La newsletter GoodNews

Las “good news” que llegan de la cárcel

Prisiones blindadas y visitas externas suspendidas a causa del coronavirus. ¿Cómo acompañar a los presos? Un grupo de voluntarios en las cárceles milanesas se inventa una newsletter
Giorgio Paolucci

Peligro de contagio, nada de entrevistas en la cárcel. Desde hace tres meses, las medidas de seguridad relacionadas con la emergencia del coronavirus impiden las visitas de familiares y voluntarios a los presos. Justo cuando más se necesita, a causa del gran beneficio que deriva de mantener las relaciones con los seres queridos cuando uno vive recluido. Por ello, voluntarios de Encuentro y Presencia, que llevan años haciendo la caritativa en prisiones milanesas, han tomado lápiz y papel y han empezado a escribir a los presos a los que antes visitaban, desempolvando los considerados ya viejos utensilios de la comunicación escrita, pero que en estas circunstancias son los únicos medios capaces de atravesar los muros de la cárcel.

Junto a esta dinámica “bilateral” ha surgido otra, pensada para llegar a todos. Se llama GoodNews, y es una newsletter que desde el 6 de abril se envía semanalmente a los responsables de las instituciones penitenciarias y luego se cuelga en los pasillos de las secciones.

«La lejanía física no impide sentirse más cercanos que antes y crece el deseo de expresarlo, ahora que estáis puestos a prueba y debéis afrontar restricciones y sacrificios añadidos». Así empieza el primer número, acompañado por las palabras del papa Francisco durante la vigilia de oración del 27 de marzo en la plaza de San Pedro, recordando que «todos estamos en la misma barca» e invitando a «descargamos en ti todo nuestro agobio, porque Tú nos cuidas».



Cada semana se prepara una nueva GoodNews, con un diseño esencial, dos folios a color de tamaño A4. Lo suficiente para contar con un lenguaje sencillo buenas noticias, puntos de luz a los que mirar cuando la oscuridad parece avanzar. Cada número incluye testimonios de personas que se han puesto en marcha para compartir el sufrimiento de los enfermos o colaborar en la reconstrucción humana y civil del país, fragmentos de canciones, poemas, alguna viñeta para sonreír un poco. Entre las propuestas, la reseña del libro sobre la vida del cardenal vietnamita Van Thuan, Libre entre rejas, que testimonia la positividad irreductible de quien pone su vida en manos de otro. También, un fragmento de El despertar de lo humano, donde Julián Carrón denuncia la “burbuja” en que nos habíamos hecho la ilusión de vivir y que el coronavirus ha hecho estallar, obligándonos a medirnos de nuevo con las incómodas preguntas que habíamos dejado a un lado. Y un pasaje del testimonio de Giacomo Poretti en clonline.org, donde habla de “su” coronavirus y del descubrimiento de que «la fe es algo que conquistar todos los días».

Con el paso de las semanas, gracias también a las cartas enviadas por los presos, surgen puntos de luz que se encienden “dentro” y de los que GoodNews se convierte en portavoz: la recogida de fondos promovida por un preso en favor de la Protección Civil, una recogida de alimentos donde decenas de presos han donado comida a familias con problemas económicos, sastres internos que producen mascarillas desde el centro penitenciario.

«Es conmovedor ver personas que, viviendo la precariedad que va ligada a la detención, quieren ayudar a los que están “fuera” a afrontar las dificultades vinculadas con esta emergencia», cuenta Guido Boldrin, responsable de los voluntarios de Encuentro y Presencia en Ópera. «Es el testimonio de que en el corazón de cualquier persona habita un deseo de bien, y que el hombre es mucho más que el error que haya cometido».

El número 7 de la newsletter, con fecha 18 de mayo, publicaba un testimonio del capellán, don Francesco –que durante semanas se ha “auto-recluido” para estar al lado de los presos–, donde describe las «ganas de vivir y de volver a empezar» de muchos de ellos. Y añade: «He visto hombres que me han regalado el don de rezar juntos, de compartir lo que llevamos en el corazón y ayudarnos a levantar la mirada».

LEE TAMBIÉN – Bocatas. Ante un tsunami

«La relación con los presos es una escuela de vida», añade Boldrin. «Estas relaciones se hacen cada vez más necesarias para alimentar nuestra humanidad. De tal modo que este tiempo que podía ser el tiempo de la ausencia, el tiempo de esperar el retorno a las visitas semanales habituales, está convirtiéndose en la ocasión de volver a descubrir todo lo que nosotros los voluntarios recibimos de aquellos a los que, aunque con buena fe, creemos poder “salvar” con nuestro propio esfuerzo. Es de gran ayuda vivir el sentido de la caritativa. Solo Otro puede responder plenamente a la necesidad del hombre».