo y el significado de la vida, deba haber una mediación resulta intolerable. Lo contrario de la mediación es la técnica, la elaboración, la emoción, la posibilidad de ser sin depender de que otro me salve». La afirmación sacramental de la Iglesia, toda la afirmación de la mediación de la Iglesia es la afirmación de que nunca podremos alcanzar solos la salvación, es algo que hay que recibir. «Este es el corazón del mensaje de Fátima: la afirmación de la mediación del Corazón Inmaculado de María. La Virgen dice: “Quien media es mi Corazón Inmaculado, pero vosotros debéis hacer dos cosas. Debéis decir la verdad y estar unidos, unidos como Iglesia, unidos en el misterio de la fe”». Fátima es un mensaje de paz que brota del vínculo de estas tres cosas: hay que decir la verdad (que todo lo que el hombre pretende hacer contra Dios lo acaba destruyendo), hace falta que sean una sola cosa (deben ser ese gran misterio de caridad que es la unidad de la Iglesia) y entonces, de este modo, la mediación de Mi corazón puede llevar a la victoria de Cristo, que es la victoria que ya ha acontecido en Mi corazón, que a través de mi mediación puede llegar también a los hombres.

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El encuentro siguió con la intervención de monseñor Nuno Brás, que habló de la paz en el magisterio de los Papas del siglo XX, desde san Pablo VI hasta Francisco. Empezó recordando que la Jornada Mundial de la Paz se instituyó en 1967 por el papa Montini, con el deseo de que la paz dictase el tema central del resto del año: «deseo y promesa». Con las palabras de Pablo VI, el obispo dijo que «para el cristiano proclamar la Paz es anuncia a Jesucristo, “Él es nuestra paz” […] mediante Su sacrificio en la cruz Él realizó la reconciliación universal […] y solo del evangelio podrá brotar final y efectivamente la paz». Luego, refiriéndose al papa Francisco, destacó que «el corazón de todo hombre y mujer alberga […] el deseo de una vida plena, a la que pertenece un anhelo inextirpable de fraternidad, que empuja hacia la comunión con los demás, en los que no encontramos enemigos o competidores, sino hermanos a los que acoger y abrazar». Terminó citando al papa Benedicto XVI: «Existe una conexión íntima entre la glorificación de Dios y la paz de los hombres en la tierra», y de nuevo a Francisco, citando a su vez a Benedicto: «El olvido y la negación de Dios, que inducen al hombre a no reconocer ya norma alguna por encima de ellos y a tomar como norma solo a sí mismo, han generado una crueldad y una violencia sin medida».

Así terminó un encuentro denso y rico, en el que se puso de manifiesto que el camino de la paz está hecho de escucha y de deseo de glorificar a Dios, y que necesita la mediación del Corazón Inmaculado de María, a través de una Iglesia unida que diga la verdad.