Voluntarios de Shis en Albania

Albania. La gratitud imposible, entre el Covid y los escombros

Primero el terremoto del pasado otoño, luego la pandemia. Sin embargo, en un país sumido en la pobreza y en los problemas económicos, la esperanza no deja de aflorar
Maria Acqua Simi

Albania, 26 de noviembre de 2019. Son las 3:54 de la madrugada cuando un violento terremoto sacude la zona norte del país. Tiemblan Durrës, Tirana y Lezhë: mueres 51 personas, tres mil heridos y más de 33.000 desplazados. A la región no le da tiempo a reponerse de la herida causada por el seísmo cuando se ve azotada por la pandemia, que deja a miles de familias en la calle. En este contexto tan complicado trabaja la Asociación Internacional para la Solidaridad Shis, socio local de Avsi desde hace más de veinte años.

Roberta Profka, directora de Shis, cuenta que «esta situación no nos ha dejado mirar atrás, al contrario, nos ha obligado a lanzarnos aún más. Trabajamos en Albania desde la época de la guerra de Kosovo, cuando empezamos a ayudar a los refugiados que huían del conflicto, gestionando 16 centros de acogida. Desde entonces hemos crecido, centrándonos sobre todo en proyectos socio-educativos y adopción a distancia», en un programa con más de 700 niños que se desarrolla en varios centros de día (especialmente El Principito, en la periferia de Tirana).

«El terremoto y el Covid repartieron las cartas y nos obligó a ensanchar la mirada». La necesidad es inmensa. Hay más de diez mil personas viviendo en tiendas improvisadas desde noviembre en la zona donde Shis trabaja. «Empezamos a afrontar la emergencia repartiendo cajas de alimentos a estas familias con kits higiénico-sanitarios, ropa, cojines y mantas para ayudarles a superar el invierno». Pero la crisis del coronavirus les obligó a revisar el modus operandi de la organización en todos sus frentes.



«Siempre hemos estado presentes en las escuelas, pero con el confinamiento se cerraron y eso ha supuesto muchas dificultades tanto para los profesores –que en muchos casos no están dotados de herramientas adecuadas para dar clase a distancia– como para muchos niños que no tienen forma de conectarse a internet. De hecho, algunas familias ni siquiera tienen teléfono. Hemos empezado a pensar nuevas maneras de estar presentes. En primer lugar apoyando a los docentes telefónicamente, y luego intentando llegar uno por uno a los alumnos de las escuelas donde estamos presentes para que nadie quedara excluido.

De este modo, aparte de comida y otros bienes de primera necesidad, también hemos repartido material didáctico para que los alumnos pudieran seguir haciendo los deberes y continuar con las clases. Al mismo tiempo, hemos dado apoyo a los padres, que en muchos casos viven este momento de crisis con estrés o desesperación». Roberta también nos cuenta que, en colaboración con el Ministerio de Educación, Shis está creando “rincones lúdicos” con videoproyectores, libros, marcadores, material didáctico y juegos donde los niños pueden dar rienda suelta a su creatividad incluso en las tiendas u hoteles donde se albergan los afectados por el terremoto. «Son espacios que tienen la doble tarea de evitar que los pequeños acaben en la calle o en malas compañías y al mismo tiempo pueden ayudar en su aprendizaje, porque en Albania la enseñanza todavía es muy rígida y teórica. Por eso hemos querido apoyar a los profesores con animadores, para convertir la escuela en un lugar de aprendizaje creativo y lúdico». También han puesto en marcha proyectos de apoyo escolar, educación cívica y espacios para padres y para la comunidad.

«Atendemos a más de cien familias que ya estaban en situación de dificultad antes de la pandemia y ahora se han hundido en la miseria. Tenemos casos de familias con cuatro o cinco hijos que sobreviven con 52 euros al mes. De hecho, la mayoría de ellos antes del Covid trabajaba en negro y el aislamiento les ha obligado a suspender su actividad. Sin ningún apoyo por parte del Estado, son como invisibles, expuestos al hambre y la indigencia. Entre ellos repartimos los alimentos y ahora, con la llegada del calor, hemos empezado a repartir también ropa de verano». Un servicio posible gracias a las autoridades locales que han autorizado a la ONG a moverse libremente por el territorio. «Al principio tuvimos algunas dificultades para repartir mascarillas entre las familias, pero la Providencia no nos abandona. Hemos podido poner en marcha una colaboración con un convento de monjas salesianas que han confeccionado en su pequeño taller todo lo que necesitábamos».

Lo que Roberta se lleva a casa por la noche es una gran gratitud. «La situación es complicada, pero vemos multitud de pequeños gestos de solidaridad». Ella también perdió su casa en el terremoto, pero nunca se dio por vencida. «Suceda lo que suceda nunca debemos dejar de buscar lo positivo», explica conmovida. «Una de las cosas más bonitas es escuchar lo que cuentan nuestros empleados cuando vuelven de repartir alimentos. Están felices porque se sienten parte de algo grande. A veces basta una bufada para hacer feliz a una madre». Una gratuidad que encuentra eco en las propias familias, como testimonia el hijo de uno de los núcleos familiares sostenidos por Shis en Lezhë: «Estoy feliz con estos calcetines, esta manta y esta bufanda que me habéis traído, pero si mi hermano tuviera frío se lo dejaría enseguida y haría lo mismo con mi madre cuando vuelve a casa por la noche, cansada y helada. Son unos regalos maravillosos que no me guardaré solo para mí».

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Roberta es un volcán de ideas, pero no se hace ilusiones pensando que todo acabará con el fin de la pandemia. «La crisis económica nos sacudirá con fuerza los próximos meses. Ahora las familias de algún modo consiguen apañarse con los pocos ahorros que tienen, pero hemos hecho un estudio interno con las 300 familias que atendemos y hemos visto que al 70% de ellas les costará mucho reponerse. El nivel del desafío solo lo veremos realmente después del verano. Así que debemos remangarnos para que no nos pille desprevenidos. Porque estas familias son el recurso que tiene nuestro país para recuperarse, y nosotros queremos estar a su lado».