«¿Por qué futuro?». El encuentro de la CdO en Milán frente a las elecciones

Cuando el futuro está en juego

Italia vota el 4 de marzo. Un diálogo a varias voces organizado por la Compañía de las Obras intenta poner sobre la mesa los temas sobre los que conviene empezar a construir. «Una tarea que atañe a todos»
Paolo Perego

La palabra “futuro” presidió la mesa redonda que abarrotó una sala del Palazzo delle Stelline en el corazón de Milán el pasado lunes 19 de febrero. A pocos días de las elecciones del 4 de marzo, en plena campaña electoral, la Compañía de las Obras propuso un diálogo sobre los temas que apunta en el manifiesto que publicó hace unas semanas. «¿Por qué futuro?», era la pregunta que daba título al encuentro. La misma pregunta que planteó Bernhard Scholz, presidente de la asociación, al presentar el acto. «Hay que mirar adelante, poniendo sobre la mesa temas como la familia, los jóvenes, la educación, la empresa, el trabajo, el tercer sector, la acogida… Estas son las emergencias a las que los partidos y los que estén llamados a gobernar tendrán que responder».

«Hay que mirar al futuro, y con tiempo», señaló Alessandro Rosina, demógrafo de la Universidad Católica de Milán. Estamos inmersos en un cambio global. «En el siglo pasado pasamos de 1.600 millones de personas en el mundo a 6.100. Las previsiones para el próximo siglo son menos “exuberantes” pero aumentarán los desequilibrios». Para entendernos. Se estima que África doblará su población en 2050, frente a una Europa de crecimiento cero. «Todo ello dentro de un fenómeno ya globalizado de envejecimiento de las poblaciones», entre un aumento de la longevidad y una reducción de la fecundidad, inferior a los dos hijos por mujer de la mayoría de países. Un proceso inédito en la historia, según Rosina, «además de incisivo también en términos económicos, e irreversible».



El demógrafo señala cinco pilares fundamentales sobre los que apostar para contrarrestar los efectos de este «lento terremoto». El primero se refiere a la inmigración, «un fenómeno que por sí solo no es capaz de devolver el equilibrio». También hay que reflexionar sobre el empleo femenino y la natalidad, doblemente ligados. Luego está el tema de los jóvenes y las oportunidades para ellos. Y, por último, la longevidad. Sobre este escenario empezaron a intervenir los demás invitados.

Mauro Monti, director del instituto Marconi de Piacenza, un centro superior de educación industrial con más de 1.500 alumnos y casi 200 profesores, cuyos estudiantes alternan la escuela con el trabajo. «Empezamos este recorrido hace tres años, no sin dificultades, pero ha demostrado ser muy importante esta relación nueva, fuera del aula, con la realidad». Para todos. Para los trabajadores, que encuentran nuevos estímulos al tener que enseñar a otros; y para las empresas, que se implican directamente con la formación. «Y por supuesto para los alumnos, como dice uno de ellos esto despierta en estos “talentos durmientes”; y también para los profesores».



Siguiendo con el tema educativo, intervino Emmanuele Massagli, presidente de Adapt, asociación dedicada a la investigación sobre el mundo laboral. «Centro de formación profesional, institutos técnicos superiores, contratos de formación… todo son medidas buenas, que pueden indicar un camino para el futuro, pero toda la sociedad está llamada en causa. Mucho dependerá de lo que decida la política, pero la política debe valorar lo que ya existe en este ámbito». En esta misma línea avanzó Monica Poletto, presidenta de CdO-Obras Sociales, refiriéndose a la reforma del Tercer Sector. «Estamos a medio camino, pero lo que más nos preocupa es la evaluación del impacto, es decir, ver realmente lo que están generando ciertas iniciativas».

No estaba presente en la sala, sino en un “corredor humanitario” ayudando a los refugiados del Cuerno de África, pero Oliviero Forti, de Cáritas Italia, quiso enviar su contribución mediante un videomensaje. «El fenómeno migratorio es global y afecta en todo el mundo a 65,6 millones de personas. Lo que le toca a Europa, con los números en la mano, se puede gestionar. Se convierte en emergencia en el momento en que algunos países cierran sus puertas. “Ayudarles en su casa” no es un error, pero harán falta años, décadas, para ver los efectos de lo que muchos reducen a un eslogan». En su opinión, no basta con la primera acogida. «El verdadero desafío es el futuro de esta gente, que no tiene que pasar forzosamente por las instituciones. Hay realidades que trabajan bien y sería bueno sistematizarlas, valorarlas».

«¿Qué nos dice lo que hemos oído esta noche?», termina preguntando Scholz. «Que tenemos la posibilidad de usar un cierto criterio para decidir el 4 de marzo: mirar a las nuevas generaciones, a su futuro». No en general, añade el presidente de la CdO. «Hablo de nuestros hijos, del vecino de casa. Conscientes de que no se puede delegar todo en el Estado sino que la sociedad civil también debe implicarse, que cada uno se ponga en juego a la hora de construir el bien común».