New York Encounter 2020

New York Encounter. El verdadero punto de unidad

La edición 2020 del encuentro norteamericano. Veinticuatro actos en tres días, exposiciones y espectáculos. En el corazón de la Gran Manzana, en tensión por descubrir qué significa «cruzar las barreras divisorias»
Lisa Lickona

América se prepara para un año electoral en el que, según las estimaciones, seis mil millones de dólares irán a parar a campañas ideológicas en televisión, Twitter y Facebook. Tras el surgimiento del fenómeno Me Too, el renacimiento de las tensiones raciales y el teatro del proceso de impeachment presidencial, los conflictos son más encarnecidos y radicales que nunca. Por ello, sorprende que, mientras miles de personas llegaban al corazón de Manhattan desde todos los puntos del país para su cita anual con el New York Encounter, una joven haya podido percibir claramente un «punto de unidad».

Eva Massey llegó en avión desde Notre Dame, Indiana, para participar por primera vez en este evento cultural, y no pudo evitar reconocer que «aquí todos están reunidos por un único objetivo». Lo que más le ha impactado de estos tres días ha sido la historia de Etty Hillesum, joven judía de Ámsterdam que murió en Auschwitz, narrada en una de las cinco exposiciones del Encounter (junto a la de Don Giussani en América, también se hablaba sobre James Baldwin, la inteligencia artificial, y de “Ideología y asombro”).



Etty recorrió un camino muy intenso para llegar a la conclusión de que «dentro de mí hay una fuente muy profunda. Y en esa fuente está Dios». Pudiendo escapar, Etty se ofreció para acompañar a otros judíos en el campo de concentración mostrando, frente a un horror cada vez más profundo, un amor aún más radical. «El ser humano es una cosa bien singular», escribió.

Las experiencias de esta mujer y de muchos otros sirvieron de punto de partida para profundizar en el lema del fin de semana, “Crossing the Divide, una invitación a “cruzar las barreras divisorias”. Cada vez es más frecuente, según Angelo Sala, uno de los promotores del Encounter, que los americanos se encierren en “caparazones” ideológicos que agudizan el aislamiento, de los demás y de uno mismo. «La experiencia es la auténtica arma contra la ideología».

Pero lo que puede hacernos salir de nuestro caparazón no es una experiencia cualquiera, como apuntó José Medina, responsable de CL en Estados Unidos. Al presentar el libro de Julián Carrón Where Is God? (¿Dónde está Dios?), Medina puso de manifiesto la experiencia por la que se puede pasar «de vivir asustados a vivir abiertos de par en par, un viaje desde un punto de incertidumbre a una posibilidad de asombro». El propio Carrón profundizó en este concepto. Frente a una experiencia horrible, uno se ve obligado a preguntarse “¿por qué?”, lo que expresa una relación con Otro. «No podemos reducir a Dios a un concepto. Dios es invisible, como el amor. ¿Pero puedo identificar en la realidad lugares, personas, hechos donde el amor se haga tangible?». La cuestión, añadió, es «si sucede ahora lo que sucedía en Palestina hace dos mil años. En aquel Hombre se veía un modo de tratar a la gente, de hablar, de actuar, que hacía decir: “Nunca hemos visto una cosa igual”. Nos vemos desafiados por un hecho así, por el acontecimiento que Jesús introduce en la historia». Esta relación es lo que permite «ir hasta el fondo» de cualquier situación.

(foto Gregory A. Shemitz)

Como Etty Hillesum, también Frank Simmonds, que murió hace unos años, ha sido capaz de “ir hasta el fondo” en su paso de vivir asustado a vivir abierto de par en par. En medio de un intento de suicidio provocado por la desesperación por una drogodependencia de la que no conseguía salir, Frank descubrió un grito que nacía en su interior: «¡Si me salvas, te serviré el resto de mi vida!». Como contó su mujer, Rita, durante su testimonio, la “convicción” de la misericordia de Dios que brotó a raíz de aquella experiencia encontró luego otras ocasiones para hacerse más profunda, por ejemplo cuando Frank dio el paso de abrazar el matrimonio, luego la paternidad y, por último, ante un cáncer terminal, con el ofrecimiento de la propia vida por los demás.

Durante los 24 encuentros del Encounter, los participantes pudieron compartir sus experiencias de superación de las divisiones más arraigadas en América, incluidas las referidas a la raza, la economía, el aborto, la medicina y la política. La disponibilidad para arriesgar lleva muchas veces a descubrir una humanidad común. Cuando Chris Arnade, antiguo corredor de bolsa en Wall Street, durante el encuentro titulado “In Search of the Other America” (En busca de la otra América), contó cómo empezó a conocer a la población más marginada de un suburbio del Bronx y cómo descubrió sus historias, únicas, que le llevaron a emprender un viaje de tres años por la “otra” América que dio lugar a la realización de un reportaje.

Después de que Rex Hohlbein, fundador del proyecto Facing Homeless, invitara a un sintecho a su estudio de arquitectura, como contó en el Metropolitan Pavilion, «empecé a ver a estos “invisibles” de un modo completamente distinto». Cincuenta mil personas empezaron a seguir sus hallazgos en Facebook. «Cuando vemos a un sintecho, cruzamos la calle y empezamos a hacernos preguntas intelectuales sobre esa persona: “¿cómo habrá llegado hasta aquí?, ¿puedo quedarme tranquilo?, ¿se drogará?”. En cambio, si nos acercamos, podremos hacerle las preguntas que surjan de nuestro corazón».



Otro de los protagonistas del Encounter ha sido la experiencia de Christian Picciolini, que perteneció al movimiento skinhead de los supremacistas blancos americanos y que en un encuentro contó cómo su “caparazón ideológico” empezó a romperse cuando un joven negro se echó a llorar en su tienda de discos. Aquel chico le dijo que a su madre le acababan de diagnosticar un tumor en el pecho en fase avanzada. Christian, que acababa de vivir aquella misma experiencia tan solo seis meses antes, empezó a hablarle sin ni siquiera darse cuenta de que el hombre con el que estaba hablando era negro. En aquel momento se dio cuenta de que «la demonización que tenía en mi cabeza podía ser sustituida por la humanización».

Es exactamente el mismo recorrido de Daryl Davis, bluesman megro que ha tocado entre otros con Chuck Berry o Bruce Springsteen, y que durante años se dedicó a establecer relaciones con el “otro” más improbable posible, los miembros del Ku Klux Klan. La sala se quedó con la boca abierta viendo las fotos de Davis acompañando como testigo de boda a un líder del Klan que solo dos años antes había sido grabado mientras disparaba a personas negras en una manifestación. Se hicieron amigos. ¿Cómo? Del modo más sencillo. «Charlando. El conocimiento mutuo es lo que supera la ignorancia. Y la ignorancia es lo que genera miedo y violencia». Algo que se vio perfectamente en el encuentro con Robi Damelin y (en video) Bassam Aramin, israelí ella y palestino él, ambos padres de hijos asesinados en el conflicto y miembros del Parents Circle Forum, una asociación dedicada a la sanación de estas heridas.

La cuestión es que para ir más allá de la ideología, como señalaban los organizadores del Encounter, hace falta la ayuda de los demás. De una madre, un padre, un guía, un amigo… Exactamente igual que Dante necesitaba a Virgilio para que le condujese fuera de las tinieblas del infierno para «volver a ver las estrellas». «La realidad nos da mucho miedo», afirmó Carrón durante la presentación de su libro. «Es tan abrumadora, tan misteriosa, que no podemos ir hasta el fondo de cualquier circunstancia sin una relación». Sobre todo ante los dramas de la vida, «la cuestión es si existe una compañía que nos permita ser humanos hasta el fondo, si hay alguien a quien estemos ligados que sea capaz de ensanchar nuestra razón y libertad». El niño, añadió Carrón, «tiene miedo de la oscuridad. Pero si su madre lo acompaña, va a cualquier parte». Porque esa relación es más grande que el miedo. «El problema es si vivimos una experiencia de Cristo que nos permita acompañar a nuestros hijos o amigos hasta este punto. De otro modo quedaremos presos de la mentalidad común».

El nuncio apostólico Christophe Pierre

El profesor Aaron Riches, docente del Benedictine College (que estaba compartía escenario en la presentación del libro junto a Ami Dar, fundador de Idealist.org), comentó que el libro de Carrón había sido «una importante compañía» en un periodo en que estaba sufriendo mucho por el suicidio de un querido amigo suyo que era sacerdote. Una «experiencia oscura» donde la primera reacción de muchos había sido huir. «Hasta Jesús llegó a preguntar: ¿por qué me has abandonado? Pero eso no puso en duda su relación con el Padre. El mal, el sufrimiento, no son la última palabra, sino el amor de Dios».

Palabras que permitieron entender aún mejor el alcance de la impactante homilía de monseñor Christophe Pierre, nuncio en los EE.UU, en la misa celebrada en memoria por el aniversario de la muerte de don Giussani. «El camino para cruzar las barreras divisorias es ser conscientes en todo momento de Su presencia. Dios no está lejos. Está cerca. Es nuestro compañero todos los días. Cristo es el camino».

Se vio con claridad en el momento final del Encounter, con testimonios muy profundos a propósito del tema, titulado “Alguien, en algún lugar, ha vivido con plenitud”. El padre Zacharie Bukuru, rector del monasterio benedictino de Buta, en Burundi, habló de sus alumnos del seminario asesinados por los rebeldes hutu en abril de 1997. Los guerrilleros, al llegar al monasterio, les pidieron que se separaran en dos grupos, hutus y tutsi, para ajusticiar a los tutsi. Los jóvenes se negaron, y cuarenta de ellos fueron fusilados en el acto, convirtiéndose en «mártires de la fraternidad». Todos fueron sepultados juntos en un último acto de unidad querido por sus padres, y hoy su santuario atrae a peregrinos del mundo entero. Un relato que estuvo acompañado por el del padre Marcel Uwineza, jesuita superviviente del genocidio de Ruanda y capaz de perdonar al asesino de su familia; y la intervención de Anba David, obispo copto, que recordó el martirio de los 21 coptos egipcios asesinados por el Isis.

La pianista Molly Morkoski

Como en años anteriores, el lema del Encounter también halló expresión en creaciones artísticas originales, como los poemas premiados en un concurso dedicado o una representación del Zakim Bridge de Boston realizada por niños del “To Infinity and Beyond Lab”, el taller “Hasta el infinito y más allá”.

El espectáculo puesto en escena la noche del viernes, The Girl From Hong Kong (“La chica de Hong Kong”), declinó el lema del Encounter mediante palabras e imágenes típicamente americanas, acompañadas por una música inédita compuesta por Jonathan Fields y Christopher Vath. El sábado, el pianista de jazz Andrea Domenici y la pianista clásica Radoslawa Jasik maravillaron al público con interpretaciones en el mismo piano. Lo que empezó como un concierto de dos músicos muy diferentes entre sí concluyó con una colaboración a cuatro manos en tres arreglos originales.

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La inesperada unidad entre la elegancia de la música clásica y el loco frenesí del jazz fue uno de los puntos culminantes para Christopher Moheimani, de Homer, Nueva York, que participaba por cuarto año en el Encounter junto a toda su familia. Entre otras cosas, contó cómo, un encuentro tras otro, había vuelto a encontrar en la zona de restauración y en el bar presidido por algunos de los 420 voluntarios un lugar precioso para «charlar libremente con amigos o no sobre lo que acabábamos de oír». Y añadió: «En estos encuentros oyes hablar de un modo totalmente nuevo. Ahora sé que aquí, en el Encounter, puedo encontrar algo que me sostiene, algo que no encontraré en ninguna otra parte».