Vilna. Asamblea de responsables

Vilna. «El mayor regalo es acompañarse hacia el destino»

Un fin de semana en la capital lituana con más de cien responsables de CL en los países de la antigua Unión Soviética y con Julián Carrón. Crónica de un diálogo a varias voces sobre la fe y la vida
Luca Fiore

«La situación en el trabajo no es fácil. Las conversaciones con los compañeros son complicadas y confusas. No llego a entender cuál es la verdad y me dejo llevar por las opiniones de los demás. Algo no cuadra. Cada vez estoy más preocupada por hacer lo “más justo”, en vez de desear conocer cada vez más a Cristo. ¿Cómo puede ser la fe cada vez más el origen de mis decisiones? ¿Cómo puede generar un juicio nuevo?».

Así empieza, con la pregunta de Francesca, italiana en Kiev, el encuentro de Julián Carrón con los responsables del movimiento en Lituania, Rusia, Bielorrusia, Ucrania, Kazajistán y Azerbaiyán, celebrado en Vilna del 13 al 15 de abril. Un encuentro particular, puesto que entre los participantes había, aparte de 79 católicos, también 48 ortodoxos, una protestante y otra musulmana. La numerosa presencia de ortodoxos no es nueva, pero, con los años, el desafío que implica para las comunidades de CL se plantea cada vez más con todo el vértigo que supone. De todos modos, la pregunta de Francesca, casada recientemente con el ortodoxo Aleksej, toca una cuestión que no marca diferencias confesionales, pues tiene que ver con aquello que don Giussani definía como «esa certeza y claridad acerca de la verdad que el hombre necesita para afrontar la vida».



Carrón replantea el problema: «¿Qué relación hay entre la “decisión justa” y el conocimiento de Cristo?». Francesca intenta responder: «Por ejemplo, mi marido y yo teníamos el problema de dónde comulgar los domingos. ¿Cada uno por su lado? ¿Un domingo en la misa católica y otro en la liturgia ortodoxa? Son cosas bastante dramáticas, que me preocupaban un poco. Hasta que un amigo nos hizo ver que la cuestión no es aplicar la regla justa sino nuestra relación con Cristo».

Carrón ata entonces en corto: «No, este ejemplo no ayuda a entender. Porque tú, cuando te fuiste a Kiev tenías claro qué era lo que te llevaba hasta allí, pero luego el inicio se empaña y ya no ves las cosas tan claras, y empiezan las discusiones. Pero uno entiende qué significa el acontecimiento de Cristo cuando tiene que afrontar las cosas de la vida: la situación laboral, las dificultades con los compañeros. Porque a ellos no les importa dónde comulgas los domingos. Lo que les interesa a ellos, y que también te debería interesar a ti, es qué novedad se introduce en tu manera de trabajar». Menciona aquí el ejemplo de los discípulos de Emaús que, a pesar de que sabían todo lo que le había pasado a Jesús, seguían confusos, y añade: «Solo el acontecimiento de Cristo presente pudo volver a abrirles los ojos. ¿Cómo entendieron que era precisamente Él quien caminaba con ellos? Porque ardía su corazón. El problema no es si el lunes, cuando volvemos al trabajo, los compañeros ven o no algo nuevo en nosotros. Solo este “ardor dentro” puede acabar con las múltiples discusiones que se dan entre vosotros. De hecho, las discusiones son la demostración de que el nihilismo avanza, porque la discusión no cambia nada entre vosotros».

«Solo el acontecimiento de Cristo presente pudo volver a abrirles los ojos. ¿Cómo entendieron que era precisamente Él quien caminaba con ellos? Porque ardía su corazón»

Lucía, de Almaty, Kazajistán: «En los últimos meses ha aumentado muchísimo el volumen de trabajo. Había decidido no venir aquí y tenía razones para ello. Luego el vicerrector de mi facultad, que no es cristiano pero sabe quién soy, me dijo: “Aquí te necesitamos porque tu manera de trabajar es muy rara. Me he dado cuenta de que tú eres así por ser católica. Si no fueras tú misma, ¿cómo nos ibas a aportar algo que nosotros necesitamos? Si no vas a ese encuentro estarás aquí cansada y triste, y así no nos servirías. Ve, yo te sustituyo en las clases que faltes”». Carrón: «¿Entendéis? Cuando uno dice algo así, ¿qué está viendo que yo no veo? Esto nos dice qué hacemos nosotros en el mundo. Podemos estar distraídos, bloqueados, sin saber qué hacer, pero un acontecimiento así es lo que nos puede sacar de nuestras elucubraciones. Dios hace de todo con tal de encontrarnos. Aquí vemos cómo su presencia incide en el trabajo, en la vida. El dualismo (la fe por un lado, la vida cotidiana por otro) está vencido».

Oleg, de Moscú: «Si en mi experiencia no veo los signos de su presencia, ¿significa que solo debo pedir el don de reconocerlos, o hay algo más que dependa de mí?». «Esta pregunta es preciosísima», dice Carrón. «Este es el drama, porque uno puede tener delante los signos y no verlos. Todos tenemos delante los mismos hechos, hasta los que no tienen nada que ver con nosotros, como el vicerrector de Lucía. Hasta los ciegos lo ven. ¿Qué más tenemos nosotros? El anuncio cristiano, a nosotros se nos ha dado la noticia de la Resurrección. Cristo nos ha dicho: “Yo estaré con vosotros hasta el fin del mundo”. ¿Cómo podemos estar en la realidad sin esta noticia grabada en nuestra retina?».



Cristiana, de Vilna, habla de una amiga suya que llevaba diez años en el movimiento. Hace unos meses escribió una carta preciosa a Carrón para darle las gracias por cómo la había ayudado a vivir, pero un mes después comunicó a sus amigos su decisión de marcharse. «Ha sido doloroso, pero también ha sido la ocasión de preguntarme qué es lo que llena mi vida de verdad. Recordar quién es Cristo para mí me ha hecho aceptar la decisión de mi amiga. Tú siempre insistes en que hay que aceptar y amar la libertad del otro…» «Sí, amar la libertad. Porque por fin hay uno que dice “¡yo!”», responde el sacerdote. «Dios no solo la acepa, sino que la ama».
Cristiana: «Sí, pero cuando te parece evidente que la decisión del otro es un error… amarla es algo muy dramático». «¿Por qué?», pregunta Carrón: «¿Por qué parece inhumano amar al otro cuando se equivoca? Porque no pensamos que cada uno tiene los recursos necesarios para reconocer lo que es verdadero. Si te dan a probar el mejor vino del mundo, luego tú no podrás hacer otra cosa que comparar ese vino con todos los que pruebes después. Cada uno está llamado a verificar la imagen de cumplimiento que tiene en la cabeza. Sin esta verificación, no crecemos en la fe, no crece nuestra autoconciencia. Por eso es necesaria la libertad».

Aleksander, de Novosibirsk, toca un hecho que hizo mucho daño al pueblo ruso, la tragedia de Kemerovo, donde murieron 64 personas, entre ellas 41 niños, en un incendio en un centro comercial. «Después de aquello, es como si la sociedad rusa despertara. Un amigo nuestro, Víctor, decidió escribir un artículo juzgando lo que había pasado. Es un testo que me ha impactado mucho, porque decía que el problema de nuestro país hoy es el hombre ideológico, que ha delegado todo en el poder y ya no acepta ninguna responsabilidad. Sin embargo, en esta situación, salió a flote un grito, una necesidad de significado. El padre Alfredo Fecondo respondió a este artículo yendo más a fondo, hasta la raíz: “¿Por qué nace en el hombre esta pregunta? ¿Quién puede responderla?”». Al leer aquel texto que habían escrito sus amigos, Aleksander se dio cuenta de que hasta entonces se había movido como “el hombre ideológico”, a pesar de sus 25 años de pertenencia al movimiento. «Pero ante un hecho así la educación recibida en CL salió a relucir y de repente me descubrí adulto. Estaba con toda mi humanidad delante de la tragedia y me dejé despertar por las palabras verdaderas que me decían mis amigos».

«Hoy el problema es el hombre ideológico, que ha delegado todo en el poder y ya no acepta ninguna responsabilidad. Sin embargo, en esta situación, salió a flote un grito, una necesidad de significado»

A la asamblea le sigue la misa católica prefestiva porque, a la mañana siguiente, bien temprano, se celebrará la Divina liturgia ortodoxa. Jean-François, responsable de la comunidad rusa, pregunta a Carrón por qué, siendo responsable de un movimiento católico, va a participar en el rito ortodoxo. «Por lo que ha sucedido entre nosotros, que es algo que no he decidido yo. Viví un año en Jerusalén, cuando estudiaba, y a pesar de que allí había muchas confesiones distintas, nunca tuve la necesidad de asistir a sus celebraciones. En cambio ahora ha sucedido algo con muchos de vosotros, por lo que yo os siento verdaderamente como hermanos. Antes, quizá por mi embotamiento, no tenía la misma conciencia. Ahora entiendo que quien no ha vivido la misma experiencia no tiene esta necesidad, y por eso mañana no estará en la liturgia. La verdad se comunica a través de la libertad. Y la verdad pasa a través de un acontecimiento que nos permite ver lo que antes no veíamos. Por eso me siento honrado de participar junto a mis amigos ortodoxos, con los que comparto la esencia de la fe».

Lo mismo vale para los ortodoxos. Algunos de ellos se quedan a la misa y se ponen en fila para besar las reliquias del mártir Teófilo Matulionis, obispo lituano perseguido por el régimen soviético, enamorado de Rusia y beatificado el año pasado. Las llevaron los amigos de la comunidad lituana de Kaišadorys.

La noche del sábado hay un cóctel de cantos populares de diversos países. Y al mezclarse se producen los ensemble: el canto ruso lo cantan también los ucranianos y lituanos, a la canción ucraniana se suman los rusos, dos italianos que viven en Azerbaiyán se lanzan con un canto azerí…

En la conclusión, Carrón retoma el contenido de la Página Uno de Huellas del mes de abril, con los apuntes de la asamblea de responsables italianos, que se aclara aún más con las preguntas, ejemplos y testimonios de estos días. «No hay regalo más grande que acompañarse hacia el destino, para no quedar atrapados en nuestros errores y volver a reconocer la presencia de Cristo. Yo quiero seguir ese don inesperado que se nos ha concedido. No sé dónde nos llevará. El acontecimiento lo genera Otro. Para entenderlo, bastaría mirar al que tenemos al lado. Y preguntarnos si nuestros análisis hubieran podido generar una compañía así. Aquí vemos lo que Giussani identificaba como la auténtica lucha a la que estamos llamados: decidir si seguimos el acontecimiento o nuestros pensamientos. Pero el camino es mucho más sencillo de lo que pensamos. Juan y Andrés aprendieron a crecer siguiendo la excepcionalidad del encuentro que habían tenido. Frente a la cultura ilustrada en la que estamos inmersos, católicos y ortodoxos, Giussani propone el método de los dos primeros apóstoles». Junto a Carrón, no por casualidad, hay un icono realizado por una amiga ortodoxa pintora, Xisha, bielorrusa que vive en Minsk, que representa precisamente el encuentro de Jesús con Juan y Andrés. «Este es el método. Pero también tenemos el test para verificar si lo estamos siguiendo: ¿experimentamos el ciento por uno aquí? Porque esto no es solo algo que nosotros necesitamos, la plenitud de nuestra vida, sino también nuestra tarea en el mundo. Porque, cada vez más, son los otros los que nos piden a nosotros, cristianos, que seamos nosotros mismos. Como el compañero de Lucía».

«El acontecimiento lo genera Otro. Para entenderlo, bastaría mirar al que tenemos al lado. Y preguntarnos si nuestros análisis hubieran podido generar una compañía así»