Recogida de alimentos. «Un abrazo de misericordia»

Este año vuelve uno de los gestos más importantes de caridad. Cambia la forma por el Covid pero no la esencia ni el compromiso de los voluntarios. ¿Cómo? Nos lo cuenta Giovanni Bruno, presidente del Banco italiano de Alimentos
Giorgio Paolucci

«En el clima de incertidumbre que vivimos, queremos dar una señal en el sentido de construir juntos. Esa señal es la jornada de recogida de alimentos que haremos este año. Cambia la modalidad pero permanece lo esencial. Y aumenta el nivel del desafío con el que nos medimos porque todo será menos obvio e implicará una mayor responsabilidad». Giovanni Bruno, presidente de la Fundación Banco de Alimentos en Italia, mira a la cita del 28 de noviembre como una gran ocasión para poder ir aún más al fondo de lo que significa un gesto que involucra a millones de personas y que, aparte de su valor económico (en 2019 se recogieron 8.100 toneladas de alimentos), tiene un inmenso valor educativo.

¿Cómo se desarrollará la Jornada de 2020?
Las circunstancias nos llevan a cambiar la forma de la recogida para garantizar al máximo la seguridad. Podemos hablar de una jornada “inmaterial”. No se invitará a la gente a comprar productos alimentarios sino tarjetas disponibles en las cajas de los supermercados, correspondientes a ciertas cantidades equivalentes a varias cestas de la compra. Cuestan 2, 5 o 10 euros y ya se pueden adquirir por internet. Otra novedad de este año es que, aunque la jornada se celebra tradicionalmente el último sábado de noviembre (el día 28), las tarjetas estarán disponibles en los supermercados antes y después, del 21 de noviembre al 8 de diciembre.



Así que nada de bolsas, folletos, furgonetas para transportar las cajas a los almacenes…
Por motivos de seguridad sanitaria ningún material pasará de mano en mano a la hora de preparar las cajas, repartirlas o informar. El importe de las tarjetas se transformará en alimentos que se entregarán en las sedes locales de nuestros Bancos y luego, como siempre, desde allí lo haremos llegar a las entidades caritativas que ayudan a la gente necesitada.

El año pasado participaron 145.000 voluntarios. Esta vez, con esta modalidad, harán falta muchos menos.
El día de la Jornada los voluntarios serán un número muy reducido, dos o tres personas por turno, fuera de los supermercados para invitar a la gente a donar, explicando la nueva modalidad debido a la situación. Tendrán que ser exclusivamente mayores de edad y es conveniente desanimar a los mayores a la hora de participar, pues son el grupo de mayor riesgo. Pero eso no se traduce en una disminución de los voluntarios. Al contrario, necesitamos muchísimos.

¿En qué sentido? ¿Qué tendrían que hacer si no pueden estar presentes para recoger los alimentos que se donen?
Para el buen funcionamiento del gesto será fundamental dar a conocer de manera ágil cómo participar en la Jornada de este año y difundir durante los días previos las nuevas formas de participación entre amigos, compañeros de clase y de trabajo, familiares. Hace falta un boca a boca que llegue al mayor número posible de personas. Está en juego la responsabilidad y creatividad de cada uno, que puede traducirse en conversaciones verbales, correos electrónicos, mensajes de WhatsApp, videos en las redes sociales y todo lo que pueda ayudar a difundir la iniciativa. También es una ocasión para conocer y dar a conocer cómo trabaja el Banco de Alimentos, y en nuestra web hay mucha documentación al respecto. Este año, más aún que el anterior, cada uno puede ser protagonista en primera persona. La posibilidad de transformar una circunstancia desfavorable en una oportunidad novedosa depende de nosotros. Como nos recuerda el papa Francisco, «de una crisis no se sale igual: o salimos mejores o salimos peores. Y la solidaridad es un camino para salir mejores».

El Papa ha anunciado para el 15 de noviembre la Jornada mundial de los pobres, a la que se suman muchas asociaciones, ¿cómo participará el Banco de Alimentos?
Cada asociación se suma en el mes de noviembre con un gesto propio. Por nuestra parte proponemos participar en la Jornada de recogida de alimentos e invitamos a participar en un gesto común de oración: el rezo del Rosario el 11 de noviembre a las 21h, presidido por el presidente de la Comisión de organismos socio-asistenciales de la Conferencia episcopal italiana, el arzobispo de Gorizia, monseñor Redaelli, que se retransmitirá en directo por TV2000.

¿Qué impacto ha tenido la pandemia de coronavirus en la actividad del Banco de Alimentos?
A la vista de todos está que la necesidad ha aumentado y sigue aumentando. Lo dicen los números y lo hace evidente la experiencia cotidiana de los que han tenido que afrontar la pérdida de su trabajo o una precariedad cada vez mayor. Por nuestra parte, hemos hecho un llamamiento a las empresas agroalimentarias para recibir donaciones –aparte del excedente de producto del que puedan disponer por diversas razones– y hemos tenido una respuesta muy significativa. Por otro lado, hemos registrado un aumento de peticiones de ayuda, al que estamos intentando responder. Nuestras sedes presentes en todas las regiones italianas, donde durante todo el año prestan sus servicios 1.900 voluntarios, ayudan a ocho mil entidades caritativas (centros de Cáritas, comedores para los pobres, Bancos de Solidaridad y otras muchas entidades, quinientas más que en la época pre-Covid). En 2019 llegamos a un millón y medio de personas, ahora son 2.100.000.

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Los que trabajan, como vosotros, luchando contra la pobreza alimentaria se están encontrando con una pobreza cada vez más profunda, que afecta a todas las dimensiones de la existencia.
La crisis sanitaria, social y económica han sacado a la luz la fragilidad que reside en el corazón de la gente. En nuestro trabajo vemos que, como nos decía un franciscano. Los que buscan comida no solo tienen hambre. La necesidad de alimento es una exigencia primaria que esconde detrás la búsqueda de algo que resista el embate de la vida. Eso es lo que necesitamos todos, igual que todos necesitamos un abrazo de misericordia. En el mensaje de la Jornada de los pobres, el papa Francisco nos recuerda que «uno no improvisa instrumentos de misericordia. Es necesario un entrenamiento cotidiano, que proceda de la conciencia de lo mucho que necesitamos, nosotros los primeros, una mano tendida hacia nosotros». En este sentido, la Jornada de recogida de alimentos es una gran ocasión –tanto para el que dona como para el que la propone– para ir al fondo de un gesto que educa en la caridad y testimonia también un valor civil. En un momento en que corremos el riesgo de quedar condicionados por el miedo y la lógica del “sálvese quien pueda”, nos medimos con una frase que siempre ha expresado el valor de este gesto pero que ahora nos desafía aún más: «Compartir las necesidades para compartir el sentido de la vida». Los tiempos duros que estamos atravesando son una ocasión para ir al fondo de lo que mantiene en pie nuestra existencia y para comprobar que esto se puede proponer a todos, mediante las modalidades de un gesto que habla el lenguaje elemental del don.