Los presos hacen la compra para los “de fuera”

Una iniciativa que nació entre los barrotes de Taranto, ante la nueva pobreza que ha generado el coronavirus. Ahora se ha ampliado a todas las prisiones italianas. El presidente del Banco de Alimentos narra la historia de una colecta extraordinaria
Maria Acqua Simi

De las cárceles se habla poco, y generalmente mal. Las revueltas del mes pasado, cuando saltó la noticia de que la epidemia también se abría paso tras los barrotes, contribuyeron a dar una imagen poco edificante de las prisiones italianas. Pero ahí dentro hay mucho más. Llevamos años contando historias de presos de muchas cárceles que se implican en la recogida de alimentos. Una generosidad que no se ha detenido en tiempos excepcionales y de emergencia, de hecho incluso ha crecido en cierto modo.

Lo cuenta Giovanni Bruno, presidente del Banco de Alimentos. «Estos días algunos presos de Taranto han querido donar parte de su compra a favor del Banco, por la emergencia de coronavirus. Lo han hecho para ayudar a los “de fuera”, sobre todo a las familias más necesitadas, que de pronto se han encontrado en una situación de grave dificultad. Ha sido un gesto enorme, conmovedor». Pero lo más extraordinario, explica, es que todo el sistema burocrático y administrativo que gira en torno al mundo de las prisiones se ha puesto en marcha de manera rapidísima –algo nada habitual– para ofrecer la posibilidad de difundir esta recogida de alimentos en todas las instituciones penitenciarias del país. Todo ello sin que nadie se lo pidiera, sin estrategias, sin campañas mediáticas. «Gracias al interés de la directora de la cárcel de Taranto, Stefania Baldassari, por la que empezó todo, pudimos preparar con el Departamento de la Administración Penitenciaria una colaboración para poner en marcha la colecta, por primera vez, en todas las cárceles del país», cuenta Bruno. «En menos de tres días, desde la Dirección General llegó una circular que no solo autorizaba la iniciativa sino que la promovía en todo el territorio nacional».

Giovanni Bruno, presidente del Banco de Alimentos

En el texto se lee que, dada la emergencia Covid-19, se considera deseable realizar –en colaboración con las sedes territoriales del Banco de Alimentos– una recogida de alimentos mediante la cual los presos puedan donar parte de su compra semanal. Una iniciativa, concluye la nota, que es posible ampliar a todo el personal penitenciario.

«Para nosotros, es una demostración de estima y confianza, un reconocimiento del valor social, cultural y educativo de lo que hacemos», comenta el presidente. En poco días, después de Taranto, también los presos de las cárceles de Opera, Bollate, Voghera, Spoleto, por nombrar solo algunas, se pusieron en marcha espontáneamente. Porque el bien llama al bien.

¿Pero qué significa para un preso, concretamente, participar en la recogida de alimentos? «En la cárcel existe unos “extras” que ofrecen a los presos la posibilidad de adquirir productos añadidos a la compra ordinaria. En esos casos, una persona puede comprar, por ejemplo, cinco latas de atún de las que decide donar dos al Banco de Alimentos. Estamos hablando de personas que tienen una disponibilidad muy limitada, pero en este pequeño gesto ponen en juego toda su libertad, y eso quizás tenga aún más valor».

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Un ejemplo más, alejado de los impactos mediáticos, que muestra la solidaridad y generosidad que siguen fluyendo por las arterias de la sociedad italiana. «Queremos contarlo porque todo lo que ha sucedido hace aún más evidente lo que decíamos al terminar la última jornada de recogida de alimentos: se puede vivir un gesto de solidaridad en cualquier situación en la que uno se encuentre, no hay condición capaz de mortificar el deseo de bien».