BergamoIncontra (foto di Federico Buscarino)

Bergamo. Los frutos de la caritativa

Una tarde con los ancianos, una cena con la familia marroquí que recibe la “caja” de alimentos y los encuentros con los presos. En BergamoIncontra, los testimonios de gente que hace caritativa y descubre así que puede nacer de nuevo… aun estando viejo
Tiziana Olzeri

Una residencia en Via Gleno, Bergamo. Un grupo de bachilleres, junto con algunos adultos, va allí una vez al mes para acompañar a los ancianos: charlan un rato, meriendan y cantan juntos. Cada vez que salen de allí, sea cual sea el estado de ánimo con que hayan llegado, los chavales se sorprenden distintos, contentos, aunque les hiere el sufrimiento de los residentes y se sienten impotentes porque solo consigue aliviarlo un rato. El domingo 30 de junio, en el marco del BergamoIncontra, bajo el lema “¿Puede un hombre nacer de nuevo siendo viejo?”, tuvo lugar un encuentro titulado “Caridad: ganancia para uno mismo y para el mundo”, para comunicar esta y otras experiencias. «¿Qué sucede en la caritativa? ¿Por qué nosotros, que a menudo nos sentimos ya viejos y aburridos, allí renacemos?». A María Mercedes, profesora, no se le escapan estas cuestiones. «La experiencia de renacer que cada vez que vamos veo en el rostro de estos chicos documenta el hecho de que realmente un hombre puede renacer siendo viejo, igual que puede hacerlo un joven apesadumbrado por el aburrimiento». ¿Pero cómo sucede? Veamos algunos hechos.

Al abuelo Angelo le encanta cantar, le entusiasma, pero no tiene oído y además desafina. Lorenzo, que acompaña los cantos con la guitarra, no sabe cómo frenarlo, le saca de sus casillas. Pero en vez de perder la paciencia, toca de tal modo que los acordes se adapten a la exuberancia vocal del anciano, y las variaciones a veces resultan ser unas improvisaciones realmente divertidas. ¿Quieres ver que hasta el error y las diferencias pueden servir para construir? ¿Es más importante la perfección en la interpretación o ver que a través del canto, a cualquier edad, permanece vivo el deseo de belleza, de participación y unidad?
Pero al corazón atento se le despiertan aún más preguntas.

El encuentro titulado ''Caridad: ganancia para uno mismo y para el mundo''

Antes de los cantos, cada uno de los chavales charla con alguno de los residentes. Siempre con el mismo, de modo que las relaciones se estrechan y no se quedan en algo genérico. Pero Lorenzo tiene que volver a empezar de cero siempre con “su” abuelita. Las conversaciones son siempre iguales, pues ella lo olvida todo y nunca le reconoce cuando llega. Pero Lorenzo nunca sale de allí igual que entra. «Lo que doy y lo que me dan ellos no explica lo que vivo allí. Entonces, ¿qué es lo que nos hace estar contentos, a nosotros y a ellos?».

Una tarde, Francesco iba un poco cansado y apático. Normalmente suele ser él quien pregunta primero a Anita, que ya no ve y va en silla de ruedas: «¿Cómo está? ¿Cómo ha ido la semana?». Pero ese sábado Anita nota que algo no va bien y es ella la que, antes de que Francesco abra la boca, le acaricia el brazo y le pregunta con una sonrisa: «¿Qué pasa? ¿Estás cansado?». Así fue como Francesco se dio cuenta de lo hermoso y deseable que es querer a alguien. «Si estoy tan contento cuando me entrego a otros, ¿acaso no podrá ser esta una manera adecuada para vivir siempre? ¿Pero qué significa querer? ¿Cómo se hace? ¿Cuál es la forma más verdadera?».

Caterina, con una intensa carrera de derecho a sus espaldas, lleva unos años haciendo caritativa en la cárcel. Habla de su encuentro con un reincidente que, después de varios años de oportunidades positivas, vuelve a estar entre rejas, y que le dijo llorando: «Lo he vuelto a hacer. Pero yo he visto con vosotros una vida buena, humana. No me dejéis». «Era tan verdadero que, aunque con el corazón roto a causa de su mal, seguía deseando una belleza que sabía que no merecía. Unos días después me enteré de que había pedido leer el Evangelio para entender por qué, a pesar de todo, aún tenía ganas de vivir. Cada vez que me encuentro con él me recuerda que con Jesús nuestro mal también se convierte en ocasión para entender cuánto necesitamos su presencia».

Los stands en el centro de Bergamo

Así, el sufrimiento pasa de ser una condena a ser un desafío que aporta a la vida –como dice Tommaso Minola, moderador del encuentro– un valor añadido. Te quita una falsa tranquilidad y hace nacer ese grito que expresa la necesidad de un amor: «No me dejéis».

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Esta es la verdadera necesidad que tenemos todos, como cuenta Simone, voluntario del Banco de Solidaridad. Desde hace cinco años, lleva con su mujer una “caja” de alientos a una familia marroquí con la que ha surgido una relación muy bonita, tanto que para su boda no les faltó un regalo: una manta para “calentarse juntos”. Un gesto muy sencillo que despertó muchas preguntas en Simone: «¿Por qué lo han hecho? ¿Qué valor dan a nuestro gesto? ¿No se supone que yo era “el que da”? Muchas veces nos invitan a cenar con ellos, incluso durante el Ramadán. ¡Parece absurdo! Nosotros vamos a llevarles comida y ellos cocinan para nosotros…». «Aunque la religión sea diferente –decía Leila– el corazón es el mismo y rezamos al mismo Dios. Por tanto, comemos juntos durante el Ramadán y celebramos la Pascua, y quien no lo entienda no es religioso». Eso sucedió a pocos días de los trágicos acontecimientos de Sri Lanka. «A veces pienso que bastaría con llevarles la caja y marcharnos», dice Simone. «Pero en realidad eso no les basta, y tampoco es lo primero que esperan. Y nosotros tampoco».

Una experiencia así puede llevar algo inesperadamente nuevo incluso al lugar de trabajo. Sigue contando Simone: «Hace tiempo, una compañera mía no dejaba de quejarse porque había demasiado trabajo, estrés, nunca parábamos… Al oír la enésima queja le hablé de “mi” familia, que ni siquiera puede hacer la compra. Tras unos instantes de silencio me dijo: “Tengo ropa que no uso, puedo dártela para ellos”. Me impresionó el cambio de su mirada en un segundo».

La contribución de la caritativa al mundo y a cada uno de nosotros coincide con esta mirada que se renueva. «Hay una “residencia” para nosotros todos los días», terminó diciendo Tommaso; solo hace falta que no apartemos la mirada y se convertirá en ocasión de pregunta y de asombro.