Un salto de autoconciencia

Página Uno

Apuntes de la síntesis de Julián Carrón en la Asamblea de responsables de Comunión y Liberación de Italia. Pacengo di Lazise (Verona), 11 de marzo de 2018

Haja o que houver
Canzone di Maria Chiara


«En nuestros ojos los hechos, en nuestras manos los códices», decía san Agustín (Sermo 360/B,20: Sermo sancti Augustini cum pagani ingrederentur). En este momento, el signo más evidente que muestra si tenemos o no en nuestros ojos los hechos que testimonian la presencia viva de Cristo es la forma con la que hemos recitado los Salmos (los códices). Si tenemos los hechos en nuestros ojos, los Salmos nos hablan con una densidad y una profundidad que en caso contrario se nos escaparía. El Salmo 45 que acabamos de recitar es casi una síntesis de todo lo que hemos vivido y dicho en estos días. ¡Quién sabe qué experimentó la persona que lo escribió, qué experiencia tuvo de Dios! Al afrontar los desafíos de la vida, no pudo mirarlos más que con el Señor en los ojos. «Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza, / poderoso defensor en el peligro. / Por eso no tememos aunque tiemble la tierra, / y los montes se desplomen en el mar. / Que hiervan y bramen sus olas, / que sacudan a los montes con su furia. / […] [Pero] / teniendo a Dios en medio, no vacila», porque «Dios la socorre al despuntar la aurora» («Salmo 45», en Libro de las horas, Asociación Cultural Huellas, Madrid 2010, p. 78).
Esta certeza no aflora cuando miramos la vida desde el balcón, sino cuando nos dejamos desafiar por cualquier temblor de la tierra. Por eso, cada vez que percibimos un golpe de la realidad podemos reconocer: «El Señor de los ejércitos está con nosotros, / nuestro alcázar es el Dios de Jacob. / Venid a ver las obras del Señor, / las maravillas que hace en la tierra». Todo forma parte del camino para conocer al Señor. Solo si afrontamos las dificultades, los desafíos y las circunstancias concretas podremos reconocer a Otro en acción: «Rendíos, reconoced que yo soy Dios: / más alto que los pueblos, más alto que la tierra» (ibídem). No se trata de una definición vacía, sino de una realidad tan presente que se hace más evidente cuanto más potente es el desafío. Si nuestro camino no es así, es decir, si no existe una verificación, nuestra fe tendrá fecha de caducidad, antes o después desaparecerá, no porque hagamos algo especialmente contrario a ella, sino porque prevalecerá el miedo, en un momento dado prevalecerá otra cosa y no Su presencia.
Entonces, con estas palabras del Salmo en los ojos, podemos mirar lo que hemos vivido estos días…