La imagen del cartel de Encuentro Santiago

Chile. El aire fresco de Encuentro Santiago

Tres días online para el encuentro latinoamericano, en un país a las puertas de una importante cita con las urnas y sacudido por una profunda crisis social aparte del Covid. A pesar de todo, «tenemos algo que decir»
Paula Giacosa

En los últimos meses, los problemas parecieran multiplicarse en Chile. Desde el estallido social a la pandemia del coronavirus con sus consecuencias tanto humanas como económicas, nuestra normalidad se ha visto interrumpida y, con ello, han vuelto a surgir las preguntas y los miedos.

El primer impacto pareciera llenarnos del silencio de una perplejidad que busca encontrar un sentido, pero luego tiende a transformarse rápidamente en búsqueda de responsables y culpables, tratando de encontrar los mecanismos más eficientes para que todo vuelva a ser como antes. Con la ayuda de los medios de comunicación y del desfile de una multiplicidad de “expertos”, el golpe inicial –que por un instante parecía despertar la profundidad de nuestra humana búsqueda de sentido– se desvanece.

Al preguntarnos si realizar o no Encuentro Santiago, la respuesta frente a esta realidad, fue un sí rotundo, «tenemos algo que decir». El lema de este año de Encuentro Santiago fue: “Vivir una esperanza en el presente”. La esperanza se entiende muchas veces como una última y vaga posibilidad de que algo cambie en el futuro. Esta forma de percibir la esperanza inevitablemente nos hace separarnos del presente, de las circunstancias que estamos atravesando y nos empuja como a vivir en un futuro incierto… Pero esto, como mucho, nos permite sobrevivir a un presente que se muestra continuamente amenazante, pero no realmente vivir.



El primer desafío fue el no poder juntarnos en un espacio físico, motivo suficiente para suspender. Pero las ansias de comunicar algo, de vernos, de proponer, de dialogar fueron más grandes y observamos la forma de relacionarnos que se dio en este último tiempo: virtual. Sabíamos que las personas están por lo general agotadas del contacto diario con pantallas, por eso tenía que ser dinámico, interesante, con contenido y calidad. Las propuestas fueron surgiendo instantáneamente, cada persona propuso un tema y se fueron acoplando interesados. Y así en pocos meses inició la preparación, que ya fue un encuentro.

Gerardo, quién participó en la elaboración del lema y su manifiesto, describe su experiencia de la siguiente manera: «Cuando este año surgió la idea de hacer Encuentro Santiago en medio de todas las dificultades, me llené de entusiasmo. Y no era un entusiasmo por decir algo a los demás, sino por una profunda necesidad de un lugar desde el cual mirar con mayor claridad los problemas y las dificultades. El trabajo sobre el lema fue una primera ocasión para comenzar a percibir una hipótesis de la que partir. Pero fue sobre todo un momento para encontrarnos, una ocasión de dialogar con algunos nuevos amigos y también con otros con los que me reencontraba. Y ese diálogo fue el que para mí continuó a lo largo de los distintos momentos de preparación: un diálogo con personas tocadas, tomadas y movidas por la misma experiencia que a mí me ha fascinado. Y era evidente que ese diálogo era un buscar juntos algo más grande, incluso partiendo a veces de perspectivas muy distintas. En palabras de San Pablo, todos corríamos por alcanzar a Cristo, por quien ya habíamos sido alcanzados. En esa experiencia de compañía es donde volví a sentir el abrazo del misterio a mi persona, la expresión física de su “te he amado con un amor eterno”. Por eso, si hay una palabra que pudiera definir mi sentir hacia el trabajo de preparación de Encuentro Santiago, es la palabra gratitud: gratitud a cada uno por su disponibilidad y al Misterio por habernos puesto juntos».

Así, iniciamos Encuentro Santiago el jueves 15 de octubre con un gesto sobre filosofía y academia, invitando a Francisco de Lara, jefe del programa de Doctorado de Filosofía en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Este primer encuentro constituyó un primer acercamiento a las propuestas de Encuentro Santiago este año, teniendo como premisa la de tomar un punto positivo y una cultura de diálogo y reflexión crítica en medio de la crisis, para repensar y vivir el presente.

Luego, un grupo de amigos realizaron un concierto con diferentes canciones que buscaban ver la esperanza en las diferentes dimensiones de la vida. Todo partió con la pregunta “¿Qué es aquello que puede unirnos?”. Transmitido en vivo, con más de tres mil visualizaciones, fue como dice el título, una ocasión para «vivir y no tener vergüenza de ser feliz».

El viernes la jornada comenzó con un gesto sobre el Covid-19. Uno de los panelistas describía las consecuencias de esta enfermedad en su estado más grave, como una sensación de intentar respirar y que no llegue oxígeno a los pulmones. Sin una esperanza cierta, percibimos nuestra vida tantas veces como este intentar respirar sin que llegue suficiente oxígeno a los pulmones.



Estos días hemos visto qué es capaz de volver a hacer que entre el aire fresco a la vida. No son los proyectos ni las ideologías. Ni siquiera son las mejores de nuestras intenciones, que tarde o temprano se las tienen que ver con nuestros límites. Lo que permite respirar hoy es ver a personas con una humanidad más humana, personas que frente a las circunstancias por las que atraviesan ponen en juego lo que son, con sus luces y sombras, abriendo espacios de diálogo real. Esto se hizo evidente la tarde del viernes 16, cuando se propuso el encuentro respecto al plebiscito y proceso constituyente que se celebraba en Chile el 25 de octubre. Proponer este encuentro sobre política, sobre lo que esperábamos de este hecho histórico, fue muestra de un diálogo que sirvió para entender el proceso y su relevancia. José, que fue uno de los integrantes del grupo que preparó este encuentro, lo comenta así: «El recorrido para el encuentro de política surgió a partir de una invitación en la Escuela de comunidad, que despertó la inquietud de preguntarnos: ¿qué se dice? Estuvimos de acuerdo en que lo que uno tiene que comunicar es lo que le atrae, le interesa, le apasiona. La primera pregunta que nos planteamos fue: ¿qué país queremos construir?, ¿qué expresa ese reclamo en las calles?, ¿qué responde al deseo de una sociedad más justa y humana?, ¿es la Constitución la esperanza que responde a ese reclamo? Preparar este encuentro significó para mí ampliar mi horizonte, conectar con otros que pueden aportar de forma positiva a las preguntas que uno tiene, descubrir que hay personas en el movimiento tienen las mismas preguntas que yo. Y este ha sido el primer paso, porque el diálogo genera más preguntas».

Otro de los temas propuestos ese día fue en relación a la realidad del trabajo hoy, “Un nuevo mundo del trabajo, ¿desde dónde se recomienza?”. Los panelistas invitados, el empresario chileno César Norton junto con Alejandro Marius, de Venezuela, analizaron el contexto actual, pandemia y crisis social; cuáles son los desafíos, pero también cuáles son las propuestas.
La jornada del viernes se cerró con el primer encuentro sobre la encíclica Laudato si’. Este primer encuentro surgió de la preocupante crisis socio-ambiental actual. Se propuso a partir de la lectura de esta encíclica escrita por Francisco en el año 2015. «Las proezas tecnológicas más sorprendentes, el crecimiento económico más prodigioso, si no van acompañadas por un auténtico progreso social y moral, se vuelven en definitiva contra el hombre». ¿En qué consiste esta conversión? En el encuentro se generó un diálogo con cuatro mujeres que realizan obras vinculadas al cuidado de la casa común: Mahani Teave, de la Fundación Toki de Rapanui; Gladys Jiménez, del Observatorio de Responsabilidad Social Territorial de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Paula Castillo, presidenta de Fundan y vicepresidenta de la Confederación Económica Mapuche; y desde España, María Laín, fundadora del movimiento Christian Youth Climate. En estas entrevistas se hizo evidente que el descubrimiento del don de lo creado puede posteriormente llevar a una ternura hacia lo humano, que luego se traduce en acciones concretas que llevan a una cultura del cuidado y, en consecuencia, a un cambio de paradigma, a una conversión. La primera victoria comienza con esta conciencia del regalo de lo creado cuando ya en el pequeño entorno cambia la forma de relacionarnos con ella.

El sábado se propuso en la mañana una clase de huerto inclusivo: jóvenes con síndrome de Down que forman parte de la corporación Edudown nos enseñaron cómo preparar almácigos y cultivos para generar alimentos en nuestra casa. Esto forma parte de su proceso formativo en formato virtual, trabajado en sus casas este tiempo de cuarentena. Después se realizó una dinámica por zoom con invitación abierta a familias, denominado “Vigías de belleza”. Fue un momento de juegos, cantos y bailes muy entretenido, actividad que todos los sábados, desde abril, amigos de la parroquia Pietro Bonilli llevan a cabo para acompañar a la gente durante esta pandemia.

Por la tarde, como propuesta cultural, se transmitió por el canal de youtube una obra de radioteatro titulada Norte, tierra de almas que deambulan, del colectivo teatral La Maestra. Además, previo al Encuentro, se realizó un concurso latinoamericano de ilustración que acompañó la transmisión. Por la tarde se propuso un encuentro sobre “Diálogo, belleza y música” junto a Coqui Sosa, cantautor argentino, y Nicolas Rauss, director de orquesta de la Universidad de Santiago de Chile.

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Cerramos el Encuentro Santiago con un último encuentro propuesto desde el área de educación, “Educar con lo que somos: un camino de esperanza”. Escuchar estos testimonios reafirma el hecho de que ninguna circunstancia detiene el deseo del encuentro con el otro. Es siempre posible descubrir dentro de las circunstancias una posibilidad de bien para el otro.

Eso es lo que hemos vivido estos días a través de los distintos gestos. Desde el encuentro sobre el rol de la academia, pasando por los cantos, por hablar del valor del trabajo y la educación, la experiencia de la pandemia, la necesidad de la conversión ecológica hasta los próximos desafíos políticos del país. En cada uno de esos gestos hemos visto personas con una humanidad frente a la cual uno tenía la sensación de que podía respirar. La posibilidad de “vivir una esperanza en el presente” nace de encontrar personas con una humanidad así. Encuentro Santiago fue un espacio en que esto podía suceder, para que, como dice la nueva encíclica del papa Francisco, Fratelli tutti, «el encuentro se vuelva cultura». Al finalizar se comunicó el lema para Encuentro Santiago 2021, “Descubrir al otro: de la tolerancia a la estima”.