Niccolò Bizzarri

Florencia. Nicco, la poesía y una aventura que continúa

A poco más de un año de la muerte del universitario florentino por un accidente con su silla de ruedas, sus amigos han organizado un concurso nacional para jóvenes poetas
Maria Acqua Simi

Como quien ve la luz en ese momento es el título de una pequeña selección de poesías de Niccolò Bizzarri, un joven de Florencia que murió inesperadamente el 13 de enero de 2020 por un accidente con su silla de ruedas, cuya historia narramos en Huellas del mes de marzo de ese año. Los versos de Niccolò, breves pero llenos de estupor, encierran una vida entera. La suya, la de sus muchos amigos, la de sus padres. En uno de los poemas más bonitos, escribe: «Escucho la música en mis entrañas / me consume una triste dulzura / solo pero únicamente / humana. / Igual que yo, humano hasta hacer daño. / Todo el dolor que haga falta / para que el sentido cobre vida / para que mi sufrimiento se asemeje / solo a mi destino».

La percepción de que todo en la vida es un don recibido que compartir y en cierto modo restituir es el rasgo distintivo de Niccolò. En sus páginas emerge con fuerza. Pero, además del libro, sus amigos han luchado por poner en marcha también un concurso de poesía.

Niccolò durante unas vacaciones en la montaña.

«No es ninguna celebración de Niccolò, no se trata de gestos “in memoriam”. Simplemente nos hemos dado cuenta de que lo que su amistad sigue generando debe poder ser para todos. Esa vitalidad, esa capacidad para encontrarse con gente tan diferente entre sí, no podía ser algo que solo se quedara en él, que no tenga nada que ver con nosotros. Por eso pensamos en un concurso donde algunos jóvenes poetas puedan encontrar maestros», explica Filippo Ungar, amigo de Nicco de los universitarios de CL y estudiante de Literatura moderna. «Parecía algo imposible pero, con el paso de los meses, fue tomando forma de una manera totalmente inesperada. Gracias al apoyo del rector de la universidad, el Ayuntamiento de Florencia, la Fundación de la Caja de Ahorros de Florencia y la Oficina Escolar de la Región de Toscana, ha nacido un concurso a nivel nacional que permitirá a diez poetas menores de 25 años optar a un seminario con algunos grandes poetas. El premio no es dinero, sino una relación con los miembros del jurado, siguiendo la huella de lo que fue la relación de Nicco con Davide Rondoni, amigo suyo además de profesor. Queremos ofrecer a otros la posibilidad de vivir esa misma experiencia de amistad y descubrimiento de uno mismo y de los propios talentos. Rondoni, Daniele Mencarelli, Sauro Albisani, Rosalba de Filippis y Alba Donati, poetas y escritores muy reconocidos, se han mostrado disponibles con entusiasmo para hacer esta labor. Nos parecía un sueño. El concurso se abrirá el 5 de mayo y el 17 de septiembre se dará a conocer a los ganadores. Después, diez jóvenes podrán participar en un seminario poético en la preciosa Villa Bardini, con clases y momentos de diálogo y convivencia».

Angelo y Carolina, los padres de Niccolò, también están asombrados por todo lo que está pasando. «Estos días pensaba que es extraordinario que jóvenes de 20 a 24 años, partiendo de cero, hayan podido organizar un evento así, de carácter nacional, que plantea el problema humano, el problema fundamental del hombre», cuenta su padre. «No se trata de hacer algo para recordar a Nicco, sino de seguir ofreciendo esa posibilidad de vivir, independientemente de cuáles sean las circunstancias. Él vivía una situación dura, un sufrimiento que tenía que soportar, pero no se pasaba los días esperando un milagro ni una cura extraordinaria. Vivía dentro de esta contradicción de la enfermedad con todo lo que él era. La habitaba». La publicación de sus poemas también ha sido fruto de una compañera de instituto que lo conocía muy bien. «Los padres no hemos hecho nada», dice su madre, Carolina, «pero estamos muy conmovidos porque este año ha sido al mismo tiempo muy difícil pero también precioso. Sigo teniendo un gran dolor y una inmensa nostalgia, pero las cosas que pasan nos llevan a decir continuamente que no todo ha acabado con la muerte de nuestro hijo». Muchos pequeños hechos lo demuestran. «Durante sus años de universidad, Nicco conoció a un grupo de chavales que iban con él a un seminario libre sobre Platón. Ninguno de ellos era creyente. Poco a poco se dio entre ellos una confrontación apasionada sobre la vida, el deseo, el mundo. Durante la semana estaba con sus amigos del CLU y los sábados se iba a tomar cerveza con estos amigos. Así se creó un vínculo que permanece. De hecho, en su tumba, un año después de su muerte, nos encontramos una tarjeta suya con unas flores. Algunos de ellos nos han seguido escribiendo y en cuanto acabe esta emergencia del Covid, esperamos poder recibirles en casa para conocerlos mejor», cuentan sus padres.

Acogida y apertura son las dos palabras que más han calado en la vida de esta familia, sin gestos llamativos ni excepcionales. Desde que se casaron, cuando los hijos biológicos parecía que no llegaban, adoptaron a un niño de siete años, pero solo estuvo con ellos tres meses porque una serie de problemas burocráticos le obligó a tomar otro camino. «Seguimos teniendo relación con él porque siempre hemos sabido que era un don. De algo muy doloroso ha nacido algo muy bonito». Aquel niño ahora es un hombre de treinta años que, en la misa por el primer aniversario de la muerte de Nicco, a la salida de la iglesia, susurra a Angelo y Carolina un gracias «porque esos tres meses que pasé con vosotros han sido los más bonitos de mi vida».

LEE TAMBIÉN – Suecia. El puente

«Quiero que escribas eso», me dice Angelo. «La vida se puede vivir de verdad. Todos tenemos las mismas posibilidades de ser felices, en cualquier circunstancia o condición. A nosotros se nos ha regalado el don del cumplimiento de este deseo, y estamos seguros de que la clave es una apertura a la posibilidad de que exista una respuesta para las preguntas de nuestro corazón. En esto también nos han ayudado mucho los últimos Ejercicios espirituales de la Fraternidad con Julián Carrón». “Apertura” es el término que estos padres, casi sin darse cuenta, más repiten a lo largo de nuestra breve conversación. Una apertura que les ha llevado –justo estas semanas– a decir sí a un nuevo itinerario de acogimiento familiar. «La aventura continúa», sonríe Angelo.