Una alegría “extraña”, inexplicable

Presentado online el último libro de don Giussani publicado en Italia. Carmine Di Martino recorre muchas de las provocaciones que el fundador de CL lanzó en los Ejercicios espirituales de la Fraternidad de 1991 a 1993
Silvia Guidi

Un acontecimiento en la vida del hombre. Así se titula, Un avvenimento nella vita dell’uomo, el cuarto libro de la serie BUR “Cristianismo a prueba”, al que la Asociación Italiana de Centros Culturales dedicó el pasado 8 de julio un encuentro online presentado por Emanuele Sanguineti, de la junta directiva de la asociación, con Carmine Di Martino, profesor de Filosofía teórica en la Università degli Studi de Milán.

Una lectio magistralis para profundizar en algunos puntos neurálgicos del libro, coordinado por Julián Carrón, donde se recogen las lecciones y diálogos de Luigi Giussani en los Ejercicios de la Fraternidad de CL durante los años 1991-1993, planeando desde recorridos a la altura de la investigación académica hasta el nivel de las preguntas más sencillas del hombre de a pie, no necesariamente cristiano. «¿Cómo acabaré al término de mi vida?», «¿por qué merece la pena vivir?». Aquí se apoya el eje original que mueve al hombre de todos los tiempos y de todas las culturas (don Giussani lo llama sintéticamente “experiencia elemental”) pero son preguntas incómodas y es fácil ceder a la tentación de suspenderlas o censurarlas.

Por la izquierda: Emanuele Sanguineti y Carmine Di Martino

Para poner a prueba de verdad la “pretensión” del cristianismo, Di Martino no dudó en ahondar en el bisturí de su indagación por la herida más dolorosa, el misterio del sufrimiento y del mal, centro neurálgico y punto débil de toda la teodicea, que solo se basa en silogismos abstractos y razonamientos desencarnados. Pero hay una primera verdad de la que hace falta partir, como señaló nada más empezar su lectio: “¿si existe Dios?”, podríamos pensar. “No, tampoco es eso”, responde Giussani, repartiendo las cartas con su habitual rigor lógico y su tenaz adhesión a la realidad.

La cuestión, según Di Martino, es que dentro de cada acción hay algo que falta. «Solo si parto de esta conciencia puedo ser sincero en mi relación con los demás», insiste don Giussani. «Nos deslizamos por una afirmación de nosotros mismos que no tiene en cuenta la totalidad, la tarea que se nos ha confiado». Hay una capacidad de negación que en última instancia depende de nosotros, una connivencia tan sutil que puede resultar casi imperceptible, pero no carece de consecuencias en la vida. En términos cristianos, se llama «reconocer que somos pecadores». Esta es la primera verdad de la que necesitamos partir. No de un peso de un “deber” que añadimos a las muchas fatigas de la vida, sino de la toma de conciencia de una debilidad estructural, cargada de esperanza y libre ya de cualquier balance o pretensión, aún sin resolver, porque «el deseo de cambiar ya es un cambio».

Solo gracias a esa lealtad, reitera Giussani, es posible afrontar con verdad cualquier relación. La frase de la primera carta de Juan, «todo el que tiene esta esperanza en él se purifica a sí mismo, como él es puro», resultaría pretenciosa, señaló Di Martino. «En cambio, es el signo de una piedad infinita, que nos hace capaces de una gratuidad de otro modo imposible». La realidad, como nos recuerda el Libro de la Sabiduría, es positiva. Ni siquiera «un ejército de lamentaciones» puede lograr apagar totalmente el destello de una alegría “extraña”, inexplicable, procedente de una fuente misteriosa. El tema de la alegría es el verdadero leitmotiv del libro, unido con doble hilo al tema de la obediencia. «Esa querida alegría que de toda virtud es fundamento, ¿de dónde te viene?», pregunta Dante en un pasaje de la Divina comedia que supone un condensado de teología en pocas sílabas.

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Nosotros no somos los que elegimos la modalidad en que irrumpe esta “presencia extraña” en nuestra vida. «No puedo establecer yo qué es lo que me conquista», explicó Di Martino, comentando las palabras de don Giussani. «Es sencillamente un dato de hecho al que debe rendirse cualquiera que haya tenido una experiencia semejante». De ahí la categoría de “acontecimiento”, pero también el concepto de carisma nace en el fondo de esta experiencia en acto. «La fe es una obediencia de corazón a esa forma de “irrupción”», añadió Di Martino parafraseando una cita del entonces Ratzinger, «a la que hemos sido confiados». Una frase que subraya la necesidad de seguir, teniendo presente que «seguir no es sinónimo de aplicar», sino que implica aventurarse en un viaje del conocimiento. «Cuanto más sigues, más te adentras en el pasado del carisma», es decir, más te acercas a su origen misterioso.