Medicamentos recibidos en Ucrania (Foto: Fundación Banco Farmacéutico)

Banco Farmacéutico sin fronteras

Una obra que nació en el año 2000 con un grupo de jóvenes farmacéuticos para responder a la necesidad de medicinas y que hoy llega a muchos lugares del mundo, como Venezuela, Ucrania o el Líbano
Maria Acqua Simi

La Fundación Banco Farmacéutico nació en Italia, donde está muy arraigada y se ha ido dando a conocer sobre todo con la Jornada de Recogida de Medicamentos, que desde hace unos años se ha convertido en una semana entera, durante la cual, cualquiera puede entrar en una farmacia y donar medicamentos al Banco, que luego se repartirán entre 1.900 entidades que los hacen llegar a los más necesitados. Pero ese es solo el principio de la historia.

Hay un hilo que no ha dejado de crecer y extenderse por numerosos países, como España, Argentina, Venezuela, pero sus donaciones también llegan hasta Líbano, Ucrania, Libia, Afganistán, Kosovo, Níger, Somalia, Sudán del Sur, Yibuti, Siria y Turquía, zonas afectadas por largos conflictos, carestías, enfrentamientos étnicos o tribales, donde el sistema sanitario está colapsado o brilla por su ausencia.

Venezuela. Un país precioso en el corazón de América Latina que está viviendo una profunda crisis socioeconómica, mientras varios agentes internacionales luchan por controlar sus grandes recursos mineros. Los que pueden huyen del país porque el hambre, la sed y la falta de servicios básicos les hacen la vida imposible. Los que se quedan tienen que enfrentarse a precios que están por las nubes en productos de alimentación, además de las largas colas que se generan en el mercado negro, con un sistema educativo con muchos problemas y hospitales donde tener medicinas, gasas, máquinas, camas, guantes o instrumental quirúrgico es casi un milagro. Aquí, gracias a una serie de acontecimientos, el Banco Farmacéutico ha logrado hacer llegar desde 2016 más de un millón de productos sanitarios para apoyar a varias obras de caridad.

Franco Lo Mauro, director del Banco Farmacéutico, no tiene dudas. «Ahí está la mano de la Providencia porque parecía imposible llegar hasta allí. Pero gracias al empeño de entidades que llevan años en esos países hemos podido llegar. Conocer la historia de mujeres, niños y enfermos que han podido curarse gracias a nuestras donaciones es algo que te llena el corazón». En Venezuela es rarísimo encontrar medicinas salvavidas o asistencia médico-quirúrgica. Faltan hasta desinfectantes o puntos de sutura para las mujeres que dan a luz. La mayoría de los medicamentos solo se puede comprar fuera del país y a precios inaccesibles. «En medio de una situación tan complicada hemos logrado poner en marcha una red de entidades socio-asistenciales que ya trabajaban sobre el terreno para aumentar la capilaridad y eficacia de la distribución».

Ucraina. Tras meses de bombardeos, los hospitales y las infraestructuras sufren una crisis muy grave. Encontrar medicinas salvavidas es ciencia ficción, en las zonas asediadas u ocupadas no está garantizada la atención médica. Pero la gente sigue cayendo enferma y necesita tratamientos, alguien que cure sus heridas, físicas y psicológicas, o al menos un diagnóstico. Algo que cada vez es más difícil de encontrar. El Banco Farmacéutico –que en muchas zonas de guerra trabaja junto a la Cruz Roja– quiere lanzar un llamamiento para que se reconozca la emergencia sanitaria en la región. ¿Cómo ayudar a los miles de desplazados internos o refugiados que necesitan asistencia? Un llamamiento que no ha caído en el vacío. Este año han llegado productos sanitarios por valor de más de 18 millones de euros a hospitales civiles y pediátricos ucranianos, casas-familia y hospitales de campaña.

Beirut, agosto de 2020. Una explosión en el puerto de la capital libanesa destruye barrios enteros, matando a más de doscientas personas e hiriendo al menos a siete mil. La situación del ya era crítica desde hacía tiempo: una clase política corrupta, la pandemia, la cercanía con Siria e Israel y las oleadas de refugiados menguaron bastante las posibilidades de recuperación del Líbano, que hace tiempo estuvo entre las economías más prósperas de Oriente Medio. El Banco, con la colaboración del Ministerio de Defensa, la Región de Lombardía y sobre todo gracias a las donaciones de varias empresas, envía a la sede libanesa de la OMS antihistamínicos, antibióticos, antibacterianos, vitamina B1 y fármacos para la trombosis y la hipertensión.

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Para hacer frente, de manera cada vez más eficaz, a las necesidades que surgen en contextos de emergencia (epidemias, guerras, desastres naturales), el Banco ha puesto en marcha –gracias al apoyo de la Fundación Cariplo– el Fondo de emergencias farmacológicas, con reservas de material sanitaria disponibles para hacerlas llegar a zonas de crisis en un plazo de 24/48 horas desde la petición de ayuda.

Esta red también ha sido posible gracias a la generosidad de muchas empresas y ciudadanos particulares que han respondido a la iniciativa de “recuperación de medicamentos válidos no caducados” que el Banco puso en marcha en Italia en 2013.
En muchas casas se desechan toneladas de medicamentos que son aún potencialmente útiles. Pensemos en los que sufren enfermedades crónicas, en los que cuidan a personas ancianas en casa que fallecen o son trasladadas a residencias, o en el mejor de los casos, en los que se curan. En estos casos los tratamientos suelen interrumpirse, pero los medicamentos adquiridos permanecen y siguen siendo válidos. Tirarlos (son residuos especiales) supone un coste y también pueden causar un daño ambiental. De ahí surgió la idea de recuperar medicamentos con un periodo mínimo de validez de ocho meses y conservados correctamente en su envase. Una idea que ha permitido que el año pasado se recogieran medicinas por valor de casi cinco millones de euros.