Hossein Taheri (foto Federico Buscarino)

Franscisco y el sultán. Un cara a cara que puede cambiar la historia

Un periodista agnóstico y su secuestrador musulmán. En el diálogo se interpone la imagen del santo de Asís. En la pieza inaugural del espacio teatral "deSidera al Rosetum" en Milán, se entrelazan pasado y presente. Habla su autora, Angela Demattè
Davide Grammatica

«Una aventura disparatada», así es como la describió Giacomo Poretti, el director artístico del nuevo proyecto teatral “deSidera al Rosetum” que arrancó el 18 de marzo en la sala histórica de los capuchinos de la plaza Velázquez de Milán. El proyecto nace, según Poretti, Luca Doninelli, director artístico de la “Compagnia degli Incamminati”, y Gabriele Allevi, del Festival deSidera, del amor hacia ese espíritu positivo, resistente y tenaz que marca el ánimo de la ciudad de Milán.

La encargada de romper el hielo es la representación de Francisco y el Sultán, de Angela Demattè, dirigida por Andrea Chiodi, ganador del premio Next 2018 en la región de Lombardía. «Las cosas viajan de forma más misteriosa de lo que pensamos», afirma Demattè. De hecho, este espectáculo se estrena coincidiendo con el octavo centenario del encuentro entre el santo de Asís y el sultán Al-Malik Al-Kamel en Damietta, y se sitúa entre el viaje del papa Francisco a Abu Dhabi el pasado febrero y el de Marruecos, que será el 30 y 31 de marzo. Historias de encuentro y diálogo que solo se pueden contar si van entrelazadas entre sí. Hace ochocientos años un encuentro cambió el curso de la historia. Un encuentro sobre el cual, en realidad, se sabe muy poco, y cuyo contenido es un secreto que historiadores y escritores siguen intentando desvelar. «De las palabras que se intercambiaron Francisco y el Sultán lo único que se sabe es que es verdad que ese dialogo existió. Sin embargo, a pesar de no haberse dado a conocer su contenido, tuvo una importancia histórica enorme». Esta reflexión fue el punto de partida para el texto de esta representación. «¿Los eventos tienen un impacto en la historia solo porque se dan a conocer o existe otro motor?», se pregunta la autora. «Hoy en día, ¿puede un encuentro entre dos personas, en un mundo donde lo que impera son los grandes poderes controladores, cambiar el curso de la historia? ¿Se puede dar en una sociedad donde la resonancia mediática parece la única capaz de otorgar valor a los acontecimientos?». Esta es la pregunta que sale a escena con Francisco y el Sultán, y que se plantea al público con la intención de suscitar una reacción, ya no en relación al hecho histórico en sí, sino sobre el momento presente, invitando a los asistentes a ponerse en el lugar de los personajes.



Un periodista italiano agnóstico secuestrado por un grupo de terroristas islámicos en Oriente Medio, en Tierra Santa, adonde ha ido para grabar un documental sobre el diálogo interreligioso. Y un carcelero que no podrá evitar relacionarse con su rehén. Durante todo el periodo del secuestro, el periodista no puede dejar de dar vueltas a una entrevista a un viejo franciscano, y acaba así empezando una inesperada conversación con el terrorista. ¿Podrá este diálogo trazar un camino imborrable?

«El texto nos permite vislumbrar una oportunidad, pero también nos enseña la perspectiva del musulmán», continúa Demattè. «Ambos, periodista y terrorista, han perdido la relación con sus raíces y la figura de san Francisco aparece como mediador. En estos hombres, frágiles y en crisis, de repente, se da no una conversión, sino una apertura a la nostalgia, una apertura a la posibilidad. Es un punto crucial porque lo que prevalece es la hipótesis de Francisco, no un razonamiento. Me gustaría que el espectador pudiera vivir esto mismo, que un acontecimiento le pudiese abrir a una cierta posibilidad».

Un cortocircuito entre integrismo y espiritualidad, individuo y sociedad, realidad y video, que desde luego puede dar pie a nuevas ideas para reflexionar y a una inversión de perspectivas. Todo esto mirando con el rabillo del ojo las crónicas actuales y al Francisco actual, que saldrá a escena a finales de mes en Rabat y Casablanca.