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La primera Jornada de donación de medicamentos después de la pandemia en Argentina fue todo un desafío y una comprobación de que “DonarNos hace bien”
Rita Corigliano

«Un regalo y una fiesta». Así definen los voluntarios del Banco Farmacéutico argentino la Jornada de donación de medicamentos y productos de venta libre que se celebró del 16 al 23 de octubre para ayudar a distintas instituciones en Buenos Aires y Venado Tuerto.
El primer día en Buenos Aires, desde primera hora de la mañana los voluntarios estuvieron disponibles para apostarse en las 17 farmacias participantes e invitar a los clientes a realizar su aportación comprando algún producto de la lista que previamente habían confeccionado los nueve hogares con los que se iba a colaborar. El resto de la semana se continuó sin voluntarios, siendo los empleados de la farmacia los protagonistas. En Venado Tuerto, se realizó en 14 farmacias, a beneficio de tres hogares. Allí el equipo del Banco Farmacéutico acondicionó las farmacias para que el personal de las farmacias invitara a colaborar.

La Jornada es la culminación de un proceso que se inicia muchos meses antes. Si bien la dinámica es siempre la misma, cada año se renuevan los nervios, las dudas, los temores de abordar a la gente que entra en una farmacia con sus propias preocupaciones, y es necesario ir con cierta apertura a los diversos encuentros que se puedan producir. Están los apurados que ni siquiera muestran predisposición a escuchar y continúan su camino, los que responden un “no” cortante, los que escuchan y agradecen la labor pero dejan la incógnita de si les ha conmovido o no por la propuesta, y los que escuchan amablemente y luego hacen una donación. «Trataba de comentar a la gente el gesto de la Jornada mientras esperaba a ser atendida por los farmacéuticos, para no molestar. Cuando alguien entra a una farmacia es porque tiene un problema de salud. Siempre debemos tener en cuenta esta circunstancia para no avasallar», comenta Sonia, quien apenas empezó a contarle a una mujer lo que estaba haciendo, la notó visiblemente perturbada. «Me arrepentí de haber irrumpido en su vida, que debía estar atravesada por una situación grave o que a ella la afectaba profundamente. Le pregunté si quería que siguiera hablando porque no quería molestarla. Por un instante lo pensó y me hizo un gesto para que continuara. A medida que le iba contando, en particular cuando le hablé del Hogar al que ayudaba esa farmacia (Albisetti, que alberga a hombres en situación de calle y los ayuda a salir adelante buscando trabajo pero, ante todo, recuperando su propia dignidad como personas) los rasgos de su cara se iban aflojando hasta llegar a una mirada compasiva». Así, cuando Sonia terminó su relato la clienta no solo accedió a colaborar con un producto sino que agregó dos o tres medicamentos, algo inusual ya que solo excepcionalmente la gente dona más de una unidad y este era el caso. «Lo extraordinario para mí fue: ¿por qué habría de detenerse en la necesidad de otro si era ella la que padecía?, ¿qué lleva a alguien a salir del ensimismamiento (justificado) de su propio dolor para abrirse a acudir a otro desconocido que también sufre?».

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Los empleados también son protagonistas, pues sin ellos este gesto no sería posible. Unos ofrecen la lista desde el mostrador, otros ayudan a ubicar las cajas y los folletos; incluso alguna farmacia había adquirido productos más económicos, que no comercializan habitualmente, para facilitar las donaciones. Silvana cuenta incluso que en su farmacia todos los empleados habían donado algo. Son detalles que hacen que al acabar la Jornada algo haya cambiado para todos. Para Óscar fue un redescubrimiento. «Nunca creí que participar de voluntario me iba a cambiar la mirada. ¡Quisiera volver a tener esa mirada cada día! Mirarlo todo como un misterioso encuentro que me hace libre del cansancio, las quejas por mis limitaciones y faltas, mis fatigas, mi fragilidad».

Jorge también muestra su sorpresa por cómo se desarrolló la jornada en Venado Tuerto. «Como dice el papa Francisco, “el Señor siempre nos sorprende y nos primerea”. En no más de un mes decidimos llevar adelante la jornada para beneficiar a cuatro entidades. Muchos eran escépticos por todo lo que estamos viviendo, pero igual nos lanzamos a pesar de que varios integrantes del equipo estaban convalecientes o aislados por Covid. Al acabar vimos que no solamente el equipo, la gente que trabajó con nosotros, los farmacéuticos estaban contentos, sino que hemos recibido donaciones importantes en medicamentos y en dinero que sirvió para comprar lo que faltaba. Cuando arriesgas, el Señor siempre nos sorprende y multiplica los panes».