El encuentro en Rímini (©Roberto Masi)

Rímini. Una historia de amistad por la paz

Giovanni Paolo Ramonda, responsable de la Comunidad Papa Juan XXIII, y el presidente de la Fraternidad de CL, Davide Prosperi, dialogan sobre el libro “Contra la guerra” del papa Francisco
Valerio Lessi

Los responsables de dos movimientos eclesiales de dimensión internacional se confrontaron el pasado 6 de julio en el Palacio de Congresos de Rímini sobre el magisterio del Papa dedicado a la paz, según recoge el libro Contra la guerra. El coraje de construir la paz. Se trataba de los hijos de Oreste Benzi, fundador de la Comunidad Papa Juan XXIII, y los de Luigi Giussani, fundador de Comunión y Liberación. No fue casual que el encuentro se celebrara en Rímini, donde nació hace cincuenta años la comunidad Papa Juan XXIII, difundida hoy por todo el mundo con sus obras de caridad con los más pobres, y donde CL siempre ha tenido uno de sus centros de mayor expresión, como el Meeting. Por tanto, ante un nutrido público se dieron cita para hablar del contenido del libro de Francisco Giovanni Paolo Ramonda, responsable general de la Papa Juan XXIII, y Davide Prosperi, presidente de la Fraternidad de CL.

(©Roberto Masi)

Entre los hijos de don Benzi y los de don Giussani en Rímini, ha nacido en los últimos años una amistad y una estima mutua. Una experiencia de unidad que se profundizó el año pasado con motivo de la beatificación de Sandra Sabattini, una joven de la Comunidad que murió en accidente de tráfico y que ya es conocida como la “santa prometida”. «También se ha convertido en “nuestra Sandra”», señaló en la presentación Cristian Lami, responsable diocesano de CL en Rímini. «La comunidad se implicó en la preparación de la ceremonia de beatificación y vimos cómo la unidad y la amistad entre nosotros se abría paso siguiendo el don de su santidad». El encuentro del pasado miércoles fue otro paso en esta historia de amistad: una nueva etapa en un camino común.

La guerra nace en primer lugar en el corazón del hombre. Es la primera vocación de Francisco dirigida a Prosperi. «Sí, el Papa apunta al corazón humano, a sus exigencias originales», afirma. «Francisco quiere despertar el corazón humano señalando un camino. Solo hay Uno que pueda traer justicia y salvación. Solo partiendo de Jesús podremos construir nuevas relaciones con otros. Francisco nos recuerda que guerra y destrucción nacen en primer lugar en el corazón del hombre. Darse cuenta de esto es fundamental. El germen del mal que hace estallar una guerra también habita en nosotros. Debemos evitar que nazca en nosotros la intolerancia por la diferencia del otro. La violencia, el odio, los abusos, son consecuencia de esa intolerancia». Prosperi recordó también la enseñanza de don Giussani, que «reconocer que somos pecadores es la condición necesaria para empezar un verdadero camino, de lo contrario al hombre le faltará un acento de verdad en cualquier relación». ¿De dónde viene la liberación? «No somos capaces de dárnosla nosotros mismos. La cruz y el sacrificio de Jesús nos han liberado. Por tanto, nosotros también debemos pasar por la cruz para dejar de mirar al otro como un enemigo, sino como un hermano que camina a nuestro lado».

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Sobre justicia y perdón – un tema muy vivo en las comunidades educadoras de presos con las que colaboran también miembros del movimiento–, Ramonda subraya que «para hacer justicia debemos pedir perdón. Pedir perdón a los niños con discapacidad que no tienen familia, a los muchos ancianos que hemos dejado en residencias asistenciales durante este tiempo de pandemia, a las mujeres que obligamos a prostituirse, a los que cumplen una pena sin que nadie les ofrezca una posibilidad de rehabilitación. La justicia es dar a cada uno lo que es suyo, si uno no tiene pan debemos darle de comer, si no tiene casa, debemos darle un techo. Un corazón contemplativo, que está con el Señor, debe moverse, debe actuar en la historia, debe responder al grito de los pobres. También debemos pedir perdón a los muchos niños que no dejamos nacer. Como dice el papa Francisco, ¿es justo eliminar una vida humana para resolver un problema? Este pedir perdón, estos actos de justicia, son un dinamismo que nos hace valorar mucho los carismas, los dones mutuos que recibimos, y pasar de asistir, que es muy importante, a compartir. Debemos ayudarnos a trabajar juntos porque el límite del otro es el inicio de mi responsabilidad».

Para muchos, la postura del Papa sobre la paz es utópica. ¿Por qué podemos definirla en cambio como realista y razonable? Esta fue la segunda provocación a los ponentes. Ramonda respondió proponiendo una breve reseña del magisterio de los Papas de este siglo sobre la paz, de Pío X fino a Francisco, pasando por Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI. «Por tanto, el pensamiento de Francisco –señaló– está preñado del pensamiento de la Iglesia desde siempre».

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«Debemos entender», añadió Prosperi, «que la postura del Papa (no responder a la guerra con guerra) genera escándalo a los ojos del mundo. Su respuesta a la guerra es en cambio la fraternidad. El mismo anhelo del corazón humano nos hace hermanos y hermanas. Es una propuesta que choca contra todos los justicialismos en los que vivimos inmersos. Por eso la postura del Papa es realista y razonable, porque tiene en cuenta todos los factores, abraza el corazón humano entero. Si nuestro corazón alberga la exigencia de la fraternidad sería irracional lo contrario».

Por último, se pidió a ambos que indicaran los signos de esperanza que ven, también en sus respectivos movimientos. Ramonda se refirió a los jóvenes. «Pienso en los jóvenes que llevan años en Colombia acompañando a los campesinos que quieren cambiar de la cultura de la coca a la agroalimentaria. O en Palestina, donde intentan abrir vías de diálogo y construir puentes. En Líbano, donde viven en tiendas con familias de refugiados que carecen de todos los derechos. O en el movimiento que hemos creado, Stop the war, donde participan 160 asociaciones prestando ayuda humanitaria a Ucrania. Los jóvenes son fundamentales en un movimiento de educación en la paz». Para terminar, Ramonda recordó también la propuesta de su comunidad de crear un Ministerio de la Paz. «Vivimos dentro del mundo, con las manos en el barro del mundo, pero llevamos en el corazón un deseo de belleza y de verdad, de amor y de comunión».

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«Si el carisma que hemos recibido tiene una característica», respondió Prosperi, «es la centralidad de la educación de lo humano. Después de la guerra en Iraq, Giussani decía: “Hace falta educar al pueblo”. Solo con educación, haciendo un camino y reconociendo las exigencias fundamentales del corazón, la justicia puede convertirse en algo concreto, la paz en una experiencia real y la fraternidad en algo necesario para vivir. Esto es posible mediante ejemplos y testimonios. Hoy todos tenemos una tarea: la educación de nosotros mismos y de nuestros hijos. Concluyo con don Giussani: “El Misterio y su misericordia queda como la última palabra, aun por encima de todas las negras posibilidades de la historia”».