Jornada de apertura de curso de Comunión y Liberación en Italia (Foto Pino Franchino)

Escuela de comunidad. Instrumento privilegiado en el camino

Las palabras de Julián Carrón al término de la Jornada de apertura de curso de CL en Italia, 29 de septiembre de 2018

¿Por qué volvemos a proponer este año la Escuela de comunidad? Para que este trabajo –que hacemos de la manera más estable posible– nos ayude a que penetre cada vez más en nosotros el anuncio que hoy hemos vuelto a escuchar. Por la experiencia que hemos vivido, proponemos de nuevo la Escuela de comunidad como un instrumento privilegiado para hacer el camino que se nos ha propuesto. No se trata de perpetuar mecánicamente una tradición o un esquema. Se lo acabamos de oír a don Giussani: ¡solo por la «tenacidad de un camino» su experiencia podrá llegar a ser nuestra!

Sabemos que hace falta un trabajo personal, fiel, no esporádico, para que podamos acoger la irreductibilidad del anuncio, de modo que cambie nuestra vida. Por eso quiero retomar con vosotros lo que nos dijo don Giussani sobre la Escuela de comunidad: «El trabajo sobre el texto de la Escuela de comunidad es el modo más concreto de mantener una relación sistemática con el carisma del movimiento».

Pero, «¿cómo puede convertirse la Escuela de comunidad en un punto con el que compararse?».
Don Giussani nos ha dado indicaciones precisas:

«En primer lugar, hay que leerla aclarando juntos el significado de las palabras», pues muchas veces podemos llenar las palabras que leemos de nuestros pensamientos, atribuyéndoles significados que están determinados por la mentalidad de todos. Entonces, lo primero es intentar captar el significado de las palabras. Por eso, «la Escuela de comunidad debe hacerse mediante una seria comparación con el texto, y no al hilo de nuestras preocupaciones» o reacciones al texto.



«En segundo lugar, es necesario dar espacio a ejemplos que permitan comparar lo que se vive con lo que se ha leído. Hay que preguntarse cómo lo que se ha leído y tratado de comprender literalmente juzga la vida, cómo juzga lo que ha sucedido el día anterior, lo que está sucediendo en el mundo y en la propia situación». De hecho, «sin existencialidad (sin un nexo entre la palabra y la realidad) no se puede hacer Escuela de comunidad: solo cuando tiene un carácter existencial es expresión de una experiencia. Si no nos lleva por lo menos a identificar algo que cambiar [cada vez que hacemos Escuela de comunidad] y, por consiguiente, al deseo de que se produzca este cambio, no se trata de Escuela de comunidad». Por tanto, «durante la Escuela de comunidad ciertamente hay que hablar de la vida, pero a la luz de la experiencia nueva que se va conociendo».

Por tanto, «la verificación» a la que se nos invita «es un trabajo, es la comparación de la propuesta con las exigencias constitutivas del corazón».

En este punto, don Giussani se pregunta y nos pregunta: «¿Cómo se puede hacer Escuela de comunidad sin pedir a Dios, sin oración? ¿Cómo se puede hacer Escuela de comunidad sin tratar de comprender, sin empezar a comprender la correspondencia entre lo que se estudia y nuestra experiencia personal? ¿Cómo se puede hacer Escuela de comunidad sin advertir la lógica interna del texto? ¿Y cómo se puede hacer Escuela de comunidad sin tener ganas de decirle a nuestro compañero: ¡ven tú también!?».
Y concluye: «El trabajo de la Escuela de comunidad, más que basarse en momentos excepcionales, es una tarea de todos los días». La prueba de la bondad de este trabajo es sencilla: «se experimenta la correspondencia entre las palabras que se leen y se escuchan y lo que se vive».

Yo soy el primero que quiere seguir a Giussani en este trabajo de verificación, y por eso me interesa especialmente que cada uno pueda retomar el camino de la Escuela de comunidad sin pensar que «ya sabe» –como acabamos de oír– de qué se trata.

Textos de referencia de Luigi Giussani:
Indicaciones de método para la Escuela de comunidad (1992)
Escuela y método. Apuntes de dos conversaciones (1993 y 1997)