Julián Carrón. El despertar de lo humano

La fragilidad de la existencia y la “burbuja” en que vivimos, y «la irrupción imprevista e imprevisible de la realidad bajo el rostro del coronavirus». El e-book donde el responsable de CL describe la gran posibilidad que ofrece este «tiempo vertiginoso»

«La situación que estamos viviendo nos ha hecho conscientes de que en estos años hemos vivido en cierto sentido como en una burbuja que nos hacía percibirnos protegidos de los golpes de la vida. De este modo hemos vivido distraídos, fingiendo que todo estaba bajo control. Pero las circunstancias han desbaratado nuestros planes y nos han llamado bruscamente a responder, a tomarnos en serio nuestro yo, a preguntarnos sobre nuestra situación existencial concreta. En estos días la realidad ha sacudido nuestra más o menos tranquila vida cotidiana asumiendo el rostro amenazante del Covid-19, un nuevo virus que ha provocado una emergencia sanitaria internacional.
La realidad, de la que huimos a menudo creyendo que así podremos respirar, pues somos incapaces de estar con nosotros mismos, ha sido esta vez inclemente, y nos ha obligado a la mayoría de nosotros a quedarnos encerrados en casa, a pararnos. Y en este aislamiento está brotando ante nuestros ojos –quizá por primera vez de forma tan clara y extendida– nuestra condición existencial…
».

Se publica hoy, en formato e-book y gratuitamente, El despertar de lo humano. Reflexiones de un tiempo vertiginoso, de Julián Carrón. Se trata de un libro-entrevista con Alberto Savorana, donde, a partir de «la irrupción imprevista e imprevisible de la realidad bajo el rostro del coronavirus», el presidente de la Fraternidad de CL describe la gran posibilidad de redescubrir lo humano que esta situación nos ofrece: de la soledad al silencio, del compartir a la amistad, y a la conciencia que tenemos de nosotros mismos y del mundo.

Ante las preguntas que nos hacemos todos («¿Qué sentido tiene lo que está pasando? ¿Qué ganamos con descubrirnos de golpe tan frágiles? ¿Qué vence el miedo?»), sale a la luz todo el alcance de la presencia de Dios y de la experiencia cristiana. Y del testimonio: «Más que cualquier discurso tranquilizador o receta moral, lo que necesitamos es toparnos con personas en las que podamos ver encarnada la experiencia de esta victoria sobre el sufrimiento, del dolor, en las que se testimonie nuestra existencia».