Banco Farmacéutico. Una necesidad en aumento

En 2021 recibieron 600.000 peticiones de ayuda. Del 8 al 14 de febrero vuelve la Jornada de recogida de medicamentos. Hablamos con Sergio Daniotti, presidente de la Fundación que organiza esta iniciativa
Alberto Perrucchini

«La necesidad ha crecido». Una frase que no deja de repetir Sergio Daniotti, presidente de la Fundación Banco Farmacéutico, una entidad que nació en el año 2000 con el objetivo de proporcionar medicamentos a organizaciones asistenciales que distribuyen fármacos entre personas que no pueden permitirse comprarlos por sí solas. Nos vemos con él en vísperas de la Jornada de recogida de medicamentos que se celebra del 8 al 14 de febrero y que permitirá donar medicamentos en todas las farmacias adheridas. Una gota que responde a una necesidad que no deja de crecer, insiste Daniotti, pero «si nadie empieza a hacer algo, es imposible que cambie nada».

En 2021, casi 600.000 personas tuvieron que pedir ayuda por primera vez para comprar medicamentos. Un dato que incluís en vuestro informe anual sobre pobreza sanitaria. ¿En qué situación trabajáis?
De 2019 a 2021, casi hay un millón de personas necesitadas más. Entre ellos, hay gente enferma que no puede cuidarse por sí sola, no se la puede abandonar. Pero, por desgracia, también hay 1.800 entidades asistenciales con las que colaboramos que han sufrido el impacto de la pandemia. Casi la mitad de ellas ha tenido que limitar su trabajo y casi un centenar han tenido que cerrar porque les resultaba imposible seguir desarrollando su labor en una circunstancia tan complicada.

¿Cómo ha incidido todo esto en vuestro trabajo?
Ante una necesidad que no deja de crecer, también ha aumentado nuestra disponibilidad para mirar y secundar lo que sucede. Cuando llegó la primera ola, las asociaciones Medicina y Persona y Compañía de las Obras nos propusieron colaborar juntos en una recogida de fondos para varias realidades hospitalarias que non eran capaces de afrontar la emergencia. Aceptamos por nuestra amistad con estas dos asociaciones, aunque la propuesta no se enmarcaba dentro de nuestras actividades habituales. Nosotros solemos apostar por donaciones espontáneas, con numerosos benefactores que deciden libremente apoyar nuestro trabajo. Esta vez, en cambio, se trataba de pedir explícitamente a la gente una ayuda para los que lo estaban pasando mal.

¿Cómo ha ido la Jornada de recogida de medicamentos estos dos últimos años?
En 2020 organizamos el evento antes de que estallara la pandemia. El año pasado, cuando nos planteamos proponer la Jornada en un momento tan duro, nos dimos cuenta de que estábamos dispuestos a arriesgar. No sabíamos cómo saldría, pero estábamos seguros de la importancia que tenía un gesto como este para no abandonar a los que sufren. En plena crisis, el número de farmacias se mantuvo e incluso aumentó en algunos lugares, como Roma, Padua o Bérgamo, una de las ciudades más golpeadas.

Todo ello gracias a los muchos voluntarios.
Ellos son el ingrediente esencial. Los voluntarios invitan a participar a la gente que entra en la farmacia. El año pasado la situación era compleja. Había que quedarse fuera, a la intemperie, para no crear aglomeraciones, y los fármacos donados se recogían en un segundo momento para evitar contagios. Pero la respuesta fue increíble. Nunca me cansaré de repetirlo: los voluntarios son fundamentales. Normalmente, los clientes de una farmacia son gente que no está bien o que cuidan de algún ser querido. Salir a su encuentro, aunque sea por un momento, significa compartir su sufrimiento.

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¿Puede poner algún ejemplo?
Cada año nos llegan muchísimas historias. El año pasado supe de una mujer que le contó al voluntario que le pidió un donativo que llevaba tiempo luchando contra un tumor, pero que ese día quiso salir de casa para ir personalmente a la farmacia porque sabía que podía ayudar a alguien que no tiene dinero para tratarse. ¿Qué mueve a una persona que ya sufre a ayudar a otros? ¿Por qué vale la pena hacer un turno de dos horas en una farmacia? ¿De qué sirve donar dos cajas de medicamentos, como hizo una señora, ante los miles de personas que están esperando ayuda?

¿Qué responde usted?
Pienso en el episodio evangélico de los cinco panes y dos peces. Jesús habría podido limitarse a transformar piedras en panes, de hecho el Diablo le invita a ello. En cambio, decide fiarse del hombre, prefiere desafiar la libertad de quien tiene delante. Alguien se ocupará de multiplicar los frutos de una acción tan sencilla como esta. Es la mejor manera que encuentro de describir nuestra labor, sobre todo en los últimos dos años. Tendríamos un montón de motivos para retirarnos. Pero hemos aprendido que solo diciendo sí podemos seguir viendo y sorprendiéndonos por lo que sucede.