Por la izquierda: Giuliana, Sofia, Adriana y dos amigos

Una manera de decirlo a todos

Giuliana, Sofia y Adriana son las protagonistas de “The Pilgrim Soul”, un podcast que nació para vivir una amistad a distancia, pero que se ha convertido en una cita fija para cientos de personas en 25 países del mundo
Luca Fiore

«Bienvenidos a The Pilgrim Soul, un podcast sobre el camino de la fe en el mundo de hoy. Somos Giuliana, Sofia y Adriana». Así empieza cada uno de los cortes de una serie de diálogos que surgieron durante la pandemia para mantener viva una amistad a distancia, y que hoy escuchan casi seiscientas personas repartidas por 25 países del mundo. El primero se remonta a diciembre de 2020 y está dedicado a la relación entre trabajo y santidad. Los demás, que de momento suman 38 y se emiten mensualmente, han tocado temas como el sentido cristiano de la hospitalidad, el desafío del sufrimiento, el valor de la oración, la educación de los hijos, la Semana Santa, el conflicto entre pueblos y personas… En el origen de estas discusiones está la experiencia y la educación recibida en el movimiento, que ha despertado el interés no solo de familiares y amigos, sino también de desconocidos, católicos o no, que se han topado con esto quién sabe cómo gracias a internet.

Fue idea de Sofia, una joven de 25 años, doctoranda en Neurociencias en Cambridge, que involucró a su hermana Giuliana, abogada y madre en Washington DC., y a su amiga común Adriana, con una excedencia militar y madre de dos niños en Idaho. «Acababa de llegar a Inglaterra para hacer el doctorado cuando empezó el confinamiento», recuerda Sofia. «Veía que en mí y a mi alrededor dominaban el miedo y la renuncia a los propios deseos. Luego leí un artículo que escribió esos días Julián Carrón, donde decía que no podíamos perder semejante ocasión para verificar qué es lo que verdaderamente importa en la vida». Sofia se quedó muy impactada por esta provocación y, gracias al trabajo de la Escuela de comunidad durante esos meses que todos recordamos como un periodo oscuro, empezó a experimentar una alegría inesperada. «Mi corazón quería gritar a todos. Miraba alrededor y pensaba: “¡No tengáis miedo! ¡Hay Alguien que está con vosotros!».

¿Cómo custodiar este descubrimiento? ¿Cómo llegar a “todos” en un momento en que solo se permitía salir una vez al día para dar una vuelta a la manzana? «Necesitaba un reclamo cotidiano. Y el movimiento, el carisma, sale a mi encuentro a través de rostros: los de mi familia y mis amigos». Llegó un momento en que ese deseo se fue aclarando. «Lo que necesitaba era una amistad abierta a todos y empecé a hablar con mi hermana y con Adriana». En ese diálogo surgió la idea de un proyecto creativo que tomó la forma de un podcast. Nace así The Pilgrim Soul (El alma peregrina, ndt.), una conversación mensual, grabada a distancia, donde las tres amigas discuten sobre un tema relacionado con las circunstancias y sugerencias que brotan de la vida del movimiento. El nombre del podcast deja ver que el tema central es un deseo de atravesar, como peregrinos, el misterio de lo que sucede, sin censurar dificultades, dudas ni incertidumbres. La discusión se apoya en lecturas significativas de don Giussani entre otros, como Juan Pablo II, Dorothy Day, Joseph Ratzinger, Madre Teresa, San Francisco de Sales, T.S. Eliot, Padre Pío, Adrienne Von Speyr, etc. Al final de cada cita, se sugieren textos sobre el tema y otros materiales culturales para profundizar. «El movimiento nos ha enseñado a identificar en el arte, en la música o en la literatura las señales del sentido religioso del ser humano», explica Sofia. «En muchas formas creativas emergen las exigencias más profundas del corazón y los indicios de que la respuesta es Cristo». Aparte de esas sugerencias, se lanza también un “desafío”, es decir, un gesto que favorezca que la reflexión sobre el tema no sea abstracta. «Cuando hablamos del conflicto entre personas, propusimos a nuestros oyentes que identificaran a alguien de su entorno al que necesitaran pedir perdón y que se lo dijeran».

Para estas tres amigas, The Pilgrim Soul es una experiencia de enriquecimiento personal. Para Adriana, «es un instrumento que me ayuda a continuar una amistad que veo cada vez más vital. En la Escuela de comunidad se nos da una lente con la que poder reconocer el Misterio en cada cosa. Así la vida se vuelve más significativa, más comprometida, se redime». Para Giuliana, «es preciosa la manera en que, justo a través de este trabajo, está creciendo el vínculo entre nosotras. Yo aprendo de cómo ellas miran el mundo y vuelvo a mis tareas cotidianas con una mirada distinta. Nuestras discusiones intentan no dejar nada fuera, me enseñan a no separar nada de lo que vivo del encuentro con Cristo. Es un reclamo constante a la totalidad, lleno de ternura y de amor porque viene de mis amigas. Al final de cada episodio me siendo renovada porque estoy acompañada en mis alegrías y en mis penas».

Pero no es fácil separar la dimensión personal de la relacionada con los oyentes. «Es precioso ver que el Espíritu Santo, a través de nosotras, genera algo también en los demás», señala Sofia. «Lo vemos cuando nos escriben para compartir preguntas y agradecimientos, que se convierten en una ayuda en mi camino. Eso cambia mi forma de mirar a los demás, a la gente que me cruzo por la calle, sabiendo que llevan dentro la riqueza de un deseo que yo también quiero ver crecer. En comparación con el principio, ahora me siendo más abierta, más llena de esperanza y de deseo de que todos conozcan a Cristo».

Hans vive en Liverpool, pero vivió mucho tiempo en Estados Unidos y conoce perfectamente el estilo comunicativo de los católicos anglosajones. Participa del movimiento desde hace un par de años y se encontró con el podcast de Sofia, Adriana y Giuliana por casualidad. Después de escucharlas varias veces se enteró de que ellas también eran de CL. «Lo primero que me llamó la atención fue su amistad, que les permite hablar de la fe de un modo completamente distinto y muy honesto. Empezando por lo que les pasa en casa, con sus hijos o compañeros de la universidad. No son discusiones abstractas sobre teología o doctrina social de la Iglesia. Tratan de relacionar los contenidos de la fe con las cuestiones que todos debemos afrontar. Lo que más me sorprende es la profundidad e inteligencia con que afrontan los temas». Michael cuenta en cambio que se había alejado de la Iglesia y del movimiento y que, en el verano de 2021, volvió a acercarse. Por esa misma época empezó a escuchar el podcast. «En pocos meses es como si me hubiera vuelto a adentrar en los contenidos de la fe. Me ha ayudado a recuperar una mirada nueva hacia el mundo, hacia la Iglesia y hacia mí mismo. Mi episodio preferido es Compartir el evangelio, cuando invitaron a Colin Parrish. La manera en la que habló de la vergüenza me ha permitido tener una ternura nueva conmigo mismo, algo que nunca había sentido. Sofia, Adriana y Giuliana son amigas de verdad. Me acompañan al Destino».

Genevieve las escucha desde Christchurch, Nueva Zelanda. Don Andrew desde Gettysburg, Pennsylvania. Bekah es protestante y quería conocer mejor el catolicismo. Nelly era católica, se convirtió al protestantismo y dice que estaba en plena crisis de fe cuando encontró este link en la página web de la Asociación Americana de Científicos Católicos. Kristina dice que empezó a leer libros de Comunión y Liberación y que The Pilgrim Soul la animó a buscar la comunidad más cercana.

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Al principio de esta aventura, las tres amigas decían: «Ofrecemos al Señor nuestra pobreza y que Él haga lo que quiera». Hoy siguen sintiéndose incapaces ante lo que perciben como una tarea. Sofia confiesa que «todavía tengo que crecer mucho en la fe y en el seguimiento del carisma de don Giussani. Pero este trabajo también me ayuda a seguir por el camino indicado y mi corazón tiene la exigencia de compartir lo que he encontrado. De este deseo ha nacido una nueva forma de comunicar nuestra experiencia, que creo que está llegando a personas que de otro modo nunca leerían un libro de don Giussani, pero sí están dispuestas a escuchar una charla entre amigas. De tal modo que mi incapacidad no es una objeción, sino una responsabilidad».