Los jóvenes del CLU en el RDS Stadium de Rímini (Foto: Cuppoletti)

Con unos jóvenes tan cautivados como yo

Tres mil universitarios deciden pasar el puente de la Inmaculada en los ejercicios espirituales de CL. Las lecciones de Francesco Ferrari, la asamblea con Davide Prosperi, los testimonios... Crónica de tres días sorprendentes
Tommaso Agasisti

Cualquiera que se relacione con jóvenes universitarios con cierta regularidad se sorprendería con este dato: casi 3.000 jóvenes se dieron cita en el RDS Stadium de Rímini para seguir juntos los Ejercicios espirituales, del viernes 9 al domingo 11 de diciembre, dedicando a ello el puente de la Inmaculada. ¿Qué lleva a estos chavales a optar por algo así? ¿Qué les trajo aquí? Los días que tuve la suerte de pasar en Rímini para participar en los Ejercicios de Comunión y Liberación Universitarios despertaron en mí una curiosidad inmensa. Por eso quiero intentar contar lo que vi, a la luz de ciertas conversaciones que tuve antes, durante y después de este evento.

Para empezar, estos jóvenes tienen una profunda y gran pregunta por el sentido, por su felicidad y su realización. Ven claramente que muchas soluciones “fáciles” que les propone el mundo, el poder, la mentalidad dominante (el dinero, la fama, el éxito, la diversión, etc.) dejan su corazón insatisfecho. En estos chicos y chicas he visto que permanece arraigada, fuerte y explosiva, el deseo de ser felices, pero felices de verdad. Francesco Ferrari (Fra, el sacerdote que impartió los Ejercicios) llamaba a ese anhelo “deseo de libertad”, deseo de amar y ser amados (¡de ser “queridos”!), incondicional y totalmente. Puede decirse que lo que caracteriza la forma en que estos chavales se conciben a sí mismos es la conciencia de tener un alma inquieta.

Sin embargo, los jóvenes que vi en los Ejercicios no solo comparten una gran pregunta, sino que también han podido ver una respuesta a su corazón inquieto. Cuando deciden ir allí, invertir su tiempo en esto, afirman que la experiencia que viven en el movimiento de CL “vale la pena”, porque les muestra una respuesta que pueden experimentar y verificar: el encuentro con Jesús. Ha sucedido un hecho extraordinario e inesperado: alguien ha dicho que su deseo no cae en el olvido, no se adormece ni se pierde, porque existe una respuesta, y es una respuesta concreta, un Hombre que existió realmente y a quien pueden encontrar y seguir. Por esta respuesta apuestan sus energías y su tiempo, para comprobar si corresponde con su inmenso deseo de sentido y felicidad. Me dejó atónitos verles tan atentos, tomando apuntes, escuchando los testimonios del sábado por la noche sobre mártires cristianos contemporáneos, formulando preguntas en el diálogo con Davide Prosperi el domingo por la mañana, participando en la misa. Conozco bien a muchos de los que estaban allí. Son igual que todos, distraídos y superficiales como tantos de sus compañeros (y como tantos adultos, ¡como yo!), pero han recibido el anuncio de un Hombre (Jesús) que se presenta como respuesta a su corazón, el anuncio de Aquel que les puede hacer libres y felices. Haber escuchado este anuncio, haberle dado crédito, es lo que les ha unido y les ha llevado a seguir estos ejercicios en Rímini.

Francesco Ferrari (Foto: Cuppoletti)

Pero eso no es todo. Cuando han decidido seguir la respuesta que han visto, no han ido solos. Este es un factor que salta a la vista cuando ves cómo viven su amistad. Si miro mi experiencia, es muy importante no estar solos para no perder el camino que hemos encontrado, para no olvidar el anuncio recibido. En efecto, la experiencia que estos jóvenes están viviendo les dice que a veces no basta con haber encontrado una respuesta a las preguntas de su corazón y decidir seguirla. Vivimos en un contexto social y cultural donde las distracciones, los mensajes engañosos, las “tentaciones de superficialidad” son tantos y de tal calibre que les hacen distraer su atención de su verdadero deseo y del encuentro que han tenido. La experiencia que estos chavales están viviendo es que la compañía de amigos con los que comparten el movimiento es la ayuda más potente para seguir en el camino y para comprobar continuamente la pertinencia de la respuesta que han encontrado con todas las exigencias de la vida: desde la persona amada hasta el estudio, pasando por la relación con los padres o su pasión por el fútbol o las series. En la amistad que he visto entre estos jóvenes, hay una gran promesa, que Fra resumía así: «Las dos orillas que custodian el cauce del río que es nuestro camino son la oración y la compañía». En un ambiente, como el universitario, que propone un modelo de amistad superficial o funcional, esta profundidad en las relaciones que caracteriza la amistad entre los jóvenes del CLU me parece que es una posibilidad extraordinaria. Cada uno de ellos ha decidido dar crédito a la compañía que ha encontrado, y creo que es una decisión muy sabia, viéndoles en acción durante los ejercicios, ayudándose a vivir ciertos momentos de silencio, en las asambleas para profundizar en el contenido de las lecciones, cantando y rezando juntos en el salón.

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Los ejercicios han sido un momento potente y convincente para recordar a cada uno que experimentar el cumplimiento de nuestros deseos más profundos es posible. Se puede hacer siguiendo a los amigos que con nosotros, y más que nosotros, dan crédito al anuncio de un Hecho extraordinario que hemos encontrado en nuestra vida. La aventura que espera ahora a estos tres mil amigos universitarios que he visto en Rímini es la misma que me acompaña, a mí y a todos, cada día: que el encuentro con ese Jesús testimoniado y descrito durante los ejercicios llegue a ser cada vez más profundo, verificado, experimentado y amado en la vida de cada día, dentro de cada circunstancia.