Encuentro en el Pre Meeting de Loano

A prueba del instante

Cara a cara entre Julián Carrón y el filósofo Costantino Esposito en el Pre Meeting de Loano, a propósito del último libro del presidente de la Fraternidad, “¿Hay esperanza?"
Bernardo Cedone

«¿Hay esperanza?» fue la pregunta central en el encuentro entre Julián Carrón, presidente de la Fraternidad de CL, y Costantino Esposito, filósofo y profesor de la Universidad de Bari, en la tercera jornada del Pre Meeting de Loano.

Para responder, los dos ponentes partieron de un dato distintivo de nuestra época, el nihilismo. No se trata de una disertación filosófica sobre la cuestión, sino de una actitud que se vive cada día. ¿En qué consiste? Carrón lo describió con las últimas palabras de la canción Qualcuno era comunista de Giorgio Gaber. El nihilismo es la vida cotidiana transformada en escombros, vivida sin ganas, como una gaviota «que ni siquiera tiene intención de volar». Esposito recordó a san Agustín, cuando habla del hombre como un ser que desde que nace es consciente de que corre hacia la muerte. Por tanto, el nihilismo como una experiencia de sufrimiento, sorda o desesperada, caracterizada por la sensación de que nada resistirá al paso del tiempo y que todo –incluido el yo– acabará desapareciendo en la nada. ¿Hay alguna respuesta ante esta persuasiva nada que caracteriza nuestros días? Es decir, ¿hay esperanza?



Esta pregunta que no todos se hacen «es un terremoto cultural», afirmó Esposito. «De hecho, no es síntoma de incertidumbre o debilidad sino, al contrario, es el signo de que la búsqueda ha comenzado porque algo nos hace presentir que hay una posible respuesta».

El encuentro se convirtió en un diálogo trepidante, intenso, sin nada prefijado, donde ambos abordaron la cuestión: ¿vale la pena vivir? La única alternativa a una respuesta negativa es que la persona se sienta llamada, querida, arrancada de la nada. «Hace falta una vocación, palabra laica, para que yo pueda ser yo mismo», afirmó Esposito. Carrón añadió: «Uno solo toma conciencia de sí en el momento en que es llamado. El hombre es un misterio al que Alguien se dirige. Toda nuestra consistencia reside en responder a esta llamada». La respuesta al nihilismo, por tanto, está en la conciencia que el hombre tiene de sí mismo, de que si existe, es porque está llamado a existir por Alguien que lo quiere ahora. «Que cada uno de nosotros exista hoy, aquí y ahora es lo menos obvio», dijo Carrón. «La cuestión entonces es dar espacio a Aquel que hace posible este hoy, aquí y ahora».

Precisamente la precariedad de la vida que tantas veces nos asusta –lo efímero de nuestro ser y el de nuestros seres queridos– para Carrón es la prueba evidente de que no estamos a merced de la nada, sino en brazos de Aquel que nos da este instante. ¿Pero es posible mirarse uno mismo y las cosas que nos rodean con esta transparencia?

Sí, pero no mediante una intensa reflexión analítica. Para abrir nuestros ojos hace falta un acontecimiento histórico, en la historia de la humanidad, igual que en la de cada uno de nosotros: el encuentro con «alguien que mire con familiaridad el fondo de las cosas», afirmó Carrón. Hace falta un impacto y la amistad –esta es la palabra clave– con alguien que nos done una mirada más verdadera y completa hacia la realidad y hacia nosotros mismos, exactamente igual que les sucede a los discípulos con Jesús. Aquel hombre llenaba de espesor las flores del campo y hasta nuestros cabellos de la cabeza, ¡nada que ver con el nihilismo!

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Al terminar, para sintetizar la dinámica que genera esta mirada capaz de desafiar al nihilismo, Carrón citó las palabras de otro cantante italiano, Francesco Guccini: «Si tú no estás, yo no soy». La única respuesta al nihilismo solo puede consistir entonces en encontrarse con alguien delante del cual podamos decir esas palabras. ¿De quién podemos decirlo, hoy?