Vacaciones de jóvenes en Broga, Malasia

Malasia. La promesa de «un cielo tan bonito»

Unas vacaciones para jóvenes en el sureste asiático, en las colinas de Kuala Lumpur. Una ocasión para volver a descubrir que la vida «puede ser realmente interesante»
Paola Ronconi

Desde pequeños, siempre han ido detrás de sus padres y han respirado el aire de sus encuentros con amigos. Raros, por la logística y por el Covid, pero intensos, donde siempre se pone en juego la vida. Hablamos de la comunidad de CL del sureste asiático: Singapur, Filipinas, Indonesia, Malasia. Familias de expatriados italianos como los Avallone (que viven en Singapur) o los Berardi de Kuala Lumpur, y otros que han conocido allí, en países literalmente esparcidos por el océano Índico y Pacífico.

El pasado mes de noviembre sus hijos, ya adolescentes, participaron en unas vacaciones en Port Dickson, Malasia. Unos días tan bonitos que decidieron organizar a finales de marco una breve convivencia solo para los “jóvenes”, bachilleres y algún universitario. Ayudados por algunos adultos que les han acompañado discretamente, se juntaron en Broga, a una hora de Kuala Lumpur.

Entre ellos estaba Diva, una chica de 16 años de Kupang que, para poder ir al instituto, lleva año y medio viviendo sola en una residencia de estudiantes en la isla de Bali. En las vacaciones de Port Dickson, muchas cosas le llamaron la atención, pero hubo un momento especialmente decisivo: la escucha de la Gota de Chopin, que planteaba el tema de la tristeza. Cuando escuchó que «esa gota, es decir, ese deseo implacable, es nuestro mayor recurso y no nuestra maldición», empezó a intuir que la vida podía ser algo interesante. Poco antes de que empezara la convivencia de los jóvenes, escribió una carta a sus amigos, donde decía:



«Sé tú misma. ¿Pero qué significa “ser uno mismo”? ¿Cómo puedes saber quién eres si cambias continuamente para intentar que la gente te acepte y sentirte bien? Yo me siento vacía. Las clases son una pesadilla, estoy agotada de vivir sobreviviendo, ¿por qué vuelve a amanecer? Me gustaría que la noche fuera más larga. Me paso la vida llorando, hundida en la negatividad, ¿por qué me siento así? No quiero sentirme así, soy demasiado dramática, basta de llorar, me siento muy sola y odio el instituto».
Hola, soy Diva, y estas son las cosas que resuenan en mi cabeza. En noviembre participé en las vacaciones de Port Dickson en Malasia. Conocí a mucha gente estupenda y me reí mucho. Me sentí valorada. Me resulta extraño que la gente me diga que toco bien la guitarra, para mí no es nada especial, muchos amigos la tocan mejor que yo. (…) Me sentí aceptada sin tener que esforzarme, incluida sin tener que cambiar nada. Antes, cada vez que me juntaba con alguien me preguntaba: «¿Tengo que hablar así o asá?», «¿Qué debería decir?», «¿Y si piensan que exagero, que hablo demasiado alto?». Pero en estas vacaciones he podido ser más yo misma. (…)
Al acabar las vacaciones, el padre Michiel me notó en la cara que no estaba contenta por volver y me dijo: «Usa tu corazón y verifícalo todo. Cuando volvamos a vernos, ya me contarás cómo ha ido». También dijo que es diferente vivir y sobrevivir, y que Dios quiere que viva la vida.
(…) Ahora estoy bien en el instituto. Cuando me despierto, ya no me parece estar en una pesadilla. «Ok, empieza un nuevo día. Debe haber algo interesante hoy, pues de lo contrario el cielo no sería tan bonito». Cada día trae consigo nuevas esperanzas y emociones. Es cierto que a veces estoy triste: por no aprobar un examen o por alguna dificultad. Pero sentirse triste, feliz o confuso forma parte natural de mi ser, de mi humanidad. Esos sentimientos me hacen sentir viva. Verificar siempre me permite ver el problema desde una perspectiva distinta, no preocuparme demasiado, tomarme la vida con calma, vivir el momento y disfrutar de la vida.
En las vacaciones Toni me preguntó: «¿Por qué eres católica? ¿Solo porque lo son tus padres?». Si solo fuera por eso, ¿de qué me serviría? Para mí, ser católica es maravilloso: tienes un Padre, un Amigo de corazón y sabes que nunca estarás solo, Él siempre está contigo, tienes alguien a quien aferrarte cuando todo se complica, en Él tienes una casa, te sientes protegida, estando con Él puedes hacer cualquier cosa. Sin Dios, nada tiene sentido: cómo sale el sol por la mañana, cómo se sienten las personas y lo que piensan, cómo brillan las estrellas, el hecho de no poder entenderlo todo, de tener deseos que no se pueden satisfacer, lo que nuestros ojos no llegan a ver, cómo late nuestro corazón o cómo funciona el sistema solar. Creer en Dios hace que todo tenga sentido. Sentid vuestro corazón, permitíos sentir emociones, reconocer y verificar las preguntas que os surjan.


En las vacaciones de Broga se juntaron 21 personas. Un fin de semana bajo el título “¿Es que alguien nos ha prometido algo? Entonces, ¿por qué esperamos?”. «¿Por qué razón un grupo de amigos de Malasia elige una frase de Cesare Pavese?», se pregunta Michiel Peeters, capellán en Tilburg, Países Bajos, que visita periódicamente a las comunidades asiáticas. «Eligieron esa frase porque expresa algo que sienten de verdad. Para mí es una de las cosas más fascinantes del cristianismo: es universal, es para los hombres de cualquier cultura». Fueron días sencillos, con juegos, una excursión por la montaña (bajo la persistente lluvia tropical), oraciones, diálogos, una película y muchos cantos. «La tímida Diva ha sido protagonista y punto de referencia para otros. Su seriedad y su alegría eran contagiosas. Hemos podido ver cómo Cristo no se sirve ante todo de los grandes y ricos, fuertes y cultos, sino de los pequeños, los sedientos, que sienten sencillamente su humanidad y así pueden sentirse aferrados por la humanidad de Cristo». Las preguntas de esta chica se han convertido en las preguntas de todos. ¿Qué significa ser uno mismo y sentirse aceptado y amado gratuitamente? «Sin ti, sin estos amigos, probablemente me perdería a mí misma», escribe de nuevo Diva después del fin de semana. «Ahora veo que el movimiento ayuda a la gente a creer en Dios y me enseña a mirar el mundo de otra manera».

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El fin de semana fue una gran sorpresa también para los demás adultos porque «el movimiento cobra vida en personas y lugares tan impensables como una chavala de 16 años de una isla de Bali. No por nuestro esfuerzo sino por la disponibilidad de estar alerta y obedecer a lo que el Señor suscita».