Irene Renart (Foto: Alex Pozuelo)

A hombros de gigantes

Una carta de amor, un video lleno de rostros amigos, el recuerdo de su hijo y una «hermandad de la conversación buscando la vida buena». El homenaje a Mikel Azurmendi, un paso más en la amistad con él
Yolanda Menéndez

«Todo le apasionaba», «estaba lleno de curiosidad», «todo lo hacía con vocación de servicio», «todo le interesaba», «tenía una mirada abierta y acogedora», «el mejor preguntador que he visto nunca», «renacía continuamente», «tenía la sencillez de secundar lo que la vida le ponía delante», «nos invitaba a caminar a hombros de gigantes». Una batería de rostros destacando algunos de los rasgos más significativos de su amigo Mikel Azurmendi, fallecido el pasado 6 de agosto, poblaban un video con el que dio comienzo el homenaje que Páginas Digital le rindió este jueves 28 de octubre en Madrid. Todos coinciden en esa capacidad de asombro y su pasión por la realidad entera, sin medir las consecuencias ni el precio.

Sin duda la vida de Mikel fue apasionante y vivió siempre pegado a lo que la realidad le iba ofreciendo en cada momento, sin ahorrarse nada. Como apuntaba su amigo Jon Juaristi, que también pasó por los orígenes de ETA, «se nos educó para inmolarnos, allí no entrábamos dispuestos a matar sino a morir, con carretadas de romanticismo». Tal vez por eso muchos de los participantes en este homenaje recordaron aquel dolor que acompañó siempre a Mikel, a pesar de la persecución que tuvo que sufrir. «Llega un momento», señala el filósofo Fernando Savater, «en que no lucha tanto contra la violencia sino contra las razones de una violencia que considera que él ha contribuido a crear. No solo lamentaba la violencia, sino que esa violencia hubiera tenido razones».



Aquello le atormentó toda su vida, como se hizo evidente en uno de los momentos más hermosos del homenaje, cuando su esposa Irene leyó públicamente una carta de amor que le había escrito para ese momento. «Me decías: “Irene, mi paz, bálsamo de mis heridas”. Intuías que yo te acompañaría en el último tramo de tu vida, por fin un periodo en paz. Nos salvó la vida encontrarnos, fuimos un regalo el uno para el otro, dentro de un regalo mayor, que daba una nueva oportunidad al vergel en que se había convertido nuestra vida. Un regalo que llegó con una oleada de amigos que vivían como nos hubiera gustado vivir».

La llegada de Irene a su vida y sobre todo la enfermedad y verse tan cerca de la muerte, en aquel ingreso hospitalario donde se dejó tocar por aquel informativo radiofónico que abre su relato en el libro El abrazo, «le transformó», tal como narra su hijo Nahiko en una intervención grabada en video. «Desde que salió del hospital la vida con él fue más fácil, se volvió más pausado y receptivo». Pero no fue el único que notó ese cambio, también lo señaló Savater. «Siempre me sorprendía que iba mejorando con el tiempo. La experiencia de las personas que hemos vivido demasiado es que el tiempo no suele mejorar a nadie, pero Mikel mejoraba. Se hizo más reflexivo, más compasivo, y siempre atinaba con lo importante cuando nos perdíamos en otras cuestiones en nuestras discusiones. Tuvo una maduración gradual y constante, continuaba un proceso de perfeccionamiento».



Ignacio Carbajosa, responsable de Comunión y Liberación en España, le conoció en los últimos años. «Su itinerario vital es paradigmático del español medio de este último siglo. Por el abandono de la Iglesia como quien abandona un vestido viejo que ya no tenía ninguna razón para conservar, por cómo abraza la ideología, por su lealtad al abandonar ETA y dar batalla contra la violencia, por el recorrido que hace en sus clases, y por cómo se pliega, no por un recorrido intelectual –aunque seguro que le preparó–, a algo con lo que se topó. A los que ya estábamos en el mundo de la fe nos enseñó muchas cosas, empezando porque la fe nace de un encuentro».

Repasando algunos de los encuentros más significativos que tuvo Mikel, por los que fue capaz de cambiar las categorías de conocimiento con las que estaba habituado a englobarlo todo, Carbajosa destacó una frase que se encontró escrita en el pasillo de educación infantil del colegio J.H.Newman: “Tú eres un regalo”. «Que el otro es un bien es la gran novedad para Mikel», que de hecho tituló su último libro El otro es un bien. «Él buscaba la vida buena, el fundamento para la convivencia –continúa Carbajosa– y de repente ve encarnado lo que buscaba y lo reconoce».
A partir de esta afirmación, Juaristi recordó algunas de sus últimas discusiones. «El otro en la raíz del judaísmo es alguien que te incumbe, a quien debes inmolarte, pero yo no creo en esa afirmación de que el otro sea un bien. Puede serlo, o no. Lo rebatía con Mikel y él me decía que lo que mío era ideología. Tal vez lo sea, lo cierto es que Mikel tenía horror a las ideologías. Lo que le llevó a la fe fue claramente un encuentro con un tipo de gente muy especial. Lo que le pasó es un fenómeno un poco paleocristiano, como funcionaba la conversión en los primeros cristianos: mira cómo viven».

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Así terminaba este homenaje, con la forma de un diálogo moderado por el periodista Fernando de Haro, al modo de una «hermandad de la conversación buscando la vida buena, tan necesaria hoy en España para caminar a hombros de gigantes». Como nos diría Mikel, según vaticinaba su esposa en la carta de amor que le dedicó, «buscad la compañía de los que os hagan respirar ancho. A partir de ahí sobrevendrán milagros, tal vez no los que deseáis pero sí los que necesitáis».